CAPITULO 9: MIEDO

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-como odio a Louis- dije para mi sola.

Ya llevábamos tres horas en la carretera y ya me estaba arrepintiendo de hacerle caso.

-Segura de que sabes como llegar?- dijo Camila sin despegar su mirada de la carretera.

-Si ya te dije que si-

-Pues según yo ya deberíamos de haber tomado la desviación-

-No presiones... ya ves... apenas vamos a llegar- Señale el letrero que anunciaba la desviación hacia la playa. Me quite el cinturón de seguridad que comenzaba a asfixiarme junto con la enorme chamarra que llevaba.

No se como me deje convencer, pero ya estaba en camino a lo que pensaba seria la peor semana de mi vida. Los días anteriores me había encargado de hacerle la vida imposible a mi acompañante; humillaciones, malos tratos y hasta burlas de mi parte habían logrado hacerla llorar en mas de una ocasión. Estábamos a punto de llegar cuando una tormenta de nieve nos alcanzo. Apenas y podía ver através de la ventana.

-Baja la velocidad- le dije en tono autoritario

Ella solo se aferro mas al volante y no dijo nada. Creo que a esas alturas hasta miedo le causaba hablarme. A ella también le costaba trabajo moverse por el abrigo que llevaba, pero hacía un frío endemoniado. Puse la radio para disolver el silencio que ya me tenía harta; pero a causa de la tormenta solo se escuchaba estática, la cual era peor.

Camila fue quien lo apago.

Los minutos pasaban lentamente, y realmente me estaba poniendo de malas. A ese ritmo jamás llegaríamos. No supe de donde salio, ni que fue; pero algún desgraciado animal se nos atravesó. Camila trato de mantener el control del auto pero este seguía su propia voluntad. No íbamos muy rápido por lo que solo esperaba que pudiera mantenerse en el camino. Camila se agarro muy fuerte y se dio cuenta de que yo ya no traía el cinturón de seguridad. El auto se salió de la carretera y nos lanzo en picada contra un árbol. Vi como Camila se abalanzó contra mi y me abrazo, interponiéndose entre el tablero del auto y mi cuerpo. Solo sentí un impacto contra mi cabeza y después de eso solo vi oscuridad. Quede inconciente por al menos un par de horas.

Cuando abrí los ojos maldije mi suerte, dos en menos de una semana. No sabía donde me encontraba. Estaba tendida en una cama con un par de cobijas encima de mi. Por la ventana pude ver que seguía nevando. Camila entro a la habitación con un recipiente con agua.

-te encuentras bien?-

-Que paso?- fue lo que respondí, aun me sentía desorientada.

-Te desmayaste, el auto quedo inservible-

-Como llegue aquí?-

-Te traje yo. No estaba tan lejos y te traje cargando.-

Camila dejo el recipiente en el buró y se sentó a un costado de la cama pero evitaba mirarme a los ojos.

-Te duele algo?- pregunto con culpa en la voz.

-No-

-Si nos hubiéramos quedado en el auto ahora seríamos dos paletas humanas perdidas en la nieve.- dijo intentando bromear un poco.

-Necesitas algo?-

-No, estoy bien...- dije sin ánimos de seguir charlando con ella.

Camila se disponía a salir pero antes de cruzar la puerta se detuvo.

-Lo siento, Lo-

No respondí, me cubrí con las cobijas y me volví a dormir.

Dos días pasaron sin que le dirigiera la palabra; a pesar de sus esfuerzos por cuidarme yo simplemente la ignoraba. Dejaba la comida en el buró y yo no salía de la habitación. Cuando desperté al tercer día, escuche a Camila en la cocina. Ya no nevaba. Me acerque y vi que estaba preparando el desayuno y un poco de café. Cuando me acerque a la cafetera me di cuenta de que se le olvido ponerle café y solo había agua hirviendo.

La apuesta (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora