✐ S I E T E ✉

3.2K 644 91
                                    

Querida tú:

Contigo coleccioné una serie de primeras veces que me hacen tener mi corazón atado al tuyo posiblemente por siempre.

Nuestra primera cita solo era una cita para mí porque en cuanto a ti, solo sabías que íbamos a comer helado... aunque tengo mis dudas porque cuando te lo pedí te sonrojaste y uno no se sonroja cuando una simple amiga invita un helado.

Nunca sabré si para ti también eso contó como primera cita, pero lo que sí sé es que yo te gustaba casi tanto como tú a mí. No era una experta en los campos del amor pero coquetearte no iba acompañado de sutilidad así que no es posible que no supieras que estaba flirteando.

Decirte que te veías preciosa y que agacharas la mirada entre agradecida y encantada; o tocar tu palma con la yema de mis dedos y que no te alejaras; o que al momento de despedirnos te abrazara por un par de mississippis más de lo normal y tú lo permitieras; todo eso me lo correspondías con la misma chispa que yo daba así que era casi magnética esa atracción entre las dos.

No sé tú, pero yo a veces sentía que tenía una cuerda en mi mano unida a la tuya y con cada mirada, esa cuerda iba haciéndose menos larga con la intención de acabarse y que tu mano terminara enlazada con la mía, como debía ser.

Un día fuiste más atrevida; pasaste de solo no rechazar mis intentos de conquistar a hacer un intento simple por tu cuenta, un cumplido de tus labios que me supo a miel y a romance: "A la luz del sol, tus ojos se ven hermosos", dijiste. Diez simples palabras que se grabaron a fuego en mi memoria y que fue tanto el calor que produjeron en mis oídos, que todo mi rostro se enrojeció salvajemente.

No sé a quién le temblaban más las manos, le latía más el corazón o se ruborizó más en ese momento, ambas parecíamos semáforos en pare y no pude responder gran cosa.

No reaccioné en el instante, pero por la noche pensé tanto en ti que por un momento sentí que en cualquier segundo llegarías a mi puerta porque escuchabas mis llamados mentales. Esa noche dormí con la sonrisa pegada en el rostro sin forma alguna de quitarla, tenía mi cuerpo en la cama pero mi mente muy, muy lejos: junto a ti.

El primer beso que te di fue tan inocente y tan amistoso que no sé si cuente como "primer beso" para ti, pero en cuanto a mí, el contacto de mis labios con la suave piel de tu mejilla fue suficiente para guardarlo como una más de mis primeras veces más hermosas.

Tu perfume me sofocaba un poco pero no me importó, fueron dos segundos de contacto y para mí fue todo lo bueno que hay en el mundo. No planeaba sentirme así por ti o por nadie pero me probaste, sin pedírtelo, el alcance y el poder que tiene un primer amor.

La costumbre que tomamos de vernos casi todos los días después de clases para charlar de nada mirando el techo o mirando las nubes se volvió mi motivación para pasar las clases con buen ánimo.

En general, tú te volviste una motivación para todo. Tu energía era capaz de encender cualquier emoción en mí y tuve la fortuna de que encendiste las más lindas: el amor, el instinto protector, la sensibilidad y la devoción.

Te tomé cariño tan pronto que a veces sentía que esa felicidad se me iba a ir con la misma rapidez y temí mucho que eso pasara. Afortunadamente no fue así, mi felicidad no se me arrebató pronto; no duró siempre, pero quizás sí lo suficiente... o un poco menos. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sarang •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora