II. La maldición

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Al recordar que no sabía defenderse apropiadamente con una espada, Frozzer pensó en entrenar en algún ligar especializado para eso.

-Tal vez deba buscar a algún maestro que me entrene, aunque no soy de los que les hace caso a la autoridad. No importa, ya me preocupare por eso después, ahora debo buscar una cueva o algo para dormir hoy.- pensó mientras se dirigía al bosque.

Vagó sin rumbo por unas horas hasta que le entró hambre.


-¡Olvidé traer comida! ¿Como se me pueden pasar estas cosas por alto? Supongo que solo debo buscar fruta o pescar algo.-

Frozzer deambuló por el lugar un rato buscando un árbol frutal o algún arbusto con bayas, pero su busqueda fue un fracaso.

-A este paso no comeré nada hoy-. Dijo para si mismo.

-Un momento, ¿Que es ese olor?-.

Frozzer percibió un olor, era comida, y no cualquier comida, era carne, un delicioso trozo de carne siendo asado a la intemperie, no lo pensó dos veces y siguió el olor para saber de donde venía.

-Parece que estoy de suerte, tal vez pueda robarle su comida a quien sea que esté cocinando por aquí-. Pensó.

Caminó no más de 5 minutos cuando se topo con una fogata, se apreciaba una pequeña rejilla con patas colocada encima de esta y sobre ella un gran trozo de carne casi a la perfección.

-Es demasiado bueno para ser cierto-. Dijo mientras se relamia.

En el lugar también habían dos mantas en el piso, como si dos personas estuvieran descansando ahí, pero a Frozzer no le importó en lo mas mínimo, el solo tenía ojos para ese jugoso trozo de carne, cuando se dispuso a clavarle su cuchillo y poder darle una mordida escuchó una voz grave detras de él.

-Vaya vaya, Frozzer Blades, no puedo creer que justo a quién estamos cazando haya venido directamente a nosotros, ¿No es increíble Al?-. Dijo aquella voz.

-Tienes razón Gus, es como un regalo del cielo-. Respondió Al mientras tronaba sus nudillos.

-Pero si son mis amigos los mastodontes, creí que se habían cansado de buscarme-. Dijo Frozzer en un tono burlón.

-Mira que espada mas bonita lleva Gus, eso debe valer mucho dinero-. Dijo Al.

-Tienes razón, ¿Que tal si nos das esa espada y después nos pagas lo que nos debes?-. Dijo Gus riéndose.

-Claro que la tendrás, pero atravesando tu estomago-. Respondió Frozzer con una pequeña sonrisa.

Rápidamente tomo la empuñadura de Rezzord, dispuesto a blandirla, tiro fuertemente de ella para atacar a los Hermanos AlGus, sin embargo, Rezzord no cedía.

-¿Qué pasa, es demasiado para ti?-. Se burló Al.


-Mira Al, nos amenaza y no puede ni desenfundar esa espada.- Dijo Gus.


-Mierda, mejor me escapo rápido-. Pensó Frozzer.

Sin embargo, antes de que pudiera hacer nada, Al y Gus lo tenían rodeado y de espaldas contra un grueso y gran árbol, rapidamente los Hermanos AlGus sacaron dos ballestas y apuntaron a la cabeza de Frozzer.

-Bueno, supongo que no me queda de otra que usar "eso"-. Pensó Frozzer.


Cuando de pronto un grito lo sorprendió, tanto a él, como a los Hermanos AlGus.

-¡Ahi están, los Hermanos Algus, no se nos escaparan ahora!-. Gritó un miembro de la guardia real.


-Al, nos encontraron, corramos- dijo Gus asustado.


Sin embargo, Al ya habia empezado a correr.

-¡Al, no me abandones!-. Gritó Gus mientras corria tras el.

Por su parte, Frozzer, aprovechó la conmoción para esconderse en un árbol cercano, cuando la guardia se fue, bajó para comer el trozo de carne que habían olvidado los hermanos, ya fuera de peligro entró a una cueva cercana y probó desenfundar a Rezzord, cosa que no logró.

-Maldito anciano, me dió una espada que ni siquiera puede sacarse de su funda, al menos no tuve que recurrir a usar mi última carta.-


Pasó la noche en esa cueva y a la mañana siguiente se propuso a vender la espada en el bazar del pueblo, sin embargo no recordaba el cmaino de regreso y su brújula no funcionaba bien.

-No puede estar pasandome esto, tendré que caminar sin rumbo.-

Caminó así un par de horas, encontró algunos árboles frutales.

-Ojalá los hubiera encontrado antes y evitarme todo ese peligro, al menos ahora se que la gran Cortadora del Vacío ni siquiera puede ser blandida-. Dijo mientras pateaba un monton de piedras.

-No puede ser blandida por nadie que no considere digno.- se escuchó.

-¿Quién dijo eso? Muestrate-. Dijo Frozzer mientras volteaba a todos lados.

Un hombre con una mascara divida diagonalmente de colores blanco y negro, de una estatura mayor a la suya y demasiado delgado salto del árbol frutal.

-Yo, ¿Hay algún inconveniente joven ladrón?-. Respondió aquel hombre con un tono burlón.

-¿Como que ser digno? No se de que hablas.- dijo Frozzer.

-No esperaba que un simple ladrón como tu lo entendiera, permíteme explicarte, la Cortadora del Vacío, está maldita, nadie puede blandirla, a menos que sea digno de ella-. Dijo el enmascarado.

-¿Me estás diciendo que debo ser alguien con honor y valores para poder usarla?-. Pregunto Frozzer.

-Oh no, claro que no joven ladrón, para ser digno de la Cortadora del Vacío, hay que ser fuerte, ser mejor que los demás, simplemente eso, fuerza, cualquier tipo de fuerza, ya sea mágica, mental o física, pero debes ser el más fuerte para poder blandirla, sin embargo, todo el que no ha sido digno de ella y ha intentado sacarla de su funda, a muerto casi al instante, esa es su maldición, no puedo evitar preguntarme ¿Por qué sigues vivo?-. Preguntó el enmascarado-.

Frozzer se quedó callado un momento y respondió.

-Quizá sea porque tenemos eso en común-.

FrozzerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora