❝Gaby ha sido el amor más grande de la vida de Karla, y ahora, años después de su ausencia, Karla le escribe cartas para recordarle lo mucho que significó su tiempo con ella❞.
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Detrás de cada mirada hay una historia y dentro de cada corazón...
Sonará medio obsesivo, pero no imaginas lo feliz que me puse de oír tu voz. Quien me escuche pensará que para haber amado tu voz en realidad me cantaste tres canciones pero no, fue más simple, fue un simple hola, de esos que abren una conversación, una amistad, un nuevo camino.
No sé si tal vez en mi mirada se notaba lo emocionada que estaba de que me hablaras, pero te sonrojaste de una forma inesperada, tanto, que me sonrojé de igual manera. Éramos dos tomates intentando conversar.
Fue incómodo por un par de segundos y luego te miré a los ojos directamente, cerquita, mientras me devolvías la mirada y ahí supe que no ibas a ser un simple temblor en mi vida sino un terremoto de esos que revuelcan hasta el aire que se respira.
Me dijiste «Soy Gaby» y sentí que estaba tachando un punto en mi lista de sueños por alcanzar: saber tu nombre. G-A-B-Y, cuatro simples letras, tres consonantes, dos sílabas y una vocal; juntas, eran el nombre más bello que pude haber escuchado hasta entonces.
Examiné tus ojos por más tiempo del protocolario; vi, o al menos imaginé ver muchas cosas en ellos, desde tu bondad, tu generosidad, tu alegría, hasta lo tímida y solitaria que eras. Pero más importante, Gaby, me cautivó el color.
Ese café en tus ojos, se volvió el motivo de mis desvelos.
Nunca he creído en el concepto de perfección pero cuando pude pensar en tu nombre y verlos como sinónimos, no me quedó duda de que todos en algún momento de la vida encontramos un tesoro al cual podemos llamar perfecto eternamente.
Mi tesoro siempre tendrá esas mismas cuatro letras, Gaby, y nadie jamás podrá encontrar una perfección en su vida similar a la que tú eres en la mía.
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