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4.

Mi nombre es Eyén Campos, soy estudiante del 5º de Secundaria “B” y miembro del Club de Literatura del Colegio.

 No puedo hablar mucho de mí, estoy seguro que en su momento lo haré. Nunca me consideré un estudiante destacado, pero al menos en el Club creo haber conseguido algún lugar, algún papel...

 Estábamos en planes de editar un libro con historias de terror y muertos. Habíamos juntado el suficiente dinero para la publicación y sólo nos faltaba realizar las correcciones a los textos, cuando nos vimos envueltos en un cambio en el colegio. Un Lunes de finales de Mayo, yo corría contra viento y marea de tránsito, El Reloj de la Plaza marcaba las 08:00, era espantosamente tarde.

 Al llegar, junto al escudo y al grabado del nombre de nuestro colegio, había colgado un afiche que decía: “Colegio Piloto”, y después el logotipo que El Gobierno estaba empleando en la televisión.

5.

 No pensé que pudieran ocurrir cambios y estos nos afecten. Los días se encargaron de demostrarme lo equivocado que estaba.

 En tan sólo una semana habíamos cambiado a tres de los profesores, y entre ellos, el de Inglés. Lo habían transferido a otro colegio, supuestamente, porque se había quejado de todos y ya no nos soportaba. En su lugar empezó a hacer presencia un gordo Mofletudo que hablaba con la cadencia de un robot. Su voz maquinal resonaba en el aula y su pronunciación... tosca. No aguardábamos ni un sólo segundo las ganas de salir disparados o de, al menos, tramar burlas en su contra.

 ¿Se puede decir que estábamos con las manos atadas? Y no sólo los profesores. De hecho, el anterior Profesor de Inglés, junto a los Profesores de Filosofía y Literatura, fueron quienes impulsaron a la conformación del Club, y no creíamos la historia que el Mofletudo repetía en cada curso, debía haber otra explicación.

6.

 “¡Por supuesto que la hay!”, dijo la presidente del Club, Clara, cuando dejamos la clase aquel Lunes. Yo la veía... con el uniforme puesto, la chompa azul y la falda gris, aquel cabello suelto y aquella mirada inteligente que ocultaba detrás de sus lentes.

 “Bueno, entonces... ¿Qué hacemos?”

 “Es obvio, tenemos que ir a buscarlo. No es para nada normal que en Mayo hagan esta clase de cambios. Al menos, el viejo ese –se refería al Mofletudo–, debería continuar con el seguimiento al Club, es un asno desobligado...”

 Y fuimos, pero no conseguimos nada, nada más que unas respuestas esquivas.

 

7.

 Eso no fue lo peor, lo peor estaba por llegar en dos cómodos desplazamientos. El Mofletudo ya se había desecho del Profesor de Inglés, pero para acabar con el Profesor de Literatura pasó alrededor de dos semanas, en otro Lunes. Esta vez, llegó un orden a la Dirección del Colegio con la “magnífica” idea de fusionar Inglés y Literatura a la asignatura de Comunicación y Lenguas.

 "¿Profesor de Lenguas?"

 "Sí, hay un reajuste, se prevé que muchas materias cambien y otras desparezcan.", fue la respuesta del Profesor Mofletudo.

 El silencio empezó a propagarse en el curso. Y... con ese cambio de nuestra materia de Lenguas, nos llegó la noticia de que se había definido concluir con el auspicio para el Club de Literatura. Ahora, la oficina que conseguimos, gracias a la presidenta, se vio trasladada... o mejor dicho, desalojada, y en su lugar empezaron a instalar una Oficina de Monitoreo Educativo.

 No podíamos estar más arruinados...

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