"No le temas al amor"

Capítulo 5

Holaaaa... Siento mucho no haber actualizado antes... Aquí les dejo un capítulo más, pero quiero saber si les agrada la historia y si desean que continúe. Besos con sabor a Tekila♡. Las quiero!!!

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Esteban, un hombre que a sus 26 años, había estado con innumerables mujeres compartiendo un momento de pasión y lujuria. Mujeres de todos los tipos, altas, bajas, morenas, rubias, pelirrojas, todas ellas con cuerpos exuberantes, que cualquier hombre ante ellas no podían resistirse a esa tentación. Sin embargo, ninguna de ellas habían logrado acaparar su atención por completo, eran mujeres de una sola noche y listo.

Pero ahí estaba ella, aquella muchacha que una vez en su vida le había tenido cólera y fastidio, y que ahora le atraía, como ninguna mujer antes de conocerla. Era tan bella, encantadora, seductora, sin ni siquiera proponérselo. Esa dulce y tierna mujer que ahora tenía entre sus brazos, con el rostro enrojecido, con una mirada llena de curiosidad, deseo y miedo. Miedo, era lo último que él quería hacerle sentir a ella, pero porqué no le había dicho que era virgen? Se maldició, por ser tan vehemente y hacer las cosas a su manera siempre.

-María por Dios, porqué no me lo dijiste? -Ella cerró los ojos, sabía que lo iba a decepcionar, ella era tan inexperta en esa materia y él, claro todo un adonis, tendría toda la experiencia del mundo. Quiso levantarse, pero él no se lo permitió, no ahora que por fin la tenía tan conectada a él. -Mirame pequeña, por favor. -Ella abrió los ojos y en el instante que hizo conexión con los ojos de él, sintió que Esteban jadeaba. Él pensó que estaba loco, solo con mirarla sentía que todo su cuerpo se estremecia, que le estaba sucediendo?

-Lo siento. -Susurró ella.

-Pequeña no entiendo, que es lo que sientes? -Él empezó a hablar con dificultad, se estaba muriendo por moverse y hacerla delirar de placer, ver su hermoso rostro al llegar a un orgasmo, al cual solo él tendría ese privilegio. Era el primero, y en ese momento había decidido ser el único.

-No quería decepcionarte y es lo primero que he hecho, Esteban si quieres podemos parar. -Él sonrió al verla tan preocupada, decepcionado? Era lo último que podría sentir con esa mujer, cuando lo único que ella hacía era sorprenderlo como ninguna otra.

-Pequeña, jamás me podrías decepcionar... Solo me has impresionado, María me estás echando a perder. -Ella, que ya se había acostumbrado a la presión que ejercía él en su interior, suspiró y al ver la mirada de Esteban tembló. La miraba con tal deseo que ella sintió que le hacía el amor con la mirada. -Quieres que siga? -Le preguntó con voz ronca. -Si no lo deseas, podemos parar porque después no habrá marcha atrás. -En ese mismo momento rogó al cielo que ella le dijera que siga.

-Hazlo por favor... No quiero que te detangas, te deseo Esteban. -Le susurró al oído, después de inclinarse sobre él. Él gimió al escucharla.

-Tus deseos son órdenes para mi, pequeña.

Atrapó aquellos tentadores labios y los
succionó mientras levantaba las caderas
y apretaba su enorme erección contra la
entrepierna de ella. Después, le inclinó
la cabeza hacia atrás y atacó su cuello,
aquel cuello dulce y de piel suave al que
mimó por minutos mientras ella se mordía los labios para que sus gemidos no lo escuchar media oficina. Él al ver el rostro de ella, decidió acabar con aquella tortura, por lo que hizo un ligero movimiento de caderas en círculo, el cual hizo que María gimiera con fuerza. Empezó a moverse con cuidado de arriba a abajo, mientras miraba intensamente a los ojos de María.