(16-19)

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16.

Estaba allí en el parque.

Les conté todo lo que vi...

Tenía a mi alrededor a las otras seis personas, doce ojos y doce oídos atentos a mi voz...

Uno de ellos, quien justamente golpeó al Cara-de-Sapo, me preguntaba enfáticamente.

Como si quisiera sacarse la culpa a través de mis palabras.

“Está vivo...”

“¿Y qué hacían entonces los policías?”

Me quedé callado, recuerdo haberlos visto, pero nada más... ¿qué podía decirles?

“Creo que sólo denunciaron un robo... eso es lo que me puedo imaginar.”

17.

Dicen que asaltaron al Cara-de-Sapo en su casa.

Dicen que lo golpearon hasta matarlo.

Dicen que han estado entrado muchos policías a la Oficina de Monitoreo.

Dicen que el hermano de Clara estaba con los ladrones.

Dicen que la Buitre y el Mofletudo, al igual que el Cara-de-Sapo, tienen resguardo policial.

Dicen que los asignaron como parte del control a nuestro colegio.

Dicen que no sólo fue el hermano de Clara, si no también otros chicos.

Dicen que fue él.

Y él.

Y él también.

Que todos se reunieron en el Parque para tramarlo.

18.

Debo confesar que todo este tiempo estuve escuchando los distintos rumores en torno a nosotros. Que lo escuchado tenía bastante de cierto... hasta el punto de que no me di cuenta que la semana ya estaba acabando y perdí de vista a Clara. Sólo la veía moverse de un lugar a otro con suma velocidad y prisa. Y llegó el viernes.

Toda la mañana estuve buscando uno por uno de los miembros del Club Literario para informarles la cita a una nueva reunión, pero me llevé la sorpresa de enterarme que Clara ya lo había hecho y que, incluso, la dirección se había modificado.

“¿No te dio nada?”, me preguntó una de las chicas del grupo.

Y me entregó un papel con la dirección... era casi por las orillas de nuestra pequeña ciudad...

19.

Creo que estuve en el colectivo por todo su recorrido. Casi a dos cuadras de la parada final, vi las señales que estaban descritas en el papel:

“Una pequeña plazuela, a medio construir, la casa amarilla.

Calle Racón Nº 324”

La encontré, me recibió Clara, no sin cierto aire de disgusto...

No sabía si excusarme, así que preferí el silencio.

Vi a todos los chicos del Club, que éramos alrededor de unos diez. No sabíamos en casa de quién estábamos. Tampoco sabía si los padres de Clara vivieran aquí... el lugar, de cierta manera, era una suerte de misterio. Y bueno, también aparecieron seis de los siete que estábamos inmiscuidos en el lío del Cara-de-Sapo, Chris incluido.

“Creo que ya somos todo. Voy a pedirles a todos que vayan a dejar sus mochilas en aquella habitación y todos me entreguen sus celulares.” Clara dijo todo esto con una certeza y una seriedad tal... que ninguno de nosotros le objetó nada, sólo obedecimos en silencio.

Nos sentamos en la sala. Clara dio una señal y salió ante nosotros el Profesor de Filosofía y la de Matemáticas.

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