N U E V E

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  Al igual que todas las noches, Meg volvió a soñar. Se decía a si misma que eran pesadillas, pero eran más bien una mezcla de sueños eróticos y horribles que al despertar la hacían sentirse nerviosa, ansiosa y más decidida que nunca a escapar.

Esa noche se despertó en mitad de uno de aquellos sueños. La habitación estaba muy oscura, con solo una luz muy tenue filtrándose por la ventana que daba al jardín. Percibió un olor a humo y una cantinela distante.

Se incorporó en la cama, sacudiendo la cabeza en un intento por despejarse. El olor a humo se hizo más intense y los canticos más cercanos.

Su primer pensamiento fue una continuación de su pesadilla. Se imaginó a una horda de satanistas buscándola para un sacrificio de vírgenes. Kyung Soo era el diablo reencarnado.

Pero ella no era virgen, ni Kyung Soo era la encarnación del diablo.

Sin embargo, el olor del humo y los canticos eran inconfundibles y de una cosa estaba segura. No conseguiría volver a dormirse hasta que descubriera que era lo que ocurría.

Se puso una enorme camisa de algodón sobre el fino camisón y avanzo hacia las puertas de cristal que daban al jardín. Todas estaban cerradas y el jardín parecía oscuro y desierto. Los canticos y el humo no provenían de allí.

Avanzo hacia la puerta. Creía que estaría cerrada con llave, pero giro el picaporte en un gesto mecánico y se quedó atónita al ver que se abría.

El vestíbulo estaba completamente oscuro. Vacilo un momento, preguntándose si no sería mejor volver a la cama, pero decidió seguir adelante y averiguar que era aquello.

Al fin, le resulto más fácil avanzar sin luces. El sonido de las voces, el olor del fuego, le indicaron el camino.

Subió dos tramos de escaleras, bajo uno, giro a la izquierda y luego a la derecha. Y de pronto vio una luz que salía de una habitación. No era gran cosa, solo la claridad que entraba por una ventana enorme, pero sabía que se estaba acercando a las llamas. La ventana estaba abierta, pero tenía barrotes. Se asomó al exterior y vio unas figuras vestidas de blanco. Eran personas cubiertas con sábanas blancas, en las que habían abierto unos agujeros a la altura de los ojos. Serían unos treinta, de diferentes tamaños. A juzgar por la altura de algunas de las figuras, allí había también niños. Una cruz ardía enfrente de ellos, iluminándolos.

Se agarró a los barrotes y se inclinó hacia adelante en un esfuerzo por entender lo que decían. Las voces no resultaban muy claras, pero el mensaje sí. Los habitantes de la casa eran una maldición y serian barridos pronto por la espada y el fuego.

Al contemplar aquella manifestación de odio fanático, un escalofrió le recorrió el cuerpo. Reconoció el tono agudo de la voz del hombre que parecía dirigir a los demás. Era el pastor Lincoln conduciendo a su rebaño. Algunos llevaban antorchas y la joven se preguntó si habrían elegido aquella noche para hacerlos perecer por el fuego.

Alguien de entre la multitud lanzó una lata de gasolina, que al caer provoco un ruido de cristales rotos. El sonido era demasiado lejano para provenir de algún lugar de la casa, y Meg contemplo horrorizada como alguien lanzaba una antorcha, que atravesó el parabrisas roto de su coche alquilado y fue a caer en su interior.

El automóvil exploto en medio de un ruido atronador y la joven dio un paso atrás, horrorizada. Al retroceder, chocó contra una figura.

—No te des la vuelta —dijo Kyung Soo, sujetándole los hombros con firmeza.

Meg no hubiera podido desobedecer, aunque hubiera deseado hacerlo. El parecía increíblemente fuerte. Se quedó inmóvil, sintiendo el calor y la presión del cuerpo situado a sus espaldas.

El Fantasma de la Noche ( con Do Kyung Soo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora