|TRES|

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 EL TITIRITERO

No se escuchaba ni un murmullo. 

La ventana se encontraba cubierta por tablas de madera. La mujer de cabellos rojizos permanecía tranquilamente sentada en el sillón mientras las arañas caminaban por su piel. Se sentía como una muñeca, congelada en una posición hasta que el jugador lo quisiera. Envuelta en una manta sucia algo lloriqueaba en su regazo.

—Ginny Weasley —Algo pronuncia su nombre con voz de ultratumba..

—Ginny —La cosa se empezó a mover lentamente descubriendo al ser envuelto.

—¡Ginny! 

Abrió los ojos para ver a Harry —¿Te encuentras bien? Estabas gritando, ¿Quieres que busque un sanador?

—No —dijo con la voz rasposa —Estoy bien.

—Ya sabemos lo que tienes Ginn... —acaricio su mejilla ahuecada.

—Dime que pasa de una vez —Murmuró entre dientes.

—Tu cuerpo... —se aclaró la garganta, toma su mano para darle un apretón— Tu cuerpo está luchando por expulsar al... —suspiró con pesadez —bueno, al feto... Te sientes mal porque él es bastante fuerte.

—¿El... el feto? ¿Dices que es-estoy...? —Las lagrimas empezaron a rodar por sus mejillas como cascadas. Era como si alguien hubiera abierto la llave del agua —Merlín... No. No. No. No... ¡No quiero! ¡No otra vez! —se soltó del agarre de su novio y pasó las manos por su rostro.

Harry tenía conocimiento de que su novia no era muy aficionada a los niños, y que en realidad nunca había querido hijos. Sobre todo, nunca siendo tan jóvenes. Sin embargo ambos habían estado felices al enterarse que James llegaría a sus vidas... No obstante por él, Ginny debió dejar –temporalmente- su prometedora carrera de quidditch profesional... Y solo unos meses después, descubrieron sin tantos ánimos que Albus venia en camino, y junto a él un enorme ascenso en el departamento de aurores para Harry, que lo obligaba a estar horas, y a veces días lejos de casa, dejándola sola con dos niños pequeños...

Él bajó la cabeza, limpió rápidamente sus lagrimas y tiro de ella para sentarla antes de abrazarla.

—Lo lamento Ginny —Repetía en su oído a la vez que acariciaba su cabello como si fuera una niña —Estarás bien. Estarás bien.

En silencio, suplicaba que sus palabras fueran verdad.

En silencio, suplicaba que sus palabras fueran verdad

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—¿Entonces...— Tímidamente murmuró la muchachilla sentada sobre la camilla, balanceando lentamente sus pies —...hay buenas noticias?

Draco Malfoy, el joven sanador, aclara su garganta mirando con un poco de tristeza a la brujita sentada frente a él. Sus siguientes palabras no causarían gran dolor en aquella joven a la que comenzaba a considerar una amiga, puesto que las había repetido más de una vez al mes durante los últimos dos años.

Tears of a FlowerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora