¿Dónde estaba? Había muerto. Me sentía bien, quizá si, la verdad prefería estar muerto. Pero de repente algo cambio. Abrí los ojos y vi una intensa luz blanca, ¿que era eso? Cuando por fin conseguí abrir los ojos completamente, vi donde estaba. Estaba en un hospital, no había muerto. Al lado de mi cama había una persona, mi madre. "Por qué X***, por qué lo has hecho?" "No quiero hablar de ello, no podemos seguir viviendo nuestra vida como de costumbre?", "No, tú no" dijo mientras miraba hacia abajo. Fue en ese momento cuando me di cuenta de lo que pasaba. Había perdido la pierna derecha. En ese momento solo quería llorar "Por favor sal" dije con lágrimas en los ojos. Lloré porque me acordé de lo que había pasado, y me di cuenta que sin esa pierna no podía seguir haciendo deporte y este era la única oportunidad que tenía de volverla a ver.
A lo largo de ese año hice lo típico que hace un chico de 16 años sin pierna y que había intentado suicidarse, pasarme el día sentado e ir al psicólogo. Ya no podía correr. Cuando salía de clase con las muletas la gente me miraba con lastima. Odiaba esa sensación. Sin embargo no todo fue malo, porque al no poder hacer deporte, tenía más tiempo para estudiar, y mi rendimiento académico mejoró con diferencia. Pasado cierto tiempo, pude ponerme una prótesis y, aunque no podía hacer gran cosa, ya no tenía que usar esas estúpidas muletas. Incluso me empezaba a sentir mejor conmigo mismo, podía volver a vivir la vida. Pero aún había dolor en mi corazón y por muy bien que fuera todo no conseguía sacar su rostro de mi cabeza. Aprendí a vivir con ello, pero no me volví a enamorar de nadie.