Marco está apoyado en su audi blanco con los brazos cruzados. Lleva unos tejanos claros y una camisa blanca. Está precioso. Pero no entiendo el por qué no ha subido a casa.
Me acerco a él y le miró buscando una explicación. No dice nada, yo tampoco. Él solo me coge de la mano y me acerca a su pecho, pegándome a su cuerpo.
- Quería cenar contigo, solo. - me susurra al oído.
- Me habías asustado, creía que iba a ser algo malo. - le confieso. Me da un beso en modo de disculpa y me pide que entre en el coche - ¿Puedo ir a por mis cosas?
- Déjate llevar. Olvida todo y vamos a pasarlo bien. - le abrazo y subo al coche. No me lo puedo creer.
Al llegar a su casa, me invita a sentarme en el sofá. Me mira y sonríe. Yo le miró extrañada y entonces habla:
- Esto ha sido pensado y hecho, así que... no esperes una cena con velas, ni nada más allá de una pizza pedida a domicilio. - me confiesa y empezamos a reír los dos.
- ¡Ay, Marquito! Si contigo no me hace falta nada más. El detalle vale mucho más que una cena cara y romántica. - me acerco a su oreja y le susurro - Que sepas que las cenas románticas con velas tipo películas de princesas, a mí no me gustan.
- ¿No? - pregunta divertido. Niego con la cabeza y reímos más aún - Entonces, ¿qué eres, más rebelde? - empieza a hacerme cosquillas.
- ¡Asensio, odio las cosquillas! - le pego para que pare de hacerme cosquillas.
El timbre suena y hace que Marco deje de hacerme cosquillas para ir a abrir.
- ¡La pizza! - exclama cuando vuelve con ella en las manos. - ¿Cenamos?
- ¡Está rica, más que una cena de esas caras y lujosas que los futbolistas os podéis permitir! - suelto graciosa. Marco ríe ante mi comentario.
- Me gusta que seas tan natural y no quieras aparentar para gustar a la gente. - confiesa Marco y me da un beso.
- Marquito, el conquistador. - bromeo - Y de postre, ¿qué has pedido?
- ¿Postre? - me mira pensativo - Mmm... ¡obvio que he pedido postre! - se levanta de la silla y recoge todo lo de la cena.
- Marco, ¿qué haces? - pregunto desde el salón. Aún no ha vuelto de la cocina y me acerco para ver qué hace. Está recogiendo la cocina también - ¿Marco? - le abrazo por la espalda.
- Eres una impaciente. - se da la vuelta. Estamos cara a cara. Me besa. - El postre soy yo. - suelta así, sin más. Directamente. Me mira dubitativo por mi reacción.
Sonrío. Me hace gracia su cara y lo rápido que ha soltado las palabras, como si le diese vergüenza. Se desespera y se preocupa porque no le contesto. Va a hablar cuando ve que me giro para marcharme de la cocina, y en ese momento le interrumpo.
- Vamos. - le ordeno. Le cojo de la camiseta y estiro de él.
Corro escaleras arriba y busco su habitación mientras él se deja llevar. Me indica la habitación al ver mis intenciones.
Me paro ante la puerta de su habitación. Me giro para mirarle y le doy un beso. Le muerdo el labio inferior y sonrío junto a su boca. Él está quieto. Así que decido morderle el cuello y para sacar al Marco más lanzado.
- ¡A la mierda el auto control y el ir despacio! - grita Marco y me besa para cogerme en brazos e intensificar el beso.
- ¡Marquito, malote! - le digo al oído.
Me deja caer en la cama y se posa sobre mí. Me besa el cuello y me quita la camiseta. Yo hago lo mismo con él y le desabrocho el cinturón de los pantalones.
- Marco, me vas a volver loca. - le susurro al oído y se activa completamente.
Ambos nos dejamos llevar y Marco me sorprende. Cuando le conocí no pensaba que sería tan pasional y entregado en la cama y me encanta.
- Buenos días, dormilón. - Marquito se acaba de despertar y me mira atentamente. Me abraza y me da besos por la cara - Marco vas a llegar tarde al entrenamiento. - le advierto.
- Prefiero quedarme aquí. - me abraza más fuerte y acercándome a él. Le miro enfadada para que se levante - Tú también tienes clase. - dice finalmente levantándose.
- Yo también prefiero quedarme aquí. - le digo mientras me subo a su espalda y le veo sonreír.
- Nos vestimos, te llevo a casa, te cambias y te dejo en clase. ¿Te parece bien? - propone.
- Sí, Marquito. Pareces un crío de 18 años que se siente guay por llevar a su chica a clase. - le hago la burla.
- ¡Qué tonta eres! Ahora no tendría que llevarte. - se queja mientras se pone los pantalones y las zapatillas. - Carolina vístete, venga. Vamos a llegar tarde.
- Ahora pareces mi padre. - me acabo de vestir y salgo corriendo a la cocina. Sé que Marco viene detrás. Me mira sonriendo de forma seductiva y me río. - Ahora eres un chulo de playa en toda regla.
- ¡Venga, ya! - me abraza sin dejarme salir de la cocina - No eres buena, pequeña.
Tardamos menos de 20 minutos en llegar a mi casa. Me cambio y en seguida estoy de nuevo en el coche de camino a clase.
- Suerte en el entrenamiento, feo. - le doy un beso - Luego vienes a por mí, ¿como en las pelis? - me río por la situación y por su cara. - Es broma. - le doy otro beso, pero esta vez le cojo del cuello para hacerlo más intenso - Nos vemos... ¿mañana?
- Luego te llamo. - sentencia finalmente - Sé buena, estudia y ven y dame otro beso.
Hoy entro a clase con ganas. Estar así con Marco me hace sentirme bien. Quedo con Daniel, Sandra y los demás para salir el viernes por la noche.
Al acabar, me dirijo a casa y allí están en el sofá Sofía y mi hermano.
- ¡Desaparecida! - exclama Sofía.
- ¿Qué tal con mi cuñado? - mi hermano aún no se lo cree - ¡Isco es genial! Ayer cenó con nosotros y es un tío 10. - me cuenta mi hermano emocionado.
- Vaya dos. - acabo diciendo - ¿Qué hacéis tan juntos? - pregunto al verlos demasiado cerca.
- ¿Eh? - Pablo se separa poco a poco de Sofía - ¡No digas tonterías! ¿Cuándo viene Marco? Quiero jugar un fifa con él. Por cierto, han llamado mamá y papá, que a ver si les llamas y les cuentas qué tal. - le miró desafiante - No tranquila, no les he contado nada.
Voy a contestarle pero me suena el móvil. Es Jesús.
- Hola - le saludo - Dime.
- ¿Estas con Marco Asensio? - pregunta directo, enfadado y sin saludar.
- ¿Cómo sabes tú eso? - ¡No puede ser, quién cojones ha dicho algo!
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Mi pequeña casualidad - Marco Asensio
FanfictionLas pequeñas casualidades hacen grandes las cosas, de eso estoy segura. Y conocerte, fue la pequeña casualidad que me ayudó a crecer. O quizá, el destino quería que tú formaras parte de mi caos; así sin más. -Cualquier coincidencia con la realidad e...