Algo bueno en el supermercado
Donovan
No volví a ver al inglés pedante que había hecho llorar a mi hermanito durante varios días.
Me hubiera gustado comentarle a mi abuelo al respecto y tener una opinión imparcial pero como de costumbre él evita o ignora mi presencia cada vez que tiene la oportunidad y por eso mismo decidí dejarlo pasar.
Adam está consciente que provocó una vena sensible de Wendell, pero a mí parecer ambos deberían pedirse perdón mutuamente y avanzar.
No es bueno quedarse con rencores estúpidos.
Y según escuché decir a la vecina chismosa de tercer piso, había encontrado un trabajo.
Un trabajo que implicaba vestirse literalmente de un príncipe.
Lo sé, extraño.
Pero ciertamente, no recuerdo ningún príncipe de Disney con sus características físicas pero quién sabe, tal vez haya aparecido uno nuevo.
―Entonces... ¿Nos vemos el sábado? ―preguntó una voz desconocida voz proveniente del principio de las escaleras.
―Aún tengo que pedirle permiso a mi hermano, ―respondió la dulce voz de mi hermosa hermana pequeña, Belle.
Mi corazón, mi pobre corazón.
Ella estaba creciendo y aunque lo deseara no podía hacer nada al respecto.
¿Se habrá sentido así mi madre cuando traje a mi primer novio a casa?
Ojalá no se repita la historia, porque de lo contrario, lidiar con una pequeña rebelde con el corazón roto no será una tarea sencilla.
―Solo iremos a la feria, preciosa. Estoy seguro que aceptará, yo cuidaré de ti y si es necesario podemos llevarlo con nosotros, ―comentó ese muchacho de cabello oscuro y complexión atlética.
No era capaz de ver su rostro pero era más que obvio que sería atractivo, ya que su tono confiado lo delataba.
Lo vi alejarse y me apresuré para regresar a mi piso para no despertar sospechas cuando de pronto me choqué contra alguien.
―Mira por donde vas, Donovan, ―pidió esa voz con su sin igual acento británico haciendo imposible que no llamará mi atención.
Lo observé fijamente, estaba vestido con ropas casuales, limpias y ordenadas.
Muy diferente a cuando lo vi por primera vez.
―Podría decir lo mismo de ti, Wendell, ―comenté rodando los ojos en un intento de hacerme el interesante. ― ¿Hacia dónde vas? ―pregunté al notar que una lista de compras se había caído de su bolsillo.
―Al supermercado, ―comentó cabizbajo.
¿Por que se iba tan avergonzado?
Por mi lado, amaba ir al súper.
Siempre me regalaban dulces o postres que degustar y con los cupones que colecciono siempre ahorraba una muy buena cantidad de dinero.
Sonreí con ganas.
Después de todo, necesitaba con urgencia un nuevo compañero de compras porque ahora parece que Belle ya no tendrá tiempo para mí.

ESTÁS LEYENDO
Palabras Mágicas
Historia CortaNegación. Negativo. Negado. Esa era la definición por excelencia de Wendell Fitzgerald. ―Solo tienes que decir las palabras mágicas y seré tuyo para siempre, Wendell. ― ¿Lo juras? ―Por supuesto que sí, soy un hombre de palabra. ―Hombre. ―Si, Wend...