03. La Dama o El Príncipe

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Créditos a la producción de Disney por los personajes de Valiente y Enredados.
Sin mas comenzamos.

....

Las ligeras corrientes de aire mecían sus cabellos  y ropajes. El cielo estaba nublado y eso le preocupaba.

Mérida en cambio se mostraba despreocupada sacando filo a un cuchillo.

—Creo que deberíamos volver —reafirmó su agarre sobre el canasto que llevaba consigo esperando que Mérida apoyara su decisión.

—¿Bromeas? —la pelirroja se mostró incrédula pues de verdad estaba disfrutando el día.

—Creo que el clima no es favorable —llevó su mirada al cielo, las nubes  amenazaban con lluvia.

—Acabamos de llegar. Además no creo que llueva —observó el horizonte, unas cuantas nubes no podrían ser una amenaza y dijo—: Marina deberíamos quedarnos, tus instintos a veces fallan, sigamos los míos. Aún recuerdo cuando huímos por unas  pequeñas nubecillas y no llovió en días —entrecerró los ojos mientras la acusaba.

—Pero en esa ocasión terminamos nuestro picnic en uno de los jardines del castillo. Mérida podemos hacer eso, es mejor resguardarnos.

Trataba de convencer a la joven princesa de la forma más pacífica posible, pero Mérida era testaruda.

—Lo estoy pasando bien aquí, vamos, de verdad no creo que llueva y si eso ocurre conozco un lugar bastante cerca donde podemos protegernos, ¿qué es lo peor que pueda pasar? Confía en tu futura señora.

Mérida puso esa cara socarrona y cortó distancia entre ellas.

—Podríamos coger un resfriado —se puso nerviosa. La cercanía y las palabras de la pelirroja la descontrolaban fácilmente.

—No es algo que tu madre no pueda solucionar —la tomó de la mano —. Por favor...

Si su Futura Señora se lo pedía a un palmo de distancia no podía oponerse.

....

Se movía al compás de la pista, Rapunzel la guiaba pero su mente estaba en otra parte.

Ahora se sentía estúpida luego de haberse sentido ofendida por las acertadas suposiciones de su madre.

Un sabio decía que aquel que fingía felicidad terminaba siendo feliz. Mérida había actuado bajo esos ideales cuando Marina se marchó dejando las cosas inconclusas.

—No pienses en cosas que lastiman a tu corazón —Rapunzel habló en voz baja pero bastó para traerla de vuelta. Mérida negó con la cabeza, estaba confundida, no podía entender a lo que la castaña se refería y cómo había acertado respecto a su corazón doliente.

Luego de perder sus poderes y regresar al castillo, Rapunzel se obsesionó con traer de vuelta a sus mágicos cabellos. Seguía fielmente un instinto, si había podido regresar a Eugene a la vida luego de que sus cabellos habían sido cortados intuía que aún quedaba algo de aquel fulgor en su interior. Podía sentirlo, no estaba equivocada.

Tras intensas sesiones de meditación, abundante lectura y confianza en sí misma, logró conectarse espiritualmente con la luz de la flor que le permitió vivir en primer lugar.

Ella era la esencia que perdurava en la adversidad.

Podía ver la luz que yacía en los corazones de las personas, esa era la esencia de la vida.

El oso y El sol [Meripunzel] #EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora