𝐴́𝑛𝑔𝑒𝑙𝑒𝑠 𝑦 𝐷𝑒𝑚𝑜𝑛𝑖𝑜𝑠 [#1/COMPLETA ✔️]

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Wattpad me puso los guiones cortos, sorry😤

Regla básica del sobreviviente #1:

¿Qué haces cuando encuentras cosas extrañas?

Ignorarlas

-¡Nena, estaba preocupada! -gritó Ether cuando nos encontramos durante la mañana en el jardín de la escuela, parecía no haber dormido nada- ¡Estaba muerta de miedo, pensando en ti y en que te encontraste con Jack el destripador o un maniático con hacha! ¡O peor!

Me sacudió, tomándome por los hombros.

-Que te habían violado y mutilado y dejado tirada en un basurero... Un basurero verde, sin nada de estilo, ya sabes, como los asesinos de ahora. Tan simples.

-Estoy bien, gracias por tus buenos deseos.

-¿Donde estabas? Tu madre me llamó a mitad de la noche y tuve que decirle que estabas conmigo. ¿Por qué no me llamaste?

-Me quedé varada en el camino y me encontré con Keim -no me apetecía contarle lo que había pasado, así que fui al grano-, él me llevó a casa.

Esther me dirigió una mirada furtiva, analizándome, analizando incluso mi cuerpo como un sabueso.

Había ocultado la marca en mi garganta con una camisa cuello de tortuga, así que nadie podría verla. Ni siquiera ella, que tenía esa capacidad de hermana mayor conmigo que la llevaba a adivinar todo de mi con una mirada.

-Ya, Keim, si. Oh, tengo que entrar, mi novio me está esperando adentro. Te espero en clase.

Que Ether se hubiese ido en ese momento fue lo más correcto, porque entonces todo ocurrió demasiado rápido para darme cuenta correctamente.

Estaba sacando mi mochila del coche cuando escuché un gritó.

Un auto se acercaba a toda velocidad directo a mi, descontrolado. Oí a alguien chillar de pánico, quizás era mi propio grito. Intenté correr, moverme, lo que fuera, pero era demasiado tarde.

Mis sentidos se volvieron lentos y no enfoqué nada más después de ver a Ether correr por las escaleras para entrar.

Entonces llegó el impacto, contra mi torso y cadera.

Me golpeé fuerte la cabeza con mi coche al retroceder por el impacto, y vi sangre, con un pitido molesto en mis oídos. Manchitas rojas se enfocaron en mi visión cuando salí impactada hacia atrás.

Al caer al suelo, supe que el auto iba a arrollarme.

Y esperé, aterrada y con los ojos cerrados a que llegara, pero no fue así.

Abrí los ojos lentamente y enfoqué el cielo, las copas de los árboles y el edificio rojo frente a mi. Y a un chico. Por un momento imaginé que era Keim, pero estaba equivocada, porque los ojos de este chico eran completamente dorados, casi como miel.

Emití un gemido de dolor, y él pareció asustarse. Entonces me di cuenta de que algo extraño pasaba.

Miré a mi alrededor, aturdida. El auto estaba a centímetros de nosotros, con mi coche al otro lado, rodeándonos, y ese chico lo había detenido con una mano. La puerta del auto, donde él tenía la mano, estaba destrozada y abollada, y gracias al cielo no había nadie dentro, porque seguro hubiese muerto aplastado.

Él estaba arrodillado a mi lado, sosteniendo mi cabeza con su mano para detener el sangrado y el impacto que seguro me habría dado si golpeaba el suelo. De seguro yo también hubiese muerto si no fuese por su mano.