«Dientes de león y un fénix»

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•Walkyria•

Abrí los ojos lentamente, notando que me hallaba acostada en la cama junto con Zahira.

Quise levantarme, pero el dolor que sentí en algunas partes de mi cuerpo me lo impidió. Entonces recordé que caminaba por el valle cuando algo me golpeó fuertemente para luego caer en el suelo. Pero... ¿Cómo llegué aquí?

Bah, después le pregunto a Zahira.

Como pude llegué a la pequeña silla que estaba junto a la ventana, me agradaba sentarme aquí y apreciar el prado lleno de dientes de león que se extendía hasta donde mis ojos no alcanzaban a ver, adoraba ver como los mismos se diseminaban a causa del viento, como si de una danza se tratase.

Quizás este era de los pocos lugares en donde la guerra aún no había hecho estragos.

De improviso, un ave se posó sobre la ventana, al detallarla me di cuenta que se trataba de un fénix. Su plumaje era rojo, anaranjado y amarillo incandescente, se decía que tenía el poder de renacer de sus propias cenizas.

Sorprendente.

No entendía que hacía un ave de este tipo por aquí, puesto que solo se podían encontrar en la parte prohibida del bosque "La tierra del fuego" nombrado así por las elevadas temperaturas, geiseres y volcanes.

Noté los primeros rayos de sol, pues el mismo comenzaba a despuntar sobre el horizonte. Un silbido me sacó de mi embeleso e inmediatamente el ave se marchó al escucharlo.

Busqué con la mirada el origen del sonido, descubriendo que el fénix se posó sobre el brazo de una persona que no lograba reconocer. Luego de unos segundos, dicha persona colocó al ave en el suelo.

¿Por qué?

Sin embargo, mis cuestionamientos fueron interrumpidos por lo que vi a continuación.

El fénix se transformó en una chica. ¡Una jodida chica!


***




•Phoenix•

-Gracias -Le dije a mi hermano con una sonrisa. Luego de volver a mi forma humana, Parker siempre me cargaba hasta nuestra casa sobre su espalda, la transformación me dejaba sin fuerzas hasta el punto de no poder hacer un minúsculo movimiento.

Afortunadamente tenía a Parker, sin él no sabría que hacer. Nuestros padres nos dejaron a nuestra suerte y desde entonces solo somos nosotros dos.

En el reino éramos conocidos como Los hermanos Adams o Los curanderos del bosque Förtrollade, expertos en bótanica y herbología.

-¿Escuchaste eso? -Preguntó Parker, a la vez que me bajaba cuidadosamente en el suelo - Son pisadas -Agregó murmurando.

-Si -Respondí - Alguien nos está siguiendo.

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