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"Uno, dos, estás soñando

Tres, cuatro, no vuelvas sola

Cinco, seis, date la vuelta

Siete, ocho, ¿él es el monstruo?

Nueve y diez, ¿a dónde fue?"


—¡Ether! —desperté en medio de la noche, agitada.

Podía sentir mi corazón latir con fuerza contra mi pecho, como si hubiese corrido una maratón. Al parecer las pastillas para dormir no estaban dando resultado últimamente.

Tomé mi celular, que estaba sobre la mesita de noche, y marqué el numero de Ether. Ella contestó al segundo tono con voz somnolienta.

—Son las tres de la madrugada, Elleonnor, ten piedad de mi —oir su voz me tranquilizo más de lo que una aspirina podría hacer.

—¿Ether?

—¿Quien más? —su voz cada vez se hizo más clara, más real, como si todo hubiese sido una pesadilla y ella nunca hubiese desaparecido en el bosque—. ¿Estás bien?

Se me hizo un nudo en la garganta.

—Perdón por despertarte, estaba preocupada —debía contarle—, nos vemos en la escuela, ¿bien? —pero no sabia como reaccionaria—. Te quiero.

—Yo también te querría, Elle, pero no me dejas dormir.

Una ráfaga de aire frío me hizo volverme hasta la ventana. No había nada allí, pero estaba abierta, con las cortinas flotando por el viento.

Sentí un estremecimiento extraño en todo mi cuerpo cuando guardé el celular. Como si alguien, o algo, hubiese entrado a la habitación.

Miré a mi alrededor intentando distinguir las sombras que bailaban en las paredes. Aves, tal ves, era muy probable, porque no había otra forma de explicar cómo unas alas se extendían en las sombras y luego aterrizaban silenciosamente. Miré hacia la ventana otra vez. Allí no había ningún ave.

.

Ether ya estaba en el aula de clases cuando llegué, también estaba él, el chico más malditamente molesto que me había prestado atención. Me miró con la mejilla apoyada de su palma y me guiño un ojo. Lo ignoré, esperando no ponerme roja de vergüenza.

Me senté junto a Ether, la chica nueva aún no había llegado y esa era una buena oportunidad para hablar con Ether.

—Por tu culpa no pude volver a dormir —dijo pintando sus uñas de un rosa chillón para combinarlo con su crop top sin mangas.

—Perdón. Tenemos que hablar sobre algo que paso anoche.

—¿Cuando me llamaste?

—Mucho antes ¿Recuerdas ayer cuando me llevaste a casa?

—¿De que estás hablando? —levantó la cabeza para mirarme, frunciendo el ceño—. Ayer me dijiste que te irías sola caminando por la oscura y tenebrosa carretera que lleva a tu casa.

—Eso no es cierto, te quedaste en mi casa y estuvimos hablamos de... —señalé a Keim con disimulo, él cual me miraba fijamente.

—No, no lo hicimos —dijo, muy segura de si misma.

Fruncí el ceño, estaba mintiendo, nada de eso tenia sentido, recordaba perfectamente que nos habíamos duchado juntas, y que habíamos cenado unas tostadas y ella se había echo ese asqueroso jugo de tomates. No todo podia haberlo imaginado.

𝐴́𝑛𝑔𝑒𝑙𝑒𝑠 𝑦 𝐷𝑒𝑚𝑜𝑛𝑖𝑜𝑠  [#1/COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora