«Explosiones y muertes»

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•Phoenix•

¿A qué se refería? ¿Acaso era posible que yo pudiera salvar al reino?

No sabía que pensar. No sabía si creerle a Walkyria, aunque ella no tenía ninguna razón para mentirme. Podía confiar en ella, algo en mi interior me lo decía.

Eso quería decir que pertenecía a Los Renegados.

-Entonces ¿Qué haremos ahora? -Le pregunté a Walkyria un tanto confundida.

-Ya encontramos la gema verde, eso significa que nos falta hallar una gema más -Declaró ella - Aunque no tengo la menor idea de donde...

Walkyria se vio interrumpida por un sonido ensordecedor.

¿Qué estaba pasando?

•Walkyria•

Una explosión.

Imposible.

El sur del reino estaba siendo custodiado por todos los gigantes del mismo, eso incluía al bosque entero y al poblado de Sundsvall, debido a que la parte norte, este y oeste del reino se hallaba bajo el mando de los humanos.

Estábamos en desventaja, era el año 2051 y los humanos eran mucho más poderosos que hace 15 años atrás, habían creado armas, bombas y un sinfín de artilugios capaces de causar daño y matar a cualquier criatura, ninguno de los habitantes de Trollbunden habían visto dichas armas.

Somos el único reino donde habitaban seres fantásticos, nos encontramos alejados de la civilización humana y por lo tanto de los avances tecnológicos. Sin embargo tenemos un punto a nuestro favor, la magia y los distintos poderes que cada criatura posee, además de contar con múltiples armas blancas[1]

Sólo había un problema, todavía no hallábamos al último renegado, y sin esa persona estábamos perdidos. Sin la gema restante era imposible salvar al reino.

Debía encontrar a dicha persona, por el bienestar de Trollbunden y de los habitantes.

¿Pero dónde?

Sólo sabía que la gema que faltaba era de color anaranjado y que otorgaba el don de la luz.

¿Quién era esa persona? ¿Dónde podía encontrarla?

Una segunda explosión me sacó de mis pensamientos.

-Están atacando el pueblo -Gritó Parker -Debemos ir a socorrerlos. Asentí a la vez que los tres corríamos en dirección a Sundsvall.

Al llegar nos escondimos detrás de unos arbustos.

Estaba perpleja. Horrorizada.

Todo estaba en llamas, no se veía otra cosa que no fuera un espeso humo negro. Las personas corrían de un lado a otro, llorando, gritando. Otras se hallaban en el suelo, heridas por algún tipo de arma de fuego potente. Lo peor, cuerpos sin vida que yacían en el suelo, mutilados y rodeados por charcos de un líquido color carmín.

¿Quién provocaba tanto sufrimiento? ¿Por qué esa necesidad de apoderarse de nuestro reino? ¿Qué clase de monstruos eran los humanos?

No había ni un rastro de ellos, sólo pruebas que demostraban de lo que eran capaces de hacer, eso significaba que regresarían, para terminar lo que una vez iniciaron.



[1] Armas blancas: también denominadas armas punzocortantes, es aquella herramienta que se caracteriza por su capacidad de cortar, herir o punzar mediante bordes afilados o puntiagudos, como las flechas, dagas, cuchillos, espadas, entre otras.

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