Seis (✔️)

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Una oportunidad para ser

Wendell

Me había vuelto loco de remate.

Debería pedirle a mis familiares para que me coloquen en un psiquiátrico.

¿Cómo fue posible?

¿Por qué diantres lo hice?

Ahora no podré volver a ese chico a los ojos.

"¿Eres gay?"

"No lo sé"

Esa escena se repetía una y otra vez en mi mente dándome ganas de gritar.

Mis trabajos no me distraían lo suficiente ocasionando que mi mente vagara constantemente, y por ello terminara planteándome aquellas estúpidas preguntas.

¿Me gustan los hombres?

¿Las mujeres?

¿Ambos?

¿Soy extraterrestre?

Todo es un dolor de cabeza de nunca acabar.

― ¿Cuando te masturbas en quién piensas? ―me preguntó apareciendo de la nada la cantarina voz de Donovan logrando avergonzarme.

Mire hacia el piso.

―No pienso responder a eso, ―susurré a duras penas.

― ¿Acaso estoy al frente del mismo Wendell Fitzgerald que se atrevió a darme un piquito? ―preguntó levantando con un poco de fuerza mi barbilla y ocasionando que nuestras miradas chocarán.

―Supongo que sí... ¿piquito? ¿Qué es eso? ―cuestioné intentando cambiar de tema, porque a pesar de que jamás me atrevería a decirlo en voz alta Donovan también me agradaba más de la cuenta.

Quizás fueran sus delicadas facciones las que le daban un aire de ternura, o sus ojos rasgados y oscuros, los cuáles eran sorprendentemente expresivos. E incluso esa mueca que siempre hacia cuando estaba disfrutando de algo.

No lo sé, pero era lo suficientemente cuerdo como para admitir que mi vecino era un joven muy atractivo y por eso mismo necesitaba ir al psiquiátrico, porque de quedarme más tiempo admirándolo podría hacer alguna locura por mero impulso.

Un impulso que no tenía ni idea que había estado conteniendo durante toda mi existencia.

Es gracioso como resultan las cosas.

Me castigan y me encierran en un mundo que no conozco pero a pesar de ello nunca me había sentido tan libre.

―Un piquito es un beso que solo implica la comisura de los labios, ―respondió notablemente divertido.

Asentí con la cabeza algo decepcionado.

―De acuerdo gracias por información es hora de irme, ―comenté con toda la intención de voltearme pero en eso escuché un carraspeo que logró detenerme.

― ¿No vas a invitarme a salir? ¿Ni una cena? ―preguntó sorprendiéndome por completo.

Una cita.

Jamás había estado en una que no implicará algún negocio de por medio.

―No tengo mucho dinero, ―respondí con honestidad aunque la verdad era que no quería presionarme a ir algún sitio del que luego me arrepienta.

Palabras MágicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora