Los otros Fitz
Wendell
―No puedo creer que te hayas conformado con tan poco, lagartija, ―comentó de pronto una voz que reconocería hasta en mis más locas pesadillas.
Philip Fitzgerald.
Mi odioso medio hermano.
¿Cómo era posible?
¿Acaso estuvo espiándome?
¿Qué es lo que sabe?
¿Para qué vino?
Luego de voltear todo mi cuerpo hacia su dirección puede observar cómo salía de la oscuridad de un callejón sin salida.
Lo primero que note era que no estaba llevando ropa formal, había dejado atrás las camisas a medida, trajes de diseñador y pañuelos de seda, para aparecerse con un par de bermudas de jean, una camiseta sin mangas de color blanco junto con unos característicos lentes de sol tipo aviador.
― ¿Has estado siguiéndome? ―pregunté sin poder creérmelo del todo.
Philip rió con pura malicia.
Por mi lado tan solo atiné a rodar los ojos.
Era de esperarse.
―No tengo tanto interés en tu vida, lagartija. Pero admito que me causo mucha intriga escuchar al detective que contrato Corin mencionar que habías estado trabajando en un centro comercial, ―indicó dejándome helado.
Papá me había estado vigilando.
Mierda.
― ¿Y solo descubrió eso? ―cuestioné preocupado.
Philip se irguió demostrando su prepotencia.
―Te preocupa la salud mental de tu amiguito, ¿no es así? ―comentó con una sonrisa ladina. ―Descuida Wendell, tu secreto estará a salvo conmigo.
Alcé una ceja.
― ¿Por qué debería creer o si quiera confiar en ti?
Philip me observó seriamente, se quito las gafas de sol y me enseño aquellos ojos grises que tanta atención recibían a diario.
―Esto es por mi culpa, ―comentó señalando la pequeña cicatriz que tenía en el cuello debajo de mi oreja izquierda.
Casi no se notaba pero cuando nuestro padre me tiro un jarrón de vidrio por defender a Philip.... Parecía que iba a morir desangrado y aún así a él no le intereso en lo más mínimo.
Use varias cremas para lidiar con la profundidad y la hinchazón.
Pero mi medio hermano se negó a aquellos tratamientos.
Y entendía el por qué.
Philip tortutaría eternamente a Corin Fitzgerald por aquella fatídica noche y sin duda alguna, todos los rasguños alrededor de su espalda lo ayudarían con aquella tarea.
―Lo hubiera hecho por ti o Channel, ―afirmé con solemnidad.
―Lo sé, siempre fuiste el más noble de la familia, y quiero que sepas que esa característica es para mí muy importante, ―comentó dando un pequeño suspiro. ―No tengo la moral para negar que podía percibir tu deseo por nuestra aceptación y cariño a lo largo de nuestros años de convivencia, ―siguió negando con la cabeza. ―Pero realmente es terrible pensar que si te hubieran descubierto a ti antes, estoy muy seguro que no hubiera hecho nada al respecto para ayudarte, e incluso hubiera tomado fotografías, ―reveló dejándome sin aliento. ―Tal vez no merezca un final feliz por todo lo que mi vida representa, o el intenso dolor que he logrado causarte a ti y a todos los que me rodean, pero créeme cuando te digo que espero que tú lo hagas. No cometas los mismos errores de tu hermano mayor, ―murmuró dándome un poco de esperanza.
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Palabras Mágicas
ContoNegación. Negativo. Negado. Esa era la definición por excelencia de Wendell Fitzgerald. ―Solo tienes que decir las palabras mágicas y seré tuyo para siempre, Wendell. ― ¿Lo juras? ―Por supuesto que sí, soy un hombre de palabra. ―Hombre. ―Si, Wend...