O11CE SEGUNDA PARTE • TERMINADA

Revelaciones

La siguiente historia es totalmente mía. La serie O11CE no es de mi propiedad. Una historia hecha por fan, para fans.

Isabel

No podía creer lo qué estaba sucediendo. Había perdido a otro Halcón... No era un jugador esta vez, pero sí el director técnico.

Darío parecía un hombre leal, voluble, pero leal; y ahora había llegado a presentar su renuncia sin ninguna muestra de arrepentimiento.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Diego.

–No lo sé. No puedo creer que Darío haya renunciado.

–Bueno; lo que importa ahora es encontrar un reemplazo para Darío. Pienso que podríamos colocar a Félix.

—¿Félix? —cuestionó extrañada—. ¿El técnico de las Águilas?

–Así es. Te recuerdo que hace tiempo estuve en pláticas informales con él. Te aseguro que aceptaría el puesto en cuanto se lo propusiera, y claro, haría un gran trabajo con los Halcones.

–¿Te parece lo mejor que el nuevo técnico sea alguien que trabajó con las Águilas?

–Por supuesto; Félix es un gran técnico. Nos llevaría a la victoria.

–No dudo que trabaje bien, ¿pero qué pasa con los valores a inculcar? El IAD es un lugar de formación para jóvenes. ¿Cómo podés asegurarme que Félix será un gran formador de jugadores?

—¿Valores? Por favor —dijo con escarnio—. No quiero ofenderte; pero los valores no ganarán la Intercopa. Lo mejor es traer​ a Félix.

—No —interrumpió bruscamente—. Los valores sí importan en la formación de los chicos; y no creo que ellos se sientan cómodos con la integración de Félix.

–¿Entonces qué vas a hacer?

–Algo que debí hacer hace mucho.

—No te entiendo —respondió impaciente.

—Sólo hay una persona capaz de formar grandes jugadores y llevar a los Halcones a lo más alto, —declaró mientras llamaba por su celular—. ¿Francisco? —Diego abrió los ojos como platos.

Gabo

—¡Profe! —gritó mientras corría a través del hall.

—¡Gabo, Ricky! —dijo alarmado—. Sois unos irresponsables; tú por venir corriendo ignorando tu condición, y tú por permitirle hacerlo.

—Lo siento —dijeron al mismo tiempo.

—¿Por qué trae esa caja? —preguntó Gabo con curiosidad.

–He renunciado; y ahora me voy, no tengo tiempo para hablar con ustedes.

No podían creer la manera en la que les anunciaba algo tan impactante. Ese hombre no poseía delicadeza.

—¡Espere, profe! —exclamó Ricky sujetándolo del brazo.

—¿Qué sucede, Ricardo? —preguntó desesperado.

—Queríamos preguntarle sobre el pin de egresados del IAD. —Ricky fue al punto inmediatamente.

–¿De qué estáis hablando?

–Escuchamos que usted compró el pin de la primera generación del IAD... Queríamos​ saber si aún lo tenía.

—Puedo saber cómo obtuvieron esa información —respondió molesto ante aquella efracción.