33.
Tuvieron que pasar un par de días para que hable con el profesor López. Durante ese tiempo me estudié, analizando los cambios que habían surgido en mí, pues no habían sido pocos... dejé de sentir hambre, y bebía agua más de lo acostumbrado. Había logrado disimular mis gestos, de una aparente apatía a una serenidad que no me delataba ante nadie.
Por lo visto, creo que tenía que ver con el bicho, o medio bicho, que estaba en mi interior. Esa fue mi primera hipótesis, pues había algo que no había logrado percatarme del Cara-de-Sapo, la Buitre y el Mofletudo... y eso fue que el gesto que todos ellos compartían era uno bastante similar, inexpresivos... en el fondo, con rostros tremendamente falseados.
Fui a hablar con el profe López, después de una larga y pesada clase en el laboratorio. Bueno, más que ir me quedé. Esperé a que el aula se vacíe y le comenté que había estado pasando por algo. Que me habían obligado a tragar un bicho. Que lo había arrojado hasta la mitad. Que desde ese día empezó a pasarme algo raro. Que no podía exteriorizar mis sentimientos y ellos se quedaban ahogados en mi mente.
Las palabras me salieron con tanta tranquilidad, que él me miró incrédulo, pensó que bromeaba. Así que no tuve más opción que contarle sobre los hechos que involucraban a los nuevos profesores y lo que en verdad se hacía al interior de la Oficina de Monitoreo Educativo.
El profesor me dijo que, de cierta manera, ya sabía lo que estaba ocurriendo, que tanto la de Mate como el de Filo le habían invitado, pero que los había rechazado y no creía en tales argumentos. Él prefería mantenerse al margen, de todas maneras, aquellos cambios no afectaban a su cargo en el trabajo. Me prometió guardar silencio y me brindó la dirección de un doctor para que me hagan una revisión completa.
"Dile que yo te envié, así no te querrá cobrar."
Asentí, aunque no dejaba de sentir una incómoda rabia. La idea de mantenerse al margen, ¿prudencia?, ¿cobardía? No la soportaba. Sin embargo, ese encerrarse en pensar y no mirar alrededor me cobró caro, pues... justo casi en una esquina, en esa esquina... Clara estaba allí. Con su vista dirigida hacia mí, seriamente.
ESTÁS LEYENDO
SOBREVIVE
RandomEl Colegio San Juan Bautista es el peor de la ciudad de Charcas, pero es el único establecimiento capaz de sobrevivir a una arremetida zombi. Y aunque haya anuncios de una posible invasión, la aparición de un nuevo personal docente y estudiantes de...