06. Una flor lejos en el castillo

1.6K 191 63
                                    


En medio de la noche Rapunzel caminaba por el castillo de Corona abrigada con una capa e iluminaba su camino con una lámpara, intentaba guardar la calma y todo habría estado bien si no hubiese sido por aquella voz que había escuchado en su camino.

Siguió, con el corazón aturdido y encogida en su capa y de pronto abrió los ojos con mucha sorpresa cuando la vio.

—Princesa Merida... —susurró.

La examinó de cerca el  sudor le mojaba el rostro haciendo que sus rojizos cabellos se le pegaran a la frente. Palpó con sus manos para asegurarse que no hubiese fiebre, Merida esta helada y miraba a la nada  como si buscase algo, sin embargo no había nada, sólo ellas.

—¡Mérida! —Insistió luego de no haber tenido respuesta.
La muchacha parecía sumergida en algún trance.

Finalmente contestó asegurando un buen estado pero no parecía estar realmente bien.

Algo debía estar pasando con su mente.

De pronto la pelirroja se le acercó  quedando a un palmo de distancia, justo como había sucedido después del duelo.

El escrutinio de la mirada azul la hacia sentir diferente.

Mérida terminó con la distancia que había entre ellas y la envolvió entre sus brazos de manera encarecida. La princesa de Corona no tardó en corresponder aun en la confusión.

Sentir el cuerpo de la pelirroja contra el suyo fue una sensación demasiado confortable en medio de aquel encuentro no previsto.

Al separase la llevó a la cocina y le preparó un poco de chocolate caliente para ofrecerle amablemente.

—Debes entrar en calor.

Le entregó la taza humeante a Merida quien aceptó cómodamente.

—Lo siento —dijo después de mirar la bebida por un rato.

—Tranquila —la castaña no tenía idea de lo que sucedía pero deseaba honestamente que la pelirroja se sintiera bien.

—Yo quería... Yo... Yo estaba —se talló la sien—. No puedo —cerró los ojos mientras presionaba la taza contra sus yemas.

Parecía doloroso aquello que le molestaba, quería ayudarla, solucionar su problema y dejarla partir a su hogar... Pero no podía...

Dejó salir de sus labios un suspiro agotado y la miró

—Está bien —le dijo cálidamente mientras le dedicaba una sonrisa. —Sólo debes aceptar y podré ayudarte— dijo en su mente.

Estuvieron un rato en silencio sin saber qué decir.

—Oye... eres buena preparando chocolate a mitad de la noche.

—A cualquier hora del día —respondió con un sonrisa

—Vaya.

—Antes de vivir en el castillo, vivía en una torre, muy lejos de todo y de todos, así que casi siempre estaba sola. Tuve que aprender a hacer muchas cosas para pasar el tiempo en lo que ella volvía... Te sorprenderías de todo lo que sé hacer —intentó sonreír pero esta vez no parecía tan cómoda.

Bajó la mirada.

Gothel le había arrebatado tanto pero también le debía tantas cosas, casi todo lo que ella era había sido bajo su manto.

A veces Rapunzel se preguntaba que tan diferente sería de no haber sido alejada de la cuna, se preguntaba si conservaría los cabellos dorados o tendría una larga cabellera castaña; estaría casada con algún príncipe o si sus padres habrían tenido más hijos....

El oso y El sol [Meripunzel] #EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora