Olor a cebolla: parte I

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La siguiente historia es totalmente mía. La serie O11CE no es de mi propiedad. Una historia hecha por fan, para fans.

Ricky

–¡Duarte, por favor. No puede ser que sigas jugando así! Todos al vestuario, en este momento; la práctica terminó.

Todos entraron al vestuario; esperaba algún regaño de Darío. Pareciera que el DT no estaba conforme con nada; casi todo le parecía malo y mediocre.

—No puedo creer cómo te dejó entrar al equipo, el técnico anterior —bramó oneroso—. Escúchame bien; si no mejoras para el próximo entrenamiento... ¡Te expulso!

Cuando su regaño terminó Dedé salió entristecido. No pudo evitar sentir pena por él; era su mejor amigo y estaba muy mal. Sin sus medias de la suerte, la confianza se esfumó.

—Tranquilo, Dede, no creo que Darío hable en serio; eres un gran jugador. —Consoló Gabo.

—No intentés consolarme, Gabo. Es obvio que Darío me va a sacar de los Halcones; sin mis medias de la suerte yo no juego —suspiró pesadamente—. Vine al IAD para jugar fútbol, y si no puedo hacerlo... Es mejor que vaya a empacar, para cuando me quiten la beca.

–Me siento mal por Dedé; debe haber una forma de ayudarlo.

—¿Cómo? Sin sus medias tiene tanta confianza como Rafa en un exámen, o peor, en una final —dijo Ricky.

–Dedé tiene que recuperar la seguridad. Debemos hacerle ver que su confianza no está en las medias, sino en él. La pregunta es cómo.

–Pero yo no entiendo, ¿quién lavó sus medias de la suerte? Le pregunté a los chicos, y nada.

–A menos que las medias de nuevo tengan olor a cebolla, Dedé querrá regresar a Brasil.

—Olor a cebolla —murmuró Ricky—, ¡Gabo, eres un genio!

Diego

—Aún no entiendo; ¿por qué pusiste a Darío como técnico? Se supone que pondrías a Félix, una vez que Francisco fuera despedido —preguntó Giovanni.

–La estancia de Darío en el IAD será pasajera. Voy a dejar que forme el equipo de vuelta, y después, voy a hacer que Isabel, personalmente lo despida. Cuando se dé cuenta que tenía razón sobre él y Francisco, no me detendrá para escoger a Félix como nuevo técnico.

–¿Y no creés que sospecharan cuando integres a Félix?

—Por favor —bufó—, ¿quién va a sospechar?

–Vitto y el Pulpo, los mismos que han estado buscando al espía del IAD.

–En todo este tiempo no han llegado a nada; si sospechan de ti es porque no supiste hacer tu trabajo —los toquidos a la puerta interrumpieron su plática—. Te llamo después. —Sin escuchar la réplica de Giovanni, cortó la llamada. Le estaba empenzando a cansar los errores e incompetencia del italiano. —Adelante.

–Buenas tardes, Diego.

—Darío —respondió cortante—. ¿Qué necesitas?

–Yo no necesito nada. Isabel me ha mandado por ti, quiere hablar con ambos.

–Iré en un momento.

–Isabel quiere que sea ahora.

Diego lo miro enfadado —he dicho que iré en un momento.

O11CE SEGUNDA PARTE • TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora