Un oso para papá.

Casa nueva, trabajo nuevo... ¡Hoy no es mi día! Cap. #2.

Marcello en multimedia. 🐻💕
_______________________*

—¡Taylor! ¿Dónde pusiste mis camisas?—le pregunté a mi hermana mientras seguía buscando en el equipaje que seguía botado en la sala.

—Deben de estar en la maleta rosa...

—¡¿En cuál de todas?!—dije ya muy desesperado ya que todas su maletas tienen la misma tonalidad de rosa.

—No entiendo porqué te ahogas en un vaso de agua Marci.—decía mientras tomaba una de las cinco maletas y la abría enseñándome todas mis camisas y otras prendas.—¿Ves? No te costaba nada revisar una por una y ver lo que traen dentro. Yo solo atiné.—me responde tranquila mientras regresaba a la cocina.

—¡Ya te dije que no me digas así, Taylor!—digo mientras saco mis camisas que estaban arrugadas. ¡No puede ser! No puedo llevar tal cosa así, no en mi entrevista de trabajo.—¡Mama' mía! ¡Te dije que acomodaras las cosas en lo que buscaba trabajo en la laptop! Mis camisas se arrugaron...

—¡Pues a planchar!—me gritó la rubia desde la cocina. Mierda... ¿Y ahora dónde diablos estará esa plancha?—Pensé mientras me ponía a buscar entre las cajas sin ningún resultado; no había plancha.

—Taylor... ¿Estás segura que empacaste una plancha?—pregunté sabiendo lo que se avecinaba;

—Creo que se me olvidó hacerlo amare'

—¡¡Taylor!!

—¡Pues ve a prestar con los vecinos! No te compliques la vida Marci.

—¡Qué no me digas así!—grité mientras escuchaba la alarma de mi móvil sonar; era la segunda de cinco. No debía llegar a la quinta o llegaría tarde.
Salí del departamento y toqué el timbre de la puerta de a lado, toqué una, dos y hasta cuatro veces hasta que por fin me abrieron; un tipo castaño, alto y de ojos verdes.

—¿Se te...?—iba a decir mi vecino pero no le deje terminar la oración al interrumpirlo.

—¡Vecino! ¡Buenos días, perdón por molestarle tan temprano!—inquirí tomándole de la mano y saludándole con rapidez.—Soy nuevo por aquí y... ¿No tendrá una plancha que me preste? ¡Es que la mía no vino en las cajas y...!—de pronto mi tercera alarma sonó; anunciando que me quedaba menos tiempo.—Se me hace tarde...—dije tímidamente, como si con esas palabras pudiera hacerle entender al tipo que de verdad necesitaba su plancha.

—Espera...—me dijo el vecino mientras se metía de nuevo a su casa y salía para darme el preciado artefacto.

—¡Gracias vecino! ¡Se lo...!—y el vecino me cerró la puerta antes de que terminará la frase. Al parecer no estaba de humor, ¡Pero me había prestado su plancha! Es el vecino más amable que conozco. Ahora sí, ¡A regresar a planchar mi ropa que se me hace tarde!

¡Pero que descortés de mi parte! Estoy tan apurado que se me olvidó presentarme; soy Marcello Bendetti, nacionalidad italiana, primogénito de cuatro hermanos. Me mudé a EUA por trabajo ya que no quería pasarme toda la vida haciendo pizzas en la pizzería de la familia, así que aproveche venirme con mi hermana Taylor que obtuvo un trabajo muy bien pagado de Chef en esta ciudad. Yo en cambio opté por estudiar contaduría y ahora he conseguido una cita de trabajo... de... secretario. ¡Si, ya sé! Ni yo lo esperaba cuando estudié está carrera, pero ya necesito ponerme en marcha y desempeñar lo que estudié para aportar dinero al departamento. Sobre mi vida privada... pues... anteriormente tuve un novio; pero la cosa no funcionó porqué el tipo era demasiado celoso y posesivo, y eso no va conmigo en lo absoluto.

Entré de nuevo al departamento y encontré el desayuno listo mientras mi hermana ya estaba degustándolo.—¿Ya comerás Marci?—preguntó.

—Tengo que planchar mi atuendo, y ya te dije que me dejes de llamar así, ¡Por Dios Taylor! No somos niños.—dije mientras me dirijo a mi cuarto y ponía en cama la camisa y el pantalón que plancharía. Me tomé mi tiempo para que quedara perfectamente planchada y sin ninguna arruga, podría decir que soy algo quisquilloso y perfeccionista con mis cosas, realmente no me gusta mucho el desorden.
Salí vestido y listo para irme pero Taylor me esperaba estorbando en la puerta.—A un lado...—dije entrecerrando los ojos.