Al amanecer vino a buscarla un mensajero, aburrido y rascándose en el cuello una
picadura de insecto, para decirle que al final de la mañana tenía que presentarse ante el
Consejo de Guardianes. Cuando faltaba poco para que el sol llegase al mediodía, se aseó y fue
allá, siguiendo fielmente las instrucciones.
El Edificio del Consejo sorprendía por su magnificencia. Se conservaba desde antes de la
Ruina, desde tiempos tan remotos que aún no habían nacido ni los que ahora vivían ni sus
padres ni sus abuelos. La gente sólo conocía la Ruina por el Cántico que se ejecutaba en la
Reunión anual.
Se decía que el Cantor, que no tenía otro trabajo en el pueblo que la ejecución anual del
Cántico, se preparaba la voz haciendo reposo durante varios días y bebiendo a sorbitos ciertos
aceites. El Cántico de la Ruina era largo y agotador. Empezaba con el comienzo de los
tiempos, y relataba toda la historia de la gente a lo largo de incontables siglos. Además daba
miedo. La historia del pasado estaba llena de guerras y catástrofes. Daba miedo especialmente
al evocar la Ruina, el final de la civilización de los antepasados. Los versos hablaban de
emanaciones de humos venenosos, de grandes fracturas de la tierra, de edificios enormes
desplomados y engullidos por el mar. Todos tenían la obligación de oírlo cada año, pero al
llegar a la descripción de la Ruina había madres que protegían a sus hijos más pequeños
tapándoles los oídos.
Muy pocas cosas sobrevivieron a la Ruina, pero el llamado Edificio del Consejo se había
mantenido en pie sin que nadie supiera la razón. Su antigüedad era incalculable. Varias
ventanas conservaban todavía cristales con dibujos en tonos fuertes dorados y rojos, algo
asombroso, porque el conocimiento de cómo hacer un vidrio tan notable se había perdido.
Otras ventanas, aquéllas donde el cristal de colores se había roto, estaban ahora cerradas con
vidrio grueso ordinario, que deformaba la vista con sus burbujas y ondas. Otras estaban
simplemente cegadas con tablas, y en el interior del Edificio había partes muy sombrías. Aun
así, era imponente en comparación con las barracas y las casas corrientes del pueblo.
Al mediodía, como le había ordenado el mensajero, Nora entró, y sola avanzó por un largo
vestíbulo, alumbrado desde una y otra pared por las llamas que chisporroteaban en altas
lámparas de aceite. Allá al fondo, al otro lado de una puerta cerrada, oyó que había una
reunión: eran hombres que discutían sin levantar la voz. El bastón hacía resonar el suelo de
madera, y el roce del pie de la pierna enferma en la tarima sonaba como el barrido de una
escoba.
"Enorgullécete de tu dolor", le había dicho siempre su madre. "Eres más fuerte que los que
no tienen ninguno".
Acordándose de aquellas palabras, trató de encontrar el orgullo que su madre le había
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The Giver 2- En busca del azul.
Teen FictionNora, una huérfana con una pierna torcida, vive en un mundo donde los "débiles" son dejados de lado. Desde el momento en que muere su madre, teme por su futuro hasta que es perdonada por el poderoso Consejo de Guardianes. La razón es que Nora tiene...