Los meses de en medio fueron los más duros de mi vida, no solo por el duro entrenamiento al que me sometí, si no también al dolor que me provocaba su recuerdo.
Todas las noches tras ese día aparecía su rostro en mis sueños. Sus grandes pozos del alma me observaban directamente a mis ojos castaños. El poeta Bécquer tiene unas rimas perfectas para mi situación en ese momento. Así dicen:
"Qué es poesía?
Dices mientras clavas en mi pupila
tú pupila azul. Qué es poesía?
Y tú me lo preguntas? Poesía eres tú."No solo veía su rostro, sino también escenas de una vida compartida con ella. La primera vez que la invitaba a salir, la escena de su cuerpo cubierto por un pulcro vestido blanco sonriéndome, la imagen de una niña rubia de ojos azules correteando en el jardín de su casa.
Todas estas imágenes me reconfortaban mientras dormía, pero la historia cambiaba a la hora de despertar, pues perderla era como si me hubieran arrancado un órgano. Mi rendimiento académico bajo porque me pasaba las clases soñando despierto con su sonrisa, su gracilidad y el rubor de su mejilla que la hacía más bella si cabe. También recordé su gran inteligencia y sentido del humor. Sabía que nunca habría nadie más que pudiera completarme, si no era ella.
Esto fue así hasta el día que la volví a ver, el día X del mes Y del año Z, en el lugar T. Uno de los días más felices de mi vida. O eso pensaba..