11.
Chris era un tipo totalmente diferente a Clara, pese a que compartían lazos de sangre. Era rudo, de carácter férreo y un atleta destacado. Aunque con esas características cualquiera podría imaginar que sólo se ocuparía de sí mismo, sin embargo, siempre veía con ojos guardianes a su hermana. Por eso aquel actuar del Cara-de-Sapo logró despertar toda su ira. Me llamó por teléfono y quedamos en encontrarnos en el parque a eso de las nueve de la noche.
Cuando había llegado me topé con unas cinco personas más, compañeros del curso de Chris y chicos del Club de Fútbol, en total habíamos quedado siete. Subimos hacia la torre, que a esas horas abandonaban las parejas, y, en su plataforma, un silencio que poco a poco se apoderó del lugar fue el preámbulo para el trabajo que él había planeado.
“Tengo anotado la dirección y parte de la rutina del cabrón ése, y no me extraña que parezca un hombre tan desgraciado.”
Y estuvimos casi hasta las diez, el tiempo necesario para que Chris nos detalle lo que íbamos a hacer: debíamos disimular un robo y darle la paliza de su vida. Fijamos la ejecución del plan para el Miércoles, a las diez y media, justo cuando el Cara-de-Sapo sacaba la basura.
12.
El papel que quedó reservado para mí... no pudo ser más inofensivo. Aquel día, debía cumplir el papel de campana, anunciar la presencia de algún peligro.
Aparecimos en la puerta en la hora convenida, ni un minuto más, ni un minuto menos. Vimos al Cara-de-Sapo salir de su casa colgando sus bolsas de basura a una canasta que más tarde recogerían los encargados de limpieza. Aprovechamos ese momento para introducirnos. Chris lo tomó del cuello y lo arrastró hasta el interior. La curiosidad se apoderó de mí, no alcancé a cumplir mi trabajo. Me limité a ingresar con ellos, a examinar la casa, estaba pulcramente vacía, dejada, como si aquel sujeto sólo se dedicara a las clases, sin rastro de familia alguna. Así también me di cuenta que muchos de los alimentos que había en la casa se podrían, pero esto no era lo extraño sino que todos se hallaban intactos, sin consumir.
Fui caminando hasta una de las habitaciones, donde la tropa de Chris golpeaba sin tregua al Cara-de-Sapo y no hacía nada para defenderse. Es más, los golpes los recibía dócilmente como si ninguno de ellos le provocara lo más mínimo. Eso fue hasta que uno de los chicos le dio una patada en la cabeza y el profe empezó a sacudirse de un lado a otro, como si estuviera sufriendo un ataque epiléptico, repitiendo un par de palabras inconexas y fuera de lugar.
En un instante permaneció quieto, quisimos tomarle el pulso, no presentaba ninguno.
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SOBREVIVE
RandomEl Colegio San Juan Bautista es el peor de la ciudad de Charcas, pero es el único establecimiento capaz de sobrevivir a una arremetida zombi. Y aunque haya anuncios de una posible invasión, la aparición de un nuevo personal docente y estudiantes de...