Capítulo 9

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Siento algo extraño dentro de mi, como una sensacion de pérdida. Siento que mi corazón arde, como si lo hubiesen estrujado y luego estirado, hasta conseguir que se parta en dos. Ahora sé que esto que siento, no es más que desamor. Mi pérdida, es ella, la única mujer que he amado, la única a la que me entregué en cuerpo, alma y mente. Fui un imbécil, un gran imbécil. Ella me estuvo utilizando, y yo ni enterado. Ahora sé que nunca debí enamorarme, debí quedarme con aquella muralla que construí hace años, quizás si hubiera sido así, ahora no estaría sufriendo. Si, sufriendo, así me encuentro. Maria ha calado tanto dentro de mi, con su maldita bella sonrisa, con esos ojos verdes con destellos dorados que me enloquecían verlos, al llegar al clímax. Maldita sea, fui el primero... Ahora, de quien más será?

Lanzo el vaso contra la pared de mi departamento, aquí estoy... solo y sufriendo por aquella mujer, que me hizo creer en el amor.

Embustera, era tan fácil decirme que necesitaba el dinero para salvar a su familia. Tenía que enamorarme para después hacer esto, dejarme.

Me levanto, siento que todo a mi alrededor da vuelta, es el alcohol o ésta mierda que siento por ella. La he perdido y creo que nunca más la volveré a ver. La quiero lejos de mí, lo mas lejos que pueda de estar de ella.

Me sirvo el octavo vaso de whisky, he bebido antes, pero nunca he sentido esa necesidad de  quemar este dolor con el alcohol.

Maria, que le has hecho a mi vida?
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Mientras Esteban se sumergía en el alcohol, 'matando sus penas', Maria llevaba una hora buscando alguna pista de las personas del préstamo. Estaba perdiendo la paciencia, había llamado a su hermana para saber sobre la salud de su padre... Todo seguía igual, aunque según le habían explicado a su hermana Emilia, Ricardo podría reaccionar en cualquier momento...

La noche pasó, Maria y Esteban no se comunicaron, y por más que Maria se quería hacer la idea de que él estaba fuera de su vida, lo único que hacia era pensar en él. Quiso marcarle, preguntarle como estaba, pero prefirió escribirle un mensaje al whatsapp.

Hola Esteban, como estás?  {7:58 am.}

Suspiró, lo extrañaba demasiado... Le respondería? Su última conexión había sido a las ¡4:30 am.! No habría dormido? Se habría despertado temprano?

Sin querer pensar más en ello, se levantó. Tenia un horrible dolor de cabeza, se tomó unas pastillas y se dirigió al baño. Con o sin Esteban San Roman, su vidas tenía que continuar... Más ahora que su padre estaba en el hospital, y su familia a punto de perder su único patrimonio...

Después de darse una ducha, bajó ya vestida, a revisar los correos recibidos. Necesitaba información de aquellas personas pero no encontraba nada. Tomó un jugo de naranja y revisó si Esteban le había respondido, pero nada. No recibió ninguna respuesta de él. Llamó a su hermana, todo iba igual, en un par de horas ella iría al hospital.

Estaba revisando documentos en el despacho de su padre, cuando sonó el teléfono fijo de la casa.

—Buenos días... -Dijo Maria.

—Buenos días, por favor con el señor Fernández? -Donde he escuchado la voz de esa mujer?... Se preguntó él.

—Señor, habla su hija. Mi padre no se encuentra en casa... Con quien hablo?

—Srta Fernández, necesito comunicarme con su señor padre, es urgente. -Esa voz, la conozco... Quien es?

—Mi padre ha sufrido un infarto, no podrá comunicarse con él. Que es lo que necesita, puede hablarlo conmigo... -Dijo firmemente.

"No le temas al amor" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora