|TRECE|

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PRELUDIO DE UN FINAL A MEDIAS


Una luna casi perfecta coronaba el cielo estrellado esa noche de septiembre en el Reino Unido. Mientras que en una casa de campo dos jóvenes adultos discutían a gritos.

El reloj dio veinte para las doce cuando Ivonne largó la libreta a la cara de su amigo y se sentó en el sofá cerca de la chimenea, tratando de tranquilizarse.

Teddy se sentó a sus pies ojeando con expresión cansada la libreta.

—Mira —dijo ella— Se que no es una investigación súper profesional como las tuyas ni nada de eso, pero es una idea. Y eso es más de lo que tienen hasta ahora, ¿Me equivoco?

—Pretendes que alerte a todo el departamento solo porque tienes una corazonada, Ivonne.

—Teddy mírame. —El chico volteo a verla, sus ojos marrones llenos de confianza le retorció el estomago— No estoy pidiendo que vayan todos ahora a ver si es que por una casualidad divina tengo razón. Es solo una pista. Tómalo como una idea al azar y prueba suerte, ¿sí?

El muchacho de cabellos coloridos apoyo su mandíbula en las rodillas de la muchacha, entrecerrando los ojos cuando paso sus dedos por su lacio cabello.

—Bien —Dijo después de un momento— Llamare a Harry y veré que opina.

Los ojos de Ivonne se abrieron tanto como podían. Su voz salió como un chillido horrorizado— ¿A-ahora? No lo dices enserio, ¿cierto?

Teddy sonrió de lado y antes de que pudiera mover un solo musculo, se precipito hasta la chimenea, tomo un puñado de polvos y los lanzo volviendo verde el fuego.

—¡Teddy! —Chillo Ivonne.

Él la ignoro mientras metía la cabeza y gritaba: —¡Harry! ¡Harry!

El rostro infeliz de una mujer apareció en el fuego. —¿Qué pasa Teddy? ¿Qué es todo este escándalo?

—¡Ginny! ¿Dónde está Harry? Necesito hablar con él, ¡Es urgente!

La mujer frunció los labios pero asintió y desapareció durante un momento.

—¡No puedo creer que estés haciendo esto! —Reclamó la muchacha morena— ¡Puede ser tu padrino pero es mi jefe! ¡Has dicho que mi idea es tonta! ¿Por qué crees que él pensaría diferente?

Teddy volteo dispuesto a comenzar la discusión nuevamente cuando la cabeza de la mujer volvió a aparecer. El entrecejo fruncido evidenciaba aun más su obvia molestia

—Ha salido. —Dijo— Creo que deberás llamar más tarde.

—¡Ginny! —Exclama el muchacho consternado cuando las llamas vuelven a su color natural. —¿Y ahora? ¿Qué hacemos?

—¿Hacemos? No podemos hacer nada, Teddy. Tu turno terminó y yo estoy en arresto domiciliario, ¿Qué quieres que hagamos?

Teddy se quedo en silencio analizando las opciones y los pros y contras de cada una de ellas. Mientras su amiga lo observa en silencio y negaba con la cabeza ya sabiendo lo que vendría. Finalmente miro a la chica, sonriendo con un aire misterioso —¿Confías en mi?

—Por lo general —Respondió con evasivas. Después de ser amigos por tantos años, sabía que cuando Teddy tenía esa mirada las cosas no terminaban bien. Mordió el interior de su labio —¿Qué se supone que harás?

Hizo un sonido con su lengua, aun con esa sonrisa tatuada en el rostro, y negó con la cabeza —Lo que haremos, queras decir

—No. No y no —Negó levantándose del sofá y deslizándose por el pasillo hacia su cuarto— Te repito que estoy en arresto domiciliario, por si lo olvidaste ¡No puedo salir!

Abrió su puerta marcada con un cartel de cartón que tenía su nombre escrito en letras glitter dorado, y antes de que pudiera cerrarla Teddy la frenó con su cuerpo —Por favor, Ivy. No puedo hacerlo sin mi compañera, ¿Quién me cuidara la espalda mejor que tú?

La chica se quejo y maldijo para adentro por mencionar la dichosa idea —No tengo varita, ¿Recuerdas? Tu padrino la confisco.

Teddy lamió su labio superior, un brillo en sus ojos casi la hizo sonreír.

Él desapareció por el pasillo antes de que pudiera decir algo. Estañada abrió la puerta y lo busco por el pasillo —¿Teddy?

Camino en calcetines por la alfombra hasta llegar a una habitación vacía al final del pasillo. Desde que se mudo con él, el año pasado, nunca había husmeado en las habitaciones cerradas. Sabía que la casa perteneció a la abuela de Teddy y prefería no inmiscuirse en los temas que eran tan dolorosos para su amigo.

—¿Teddy, que haces? —Preguntó al verlo buscar ansiosamente dentro de un baúl cerrado por varias cadenas que ahora se encontraban rotas en el suelo, junto a varias capas de polvo.

—Vamos... se que esta por aquí —Murmuraba entre dientes— Se que la guardaron en algún lugar... ¡Aquí!

—¿Teddy?

Sacudía una larga caja de terciopelo negro. Una mueca, parecida a una sonrisa se dibuja en sus labios, pero sus ojos se pintaron de un tono celeste como el agua. Ivonne que sabía leer sus colores mejor de lo que se conocía a sí misma, supo que era una señal de nostalgia.

—Toma —Dijo dejando la caja cuidadosamente en la palma de su mano. —Ahora no tendrás excusa. —Retuvo el aliento cuando vio que dentro se encontraba una varita de unos trece centímetros que chispeo brevemente cuando sus dedos la rozaron— Centro de pelo de unicornio, madera de ébano, inflexible. Era de mi padre. Te la prestare, solo si me prometes que vas a cuidarla bien.

Ivonne sintió como sus ojos picaban. Entendía lo mucho que significaba esa varita para Teddy y se sintió increíblemente afortunada de que confiara tanto en ella como para prestársela.

Levanto la vista mirando a sus ojos y dijo suave pero claramente: —Te prometo que la cuidare.

—Ve a cambiarte, saldremos cuando estés lista.

—De acuerdo, pero ¿A dónde vamos?

Teddy le mostro su libreta. Ivonne blanqueo los ojos —No tienes idea, ¿verdad?

Negó con la cabeza, aun sonriendo como estúpido

—Bien, entonces lo haremos al azar. De tin Marín, dedo pingüe... Parece que iremos a visitar Hellingly.

—Alístate, salimos en quince minutos.

—No quiero romper tu fantasía pero no puedo salir por la puerta, hay un hechizo en el lumbral, antes de que lo cruce habrá un montón de aurores escoltándome a una hermosa celda en Azkaban

Teddy cerró el ojo izquierdo cruzándose de brazos con una actitud que rozaba la chulería. Una sonrisa curvada se dibujo mientras decía: —No puedes salir por la puerta.

—Si— Dijo extendiendo la "I"

—¿Alguien dijo algo sobre la ventana?

Ivonne levanto una ceja incrédula y luego lanzo una carcajada burlesca —No creo que los aurores sean tan torpes como para cometer semejante estupidez.

—¿Quieres apostar? —Pregunto

—Iré a cambiarme.


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¿Les dije que ganamos el primer lugar de la categoría Fanfic en el concurso Best Imagination Awards? 

¡Estoy tan feliz! 

Tears of a FlowerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora