EL DESCUBRIMIENTO

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  CAPITULO 4

EL DESCUBRIMIENTO

Por primera vez en su vida profesional, Ji Hoo se encontraba inmóvil, sin saber que hacer o decir. Jan Di se encontraba en tan mal estado que temía tocarla. ¿Dónde estaba Gu Jun Pyo que no la había cuidado como era debido? Y de repente pensó para sí que quizá Jun Pyo iba con ella y había fallecido. Sin embargo, no pudo seguir pensando en esto, su prioridad era ahora Jan Di. Sabía que en esos casos el tiempo era decisivo, por lo que la revisó y notó que tenía varios huesos rotos, bastantes cortadas y una herida en la cabeza que no le gustaba nada. Él sabía que debía moverse rápido para evitar que empeorara o falleciera. Estaba consciente de que en ese lugar no tenía los materiales ni medios para curarla. Lo ideal sería llevarla a un hospital, pero el hospital más cercano estaba a horas de distancia, y con la lluvia era imposible trasladarla. Así que la única opción que tenía ahorita era llevarla a su pequeño consultorio, en donde por lo menos contaba con área limpia y suficientes vendas y antibióticos para aliviar el dolor.

La lluvia aún no paraba, sin embargo no quiso esperar más. Con la ayuda de las dos personas que encontraron a Jan Di la subieron a su camioneta e inmediatamente se puso en marcha hacia su localidad ubicada todavía más en las entrañas del bosque. Los caminos seguían llenos de lodo y la lluvia era tan copiosa que casi no podía ver, sin embargo, su preocupación y ganas de salvar a Jan Di hacían que olvidara todas las dificultades.

En Seúl, la presidenta Kang aún tenía en cuenta que Jan Di se encontraba en Gangwon. Estaba por empezar su cena cuando recibió la llamada de Jun Pyo, donde le preguntaba si sabía algo de Jan Di ya que había tratado de llamarle y no había habido respuesta. La presidenta Kang le explicó con voz de aburrimiento que Jan Di se encontraba en comisión en Gangwon y que regresaría al día siguiente. Esto, en lugar de tranquilizar a Jun Pyo, lo puso en guardia y más nervioso de lo que debería. Sin embargo, decidió seguir intentando llamar al día siguiente.

Jan Di podía escuchar voces, sin embargo no podía abrir los ojos. Le dolía todo el cuerpo y podía jurar que se había roto varios huesos. ¿Dónde se encontraba? ¿Qué había pasado? Era algo que no podía recordar. Se hundió nuevamente en la inconsciencia.

Ji Hoo observaba a Jan Di con preocupación. Ya había hecho todo lo que estaba en su poder para curar las heridas. Con ayuda de un aparato de rayos X portátil, había podido detectar las fracturas: 3 costillas y una pierna. Le había vendado la cabeza y por lo visto no tenía traumatismo, aunque sí un gran golpe. Eso le impedía a Jan Di moverse o movilizarla como quisieran. Por otro lado, la fiebre había cedido. Solo era cuestión de esperar que reaccionara. A pesar de que hubiera deseado estar con Jan Di todo el tiempo, tenía también que ver las urgencias que llegaban al pequeño hospital. Aparte, quería informarse de que había pasado en el accidente y si Jun Pyo estaba con ella al momento del accidente. Esperaba que Woo Bin le informara pronto, aunque con las lluvias, la señal de teléfono o cualquier otro medio de comunicación estaba caído. Además, había habido muchos accidentes y no se daba abasto. Afortunadamente, la señora Chan, le ayudaba mucho. Cuando llegó a ese poblado, no había nadie que le prestara ayuda u orientación, excepto ella. Aunque a regañadientes, ella le enseñó donde se quedaría, así como las costumbres del pueblo. Además de enfermera, también le cocinaba y hacía el aseo de la casa 3 veces por semana. En fin, que sin la señora Chan, probablemente Ji Hoo hubiera tardado más en agarrar el ritmo del poblado.

La señora Chan no había podido entrar a ver a la nueva enferma. Sabía que estaba grave de un accidente. Lo que no sabía, era porqué el doctor Ji Hoo la cuidaba con tanto esmero. La había puesto en su propia recamara y la había rodeado de cuanta comodidad había podido conseguir en su pequeño hogar. Sabía que pasaba las noches en vela, cuidando que la fiebre no se le subiera y que él mismo había solicitado hacerlo. Sin embargo, el doctor no se veía bien, por lo que le pidió que la dejara cuidarla por esa noche, a lo que el doctor accedió renuente. Habían pasado ya tres días del accidente y la señora Chan se preguntaba por qué no habían reclamado aún a esta mujer.

En Seúl, la desaparición de Jan Di era ya conocida. La presidenta Kang al enterarse de que Jan Di no se había quedado en la ciudad como le había pedido, se había enfadado mucho. Y más ahora que ella no aparecía. Lo había reportado a las autoridades y sabía que estaban en su búsqueda. Tae In le preguntó a su tía si debían avisarle a Jun Pyo, pero la presidenta Kang se negó. Justo al día siguiente se debería firmar un contrato muy lucrativo para el grupo Shinhwa y no quería ninguna distracción para Jun Pyo. Cuando llamaba, le decía que Jan Di se había quedado en Gangwon viendo otros pendientes que le había encargado. Jun Pyo sospechaba que algo estaba pasando, pero confiaba inocentemente en su madre. Fue al tercer día cuando Woo Bin, quien le hizo una llamada previa la reunión de firma para preguntarle por qué no había regresado. Jun Pyo le preguntó si había pasado algo (tenía el corazón estrujado) y Woo Bin le dijo que era necesario que regresara inmediatamente ya que algo había ocurrido con Jan Di. No aparecía. Jun Pyo deja todo en ese momento y sin importarle el contrato, regresa a Seúl con el alma en un hilo y desesperado.

En Chibuk, la señora Chan se disponía a entrar al cuarto de la enferma a atenderla, mientras el doctor atendía a algunos pacientes. Entró en silencio y la observó. La mujer se le hacía conocida, aunque no sabía de dónde. Su cabello negro largo y sus facciones pálidas le recordaban a alguien pero no recordaba a quien. Fungiendo ahora como enfermera, se dedicó a limpiarla, a cambiarle vendas y como acostumbraba, empezó a hablarle. Quizá así pudiera salir de la inconsciencia en que se había sumergido durante esos tres días. ¡Ojalá dejara de llover! , pensaba la señora Chan, así quizá su curación pudiera ser más rápida. Terminó la limpieza y fue directo a continuar en el despacho del doctor dentro de la casa. Sus libros se encontraban dispersos en sillas y en su escritorio. Empezó a cerrarlos y ponerlos nuevamente en el librero. De repente, de uno de ellos cayó un papel. Al levantarlo, notó que era una foto. Una foto de un matrimonio. El doctor era el novio. Cuál fue su sorpresa al enterarse de dos cosas en ese momento: que el doctor era casado y la mujer que se encontraba accidentada e inconsciente en el piso de arriba era su propia esposa.  

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