Problemas amorosos

873 47 5
                                    

La siguiente historia es totalmente mía. La serie O11CE no es de mi propiedad. Una historia hecha por fan, para fans.

Gabo

Nadie podía creer cómo había vuelto Camilo, especialmente Lorenzo.

—Sin su número 10 y un defensa con pésimo juego, los Halcones Dorados no pasarán de octavos. Camilo es armador en el mediocampo. Tenerlo de vuelta ayudará a salir al equipo, de este pozo en el que cayeron. Vístete, muchacho —ordenó al chico—. Duarte, quiero ver que en este entrenamiento dé una buena razón, para seguir siendo parte del equipo.  Los espero en la cancha.

—Dedé... —Trató de tocarle el hombro, sin embargo él se opuso, yéndose inmediatamente.

–¿Y ahora? Van a expulsar a Dedé del equipo si no hacemos que juegue bien.

—No sé, Ricky —dijo preocupado—. Devolverle el olor a las medias no funcionó. Debemos devolverle la confianza del alguna forma.

—No podremos hacerlo. El entrenamiento ya va a empezar —contestó Ricky.

—Creo que tengo una idea —dijo Gabo un tanto inseguro—, pero vos tendrás que correr muy rápido. Miró al preparador físico del equipo, que se encontraba hablando con Leo. Debía distraerlo. —¿Qué tienes planeado? —Ya verás —sonrió confiado.

Isabel

–No tienes que disculparte. Mira, está de perlas que tú y Diego lleven un noviazgo, pero...

—¿Cómo? —interrumpió una voz—. ¿Vos y Diego qué? —Volteó en dirección a quién hizo la pregunta. —Francisco —dijo impactada. —¿Quién es este hombre, Isabel? —dijo con temple seria. Intentó pensar qué le respondería. Él no era su esposo, ni novio; no tenía que darle explicaciones, mas sentía que debía hacerlo. —¡Directora Isabel! —Ella volteó, un alumno se acercaba corriendo. —¿Qué sucede? —preguntó preocupada. —Alexis se acaba de desmayar en medio
del partido. —Disculpame, Francisco. Vení mañana a mi oficina para hablar. Darío, llamá una ambulancia ​por favor. —Por supuesto, Isabel.

Recordó aquel momento visto —por ella— como una encrucijada. Por suerte no sucedió nada con Alexis, el muchacho sólo había sufrido una descompensación a mitad del partido. Hoy ya estaría de vuelta en la cancha de básquetbol.

El tan esperado llamado a su puerta hizo que​ rápidamente se separara del recuerdo.

–Adelante.

–Hola, Isabel.

–¿Cómo estás, Francisco?

Joaquín

—Es el momento decisivo. El quinto set ha llegado a su final. Las Panteras hacen perfecta defensa. Natalia la pasa a Karen. Karen la arroja a Amanda. Amanda la lanza... ¡Que fuerza, que potencia! Y la gente pide: ¡saltá, Martina, saltá! —la capitana logró golpear con precisión—. Y los gritos, ¡los gritos del público! —narraba Joaquín—. Las Panteras pueden sentir ya, la victoria en sus manos —la bola quedó en el aire y posteriormente pasando al lado opuesto—; un momento... —Joaco se levantó sumamente emocionado—. Silvia roba la pelota. —Joaquín, no es un partido de fútbol —susurró Catorce. —Silvia... «No es fútbol, no es fútbol» arroja el balón. Vean cómo vuela, vaya fuerza, vaya potencia... —Vaya piernas. —Dejá de interrumpirme, Catorce. —Lanzó una mirada furiosa al camarógrafo—, las Panteras regresan más poderosas el lanzamiento de Silvia. Nadie lo puede creer. Parece proyectil. ¡Hacela de arquero y ataja! ¡Corré, saltá! ¡Salvála, Zoe, Salvála! —La chica se preparó para recibir al “proyectil.” La audiencia permaneció inmóvil... Ahí estaba, tan cerca y de repente una alarma.

O11CE SEGUNDA PARTE • TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora