Un domingo y tres italianos. Cap. #10

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Hoy había sido un día de gran avance para el oso. Su jefe; el hombre más guapo y sexy que ha visto desde que llegó a la ciudad le confesó que él también le atraían los hombres. Y para su suerte; ¡es pasivo! Se sentía sumamente efusivo y no era para menos, para Marcello fue como sacarse la lotería, y es que además de eso Evans demostró que realmente le atrae su secretario ese mismo día en su "escena" algo candente en el cuarto de lavandería. No hay muchas personas que aún conserven o tengan el gusto "particular"–en lo que respecta a hombres–de que sus parejas sean robustas y tengan una capa de abundante vello en el cuerpo, pero para fortuna del italiano su jefe siempre a fantaseado con que su pareja de vida tenga esas características corporales.
Ciertamente cuando Marcello era más joven se avergonzaba de su cuerpo; "¿Quién iba a querer a un gordo peludo?" Era lo que siempre se preguntaba, pero después comenzó a ejercitarse–sin perder tanto peso, sólo dándole tonificación a sus músculos–haciendo una dieta más saludable para así convertirse en el oso tonificado y robusto que es hoy en día.

Después de salir de la casa de su jefe, le informó al taxista que le llevase a un "Mr. Potato" y le esperase allí, para así poder comprar la cena que le había encargado su hermana para sus primos que habían llegado sorpresivamente hoy a la ciudad. Los mellizos D' Morelli Bendetti, hijos de la tía Franchesca, el solo recordar su nombre hacía que un escalofrío recorriera toda su espina dorsal, erizándole la piel. Si a su padre le temía y le guardaba un gran respeto, bueno, a su tía mucho más; aquella mujer es de carácter severo y certero, casi que una comandante de las fuerzas armadas en la familia, y no era para menos; se divorció de su marido a los dos años de casados solo porque él era muy "suave" de carácter, así crió a sus dos hijos a su manera como una verdadera mamá soltera-guerrera y luchona. No le sorprendería que Paco y Beth estuvieran bien educados y hasta entrenados para la guerra, por ello también suponía que serían de mucha ayuda en el departamento con los deberes del hogar y hasta contribuyendo económicamente. Si algo tienen los Bendetti es que son muy trabajadores y honrados.

Después de haber hecho su compra subió nuevamente al automóvil amarillo y, en unos minutos más estaba llegando al edificio residencial donde vivía actualmente con su hermana Taylor. Agradeció al conductor y le pagó la tarifa marcada, como acto seguido subió las escaleras y, al llegar a su departamento tocó la puerta la cual se abrió a los pocos segundos, dejando ver a una sonriente joven de cabello castaño claro y unos ojos azul grisáceo que penetraban hasta el alma.

—Beth...—pronunció su nombre como si no se lo creyese. La chica frente a él no tenía nada que ver con la niña que conoció y con la cual convivió hace algunos años, en verdad que el cambio era sorprendente. Era verdad, los mellizos tienen 18 años... lo que quiere decir que... tiene siete largos años que no los veía, vaya; ese es un gran y extenso largo tiempo.

—¡Un elefante!—gritó sarcásticamente mientras ponía una cara de horror. Lo único que no ha cambiado.—pensó Marcello, recordando la personalidad de la pequeña; toda una "pequeña diablilla".—Nah, es broma. Solo es el obeso de Marcello.—avisó con sorna para después reírse efusivamente delante del mayor, quien solo podía observarla mientras de carcajeaba estruendosamente.

—¿Terminaste?—inquirió el Marcello con tono serio, Beth acabó de reír y después se le tiró encima al oso para abrazarlo muy afectuosamente, después de todo también lo quería mucho y aquellos años separados solo había incrementado las ganas de volverle a ver y darle un gran y caluroso "abrazo de oso".

—¡Te extrañé mucho gordo!—espetó de manera alegre, aunque siendo sinceros al mayor no le agradaba que siguiera llamándolo de esa forma, ni que hiciera chistes sobre su peso, aunque no tenía de otra; la chica jamás entendió y muchos menos logrará reformarla a esta edad.—Solo era una broma.—dijo, aunque sino fuera porque la conociese diría que aquello tuvo tono de "disculpa".

Un oso para papá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora