S I E T E

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  El jardín de rosas estaba más fresco que el porche delantero. La hierba estaba verde y húmeda y el intense olor a primavera de la tierra resultaba casi erótico. Después de murmurar que regresaría al cabo de una hora, Salvatore la dejo sola y se marchó.

El jardín aparecía bien cuidado. Las rosas empezaban a echar capullos. Et viejecito debía ser un buen jardinero para mantener en tan buen estado aquellas rosas.

Porque estaba segura de que el jardinero no era sino el viejo que la había encontrado aquella noche, el anciano al que había visto aquella mañana desde su ventana.

Se volvió a mirar a la casa, sacudiendo la cabeza con incredulidad. Desde cualquier ángulo, el edificio era una mezcla demencial de estilos arquitectónicos que producían una impresión general extraña e inquietante.

Cruzo la húmeda hierba y se sentó en uno de los bancos de madera oculto tras los arbustos. Tenía la sensación de que alguien la observaba, aunque sabía que nadie podría ver nada detrás de aquellos arbustos. Se quedaría un rato allí, completamente sola, a pensar en el mejor modo de escapar.

Se reclino contra el respaldo y cerró los ojos. Su salud mejoraba día a día y nadie le había hecho ningún daño. Era cierto que estaba allí contra su voluntad, pero también lo era que cada vez se sentía mas fascinada por las personas que la rodeaban, especialmente por Kyung Soo. Si él se rindiera de pronto, dejaría en paz a su padre y la dejaría libre a ella, sin duda se sentiría contenta y aliviada, pero también algo decepcionada. Hacia solo unos días deseaba ir a Europa en busca de aventuras. Y ahora estaba segura de que cualquier cosa que pudiera ocurrirle no sería nada comparado con lo que había vivido en la última semana.

Abrió los ojos y se inclinó hacia adelante. Al otro lado de donde estaba ella, había un hombre inclinado sobre la tierra, concentrado en su trabajo. Sus manos eran viejas y rugosas y el pelo que escapaba de su visera era completamente blanco. Debió sentir la mirada de ella porque levanto la vista y Meg se encontró mirando los ojos más amables y gentiles que había visto nunca.

—Creí que estabas dormida —dijo, echándose hacia atrás.

—He venido a buscarlo.

—Estaba seguro de que vendrías. ¿Les has preguntado por mí?

—Nadie admite que usted exista.

El hombre sonrió dulcemente.

—No me sorprende. Tal vez no exista. ¿Te gusta mi jardín?

—Es muy hermoso.

—Es todavía mas bonito cuando los rosales están en flor. A mediados de mayo es una es una orgia de color y olor. Un lugar ideal para una boda.

Meg lo miro sorprendida.

—¿Va a casarse alguien? —pregunto.

—Aquí no —repuso el, con tristeza—-. El único que podría casarse seria Kyung Soo y el nunca sale a la luz del día...

—¿Por qué no?

—Pregúntaselo a él.

—Se lo pregunto a usted —repuso ella, testaruda.

—Pregúntame algo a lo que pueda responder. Has echado a ese ministro loco ¿verdad?

Megan pensó que, en aquella casa, todo el mundo parecía saber siempre todo lo que ocurría.

—Loco es la palabra exacta —dijo—. Me ha dado la impresión de que estaba dispuesto a meterme en una caldera de agua hirviendo para sacarme el diablo

El Fantasma de la Noche ( con Do Kyung Soo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora