O11CE SEGUNDA PARTE • TERMINADA

Confianza

La siguiente historia es totalmente mía. La serie O11CE no es de mi propiedad. Una historia hecha por fan, para fans.

Gabo

–Los bomberos ya vienen y verán que no hay fuego; cuando Isabel se dé cuenta de lo que pasó, va a buscar un culpable.

—Bueno... —Ricky vio a Gabo totalmente angustiado.

–Te escucho.

—Profe, la verdad es que —el mexicano agachó la cabeza—; encendí la alarma de incendios para que cancelaran el entrenamiento.

—¿Cómo? —dijo perplejo—. ¿Vos hiciste todo esto... Para evitar una práctica?

—Sí —respondió cabizbajo. No entendía por qué hacía esto. Ricky sería sancionado; sí él contaba todo a Francisco, estaba seguro que lo comprendería.

–¿Entendés que no puedo ocultarselo a Isabel? Aunque ya no sea tu profesor, vi todo lo que pasó.

—Sí, profe —respondió resignado otra vez.

–Vení conmigo.

Observó cómo ambos entraban directo a la escuela; Isabel estaría allí dentro. Tal vez los bomberos ya habrían llegado, o tal vez no. De igual forma, la directora buscaría un culpable de tal “broma.”

Avanzó cerca de sus compañeros, aunque le era complicado ya que las muletas le molestaban demasiado, parecía como si fueran totalmente innecesarias para sus piernas. Necesitaba encontrar a Dedé antes que expulsaran a Ricky.

—Rafa, ¿has visto a Dedé? —preguntó al arquero.

—Sí, está por allá con Pablo. Cuando vio a su amigo se dio cuenta que tenía puesta una remera cotidiana, en vez de la perteneciente al uniforme. Al acercarse más —y con suma dificultad— notó que llevaba unos ordinarios jeans. Realmente sólo portaba los botines y probablemente las medias, lo que le resultó muy extraño. Él ya estaba cambiado antes que el plan se pusiera en marcha.

—¿Podemos hablar un momento? —preguntó a Dedé. Este lo miró con una indescifrable expresión.

–¿Qué pasa, Gabo?

–¿Por qué tenés puesta esa ropa?

–No tiene caso dejarme el uniforme; Gabo, vos y yo sabemos que no podré jugar bien en el entrenamiento.

—¡Pero al menos podés intentarlo! —replicó Gabo—. Ricky acabá de encender la alarma de incendios para darte tiempo.

—¿Darme tiempo? —cuestionó extrañado.

—Pensamos que podríamos darte tiempo para... —Dio un pesado suspiro—; devolverte la confianza. Pensamos que podríamos hacer que recuperaras la confianza, sin tener tus medias de la suerte antes de la práctica.

—¿Dónde está Ricky? —preguntó desviando la mirada.

–Con Francisco.

–¿Francisco?

–Sí.

–¿Qué hace aquí?

—Eso no importa, Dedé —espetó—; Francisco lo vio a Ricky mientras encendía la alarma; y como no podía decirle por qué lo hizo... Se lo llevó a hablar con Isabel. Su amigo agachó la cabeza, sin responder. —¿No vas a decir nada? —preguntó un tanto enfadado—. ¡Pueden expulsar a Ricky por eso! —¡Ya lo sé, Gabo! ¿Pero qué querés que haga? Yo no puedo decirle nada a Isabel, para que no expulse a Ricky. —No, pero podés intentarlo con Francisco —el brasileño guardó silencio—; Ricky se arriesgó por vos, ahora hacé lo mismo por él. —Tenés razón —dijo motivado—. ¿Para dónde se fueron? —El delantero sonrió.