Dieciséis (✔️)

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Casi normal

Wendell

―Tengo la peor suerte en el amor del mundo entero, ―sentencié con ganas de matar a medio mundo y con la cabeza martilleándome a mil por hora.

―La verdad es que no hay nada que pueda decirte para hacerte sentir mejor, estás indudablemente jodido, ―aseguró mi hermano mayor, quién se encontraba sentado a mi costado tomando con toda la paciencia del mundo una copa de vino.

Era extraño verlo tan calmado pero no era el momento de reflexionar acerca de su nuevo listado de actitudes.

―Tu forma de animarme no conoce límites, Philip, ―apunté rodando los ojos.

― ¿Qué te quieres que te diga, lagartija? ―preguntó encogiéndose de hombros. ―La persona que más querías en el mundo se enlistó en la guerra y aunque tenemos contactos, ninguno podrá asegurarnos que vivirá, ―agregó meditativo,
mientras se acomodaba una y otra vez en su asiento.

El problema con Philip era nunca saber lo que en verdad estaba pensando y aunque estuviera comportándose muy sensato conmigo, era inevitable que tuviera mis dudas al respecto.

―Secuestrémoslo por segunda vez, ―interrumpió Channel sacándome una risa amarga, qué tal vez sonó más chillona de lo que pretendía. ―Está vez con toda su familia incluida, pueden vivir en el sótano, ―agregó con una mirada pensativa que indicaba que no estaba bromeando, o al menos eso era lo que pretendía para animarme.

Rodé los ojos y la encaré.

― ¡Imagínate los tabloides en todas las revistas de Inglaterra: La familia Fitzgerald cada vez se hunde más! ―me burlé con suspicacia.

Ella por su parte, lanzó su lata de cerveza vacía con el objetivo de dar con mi cabeza, pero para mi buena suerte, Channel poseía una muy mala puntería y dicho evase terminó hiriendo a una planta.

― ¡Esperen! ―exclamó Dylan, mi hermano menor con los ojos abiertos de par en par, mientras que para la desgracia de la ama de llaves regaba un poco de su gaseosa en el tapete. ― ¿Ya han secuestrado a una persona antes? ¿Cómo? ¿Cuándo?

Y sí, todos nos encontrábamos a puerta cerrada dentro de la estancia personal de Philip.

Él supo en el segundo que llegué a casa que algo andaba realmente mal.

No se demoró demasiado en despertar al resto y obligarlos a subir hasta aquí, una verdadera fortuna que no pusieran demasiada resistencia al respecto.

―Tu no escuchaste nada, puerco, ―indicó Philip negando con la cabeza, seriamente. ―Absolutamente nada.

―De acuerdo, tienes razón no lo hice, ―dijo Dee solemnemente con una mueca un tanto infantil. Acto seguido se colocó a mi costado. ― ¿Bueno y que más?

― ¿A qué te refieres? ―pregunté entrecerrando los ojos.

―Vamos Wen, esa noticia no te espanto de todo... ¿qué más te dijo? ―cuestionó logrando aumentar el interés de tanto Philip como Channel en cuestión de segundos.

―También me pidió que le dijera ese par de palabras mágicas que nunca en mi vida le he dicho a alguien, ―respondí negando con la cabeza, mientras le daba un sorbo a mi jugo de durazno. ―Como nunca nadie me lo dijo. Nos lo dijo, ―me corregí a mi mismo dándole una mirada de soslayo a Philip. ―Jamás hice el intento de comprender su significado o su sentimiento hasta ahora, ¿qué opinan ustedes?

Palabras MágicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora