Capítulo 9

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El sábado en la noche fuimos a celebrar a el nigth club que había dicho Anahy, pero la verdad no puede disfrutar nada, mi mente estaba en cualquier lugar menos ahí, las palabras que había dicho Elias se repetían en mi mente continuamente, trataba de pensar en otra cosa, pero es inevitable, siento que no puedo confiar en nadie, pienso que alguien me puede lastimar, pero no se quién podría ser, debería dejar de pensar en eso, todo esto no hace más que estresarme.

-Mell, apúrate- Grita Erika desde la planta baja, estaban todas mis amigas en mi casa porque tendremos una salida de chicas, al menos lograré distraerme un poco de todo esto.

-Ya voy, caray- que estrés he subido un poco de peso, tengo cinco minutos intentando entrar en un jersey que había comprado hace unos cuantos años.

-eres un maldito panda obeso, sigue comiendo y vas a explotar- la insufrible entró a mi habitación hecha una furia y comenzó a ayudarme en mi tarea, me tumbé en ma cama y comencé a moverme como si tuviera bichos hasta que por fin logré entrar en el bendito jersey.

-al fin bajas, panda- dice Anahy

-díganme, por favor que no comenzaran a llamarme panda.

-oh si- respondieron todas a el unísono

Emprendimos nuestro viaje a la playa, Eliza y Lissette son las conductoras designadas yo voy en el auto de Lissette con Pierina, Mishell y Erika, mientras que las otras fueron con Eliza.

Ya estando ahí, a lo lejos pude visualizar a Anthony jugando volley con los chicos del instituto, es muy bueno, lo malo es que no hay equipo masculino, tal vez deba disfrazarlo de mujer, creo que funcionaría, se lo comenté a Harrison y no hizo más que reírse como foca retrasada, tiempo después se acercó a nosotras.

-chicas, ¿qué tal?

-así que el niño nuevo juega volley -comenta Elizabeth -¿no creen que debemos enseñarle nuestra nueva jugada?

-vamos, Mel - me toma del brazo Yahayda

-Si, claro- digo mientras me levanto, pero en un movimiento rápido Anahy consigue llevarme a mi posición anterior.

-no entiendes que es para dejarlos solos- gruñe Anahy, últimamente se ha comportado así con ella.

Me limité a mirar a Anthony quien me miraba con una una sonrisa traviesa, sonreí también.

Mis amigas se fueron a hacer de maestras de volley. Él seguía sonriendo, se sentó junto a mí, mientras miraba el mar. No pude quitar mi mirada de su rostro, no me interesaba si lo notase o no, quería hacerlo y lo hice.

-¿sería demasiado pedante si te dijera que te daré una foto mía? - habló sin mirarme, sonriendo.

-si, lo sería.

Sonreí

-entonces, ¿me regalarías una  tuya?- dijo mirándo mis ojos.

-eres extraño, pensé que me la darías con un mensaje diciendo que eres guapo y cosas así- me reí un poco, lo que Elias haría, pensé.

-no soy como él- su mirada se tiñó de rabia. No, claro que no.

-tengo que irme, nos vemos Mitman.- habló mientras se ponía de píe.

-hasta pronto, Collins. - pronuncié, pero él ya se había ido.

Froté  mi frente con frustración, ¡qué diablos!. Me puse de píe y lo seguí, lo encontré en su carro, me paré frente a él y lo observé. su cara  estaba recostado sobre el asiento y tenía sus ojos cerrados.

-No, no eres como él- le grité para que me escuchara mientras protegía a mis ojos del sol con una mano.

Levantó su cabeza para mirarme, se sorprendió, pero sonrió, noté que lo hacía siempre que sus ojos me captaban. Sólo me miraba y sonreía, no se porque, pero lo hacía, siempre lo hacía.

Cerró sus ojos nuevamente, como meditando, y salió del coche, se recargó en su carro con los brazos cruzados sin dejar de mirarme.

-¿a qué juegas?- mis ojos se abrieron con asombro.

-¿de qué hablas?

-Melanie, te vi, se besaron, te llevó a tu casa, te mandó mensajes en notas. No soy tonto, ¿si?, no me trates como si lo fuera. Sabes lo que... Sabes que... -hizo una pausa, se acercó a mí sin dejar de mirarme- me gustas, no, es más que eso, no puedo dejar de mirarte sin tener la necesidad de acercarte a mí, de besarte, va más allá de un simple gusto, no sé como pasó, pero estoy enamorado de ti, y me siento un completo imbécil, porque aunque lo niegues hay algo entre tú y Elias.

-Elias es mi amigo, no nos llevábamos bien, el año pasado ocurrieron muchas cosas, lo estamos arreglando, no hay más. No puedo jugar, no con él.

-Recuerdas el otro día en la escuela, yo también siento cosas por ti, no puedo describirlo es como...

-No necesitas hacerlo, yo me siento exactamente igual.

Se aproximó más, nuestras narices se rozaron y sentí su aliento rozar mis labios y su aroma inundar mis fosas nasales, instintivamente cerré los ojos, sus labios rozaron los míos por un pequeño instante, pero los apartó por completo, juntó muestras frentes y sonrió, sonrió con tristeza.

-ese es el problema - susurró casi inaudiblemente.

No nos movimos por unos minutos, cuando lo hicimos no me miró, no volvió a sonreír. Subió a su auto, arrancó y se fue.

(...)

-¿Dónde estuviste? - me pregunta Erika, visiblemente preocupada.

-Estaba por ahí, no importa - me limito a responder

-¿y Anthony dónde está?

-Se fue

-así sin más - dijo levantado una ceja

-No quiero hablar de eso - la corté.

-entiendo - ella siempre ha sido así, me entiende, sabe que se lo diré así que me espera, no me presiona.

-Chicas jueguen - ordena Pierina, ella es la amiga loca y cool que todos desean.

Obedecemos, necesito hacerlo, distraerme y olvidar aunque sea por un momento esos ojos  avellana.

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