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Una hermosa botella de arsénico

No entendía el significado de locura hasta esa mañana.

De un extraño accidente en coche pasé a meterme ilegalmente a propiedad privada en plena mañana, sólo porque a un chico raro se le apetecía meternos en problemas.

Quizás era yo la única preocupada en lo que estábamos haciendo, porque incluso Ether estaba entusiasmada.

—¿Donde aprendiste a abrir esas cosas?

Keim miró a Ether con una sonrisa maliciosa.

—Te sorprendería la cantidad de cosas que se abrir.

Ella se rió.

—En realidad no me sorprendería.

Yo no lo veía como una broma, estábamos a punto de meternos ilegalmente a una tienda que sólo abría por las noches, es un barrio espantoso y seguramente siendo vigilados por más de un marginado-mata-adolescentes.

—No sé que hago aquí —dije, mirando alrededor de la calle—. ¿Qué pasa si viene la policía? ¿Y si la puerta tiene esas alarmas como en las películas y nos descubren?

La puerta finalmente se abrió, y Keim empujó hacia adentro. No sonó ninguna alarma, y él me miró con una amplia sonrisa de «Sé lo que hago».

—Señoritas —con una sonrisa burlona, nos hizo una reverencia algo exagerada, señalando la puerta.

—Voy a entrar —dije, mirando toda la comida en los estantes—. Pero sólo porque tengo curiosidad.

Nuestro intentó de vandalismos se estropeó cuando fuimos descubiertos con las manos en la masa.

—¿Qué intentan hacer?

Los tres nos volvimos, sorprendidos por la voz del otro lado del callejón.

Era Jaco, uno de mis muchos compañeros de deporte a los que poco quería ver en ese momento. Como siempre, él usaba una camiseta que marcaba su figura atlética, y su cabello corto estaba perfectamente peinado. Y no había nada más que decir de él, porque nunca me detenía a detallarlo lo suficiente.

Iba a decir algo lógico, pero todo lo que hice fue quedarme muda ante la sorpresa de haber sido descubierta.

Keim habló, muy tranquilamente.

—Vamos a robar esta tienda, como sea piensa que ellas me están obligando, lo cual no se aleja de la verdad.

Jaco dirigió su mirada oliva hacía el bate de béisbol en las manos de Keim. Si estaba sorprendido, no lo demostró.

—Ya, como se nota que te tienen contra la pared, Blace —afirmó con una sonrisa.

—¿Qué haces aquí? —logré decir—. Se supone que estés en clase.

Se encogió de hombros, acercándose y mirando dentro de la tienda abierta.

—¿Cómo ustedes ahora? —dijo distraídamente—. ¿Realmente piensan robar esta tienda?

Keim y Ether habían perdido por completo el interés en nosotros y entraron sigilosamente mirando alrededor.

—Fue idea de Keim.

Él miró distraídamente dentro de la tienda.

—¿Estuviste esta mañana en la escuela?

—No —respondió tranquilamente—, pero escuché lo que pasó, ¿te encuentras bien?

𝐴́𝑛𝑔𝑒𝑙𝑒𝑠 𝑦 𝐷𝑒𝑚𝑜𝑛𝑖𝑜𝑠  [#1/COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora