XIX

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Me despierto en mi cama. Marco no está a mi lado pero en su lado de la cama hay una carta y un pañuelo violeta. Lo busco por la habitación y al no encontrarlo, cojo el papel y empiezo a leerlo: 

"Buenos días, pequeña. Cuando leas esto, sal fuera. Estaré esperándote para desayunar. Cuando acabes, dame un beso y ve a vestirte. Te tienes que poner el pañuelo que tienes sobre la cama en los ojos. Recuerda que te tengo preparada una sorpresa y no puedes ver nada. Ahora te veo. Te quiero.        Marco"

Me levanto corriendo de la cama, salgo de la habitación y bajo las escaleras rápidamente. Me dirijo, sin pensarlo, hacia la cocina. Siempre desayunamos allí. 

- ¡Buenos días! -exclamo al verle allí, sobre la encimera con una sonrisa. 

- ¡Buenos días, cariño! -se acerca a mí y me besa-. Ven, vamos a desayunar. 

- ¿Cuándo has preparado todo esto? -le pregunto mientras miro todas las tortitas que hay dentro de un plato. 

- Me he levantado hace rato, pero por ti merece la pena. - dice sonriendo. 

No puedo evitarlo. Le beso la cara. Y así estoy durante 10 minutos. 

- En serio, desayunemos. Tenemos algo de prisa. 

Después de desayunar, subo a la habitación y tras una ducha me visto. Unos vaqueros, unos zapatos de tacón y una camisa sencilla. 

- Marco, ya estoy. -le informo mientras entro en el salón-. ¿Me ayudas? -le pido mientras sostengo el pañuelo. 

- ¿Estás preparada? -afirmo algo nerviosa- Confía en mí, sé que te va a encantar. 

Me guía hasta el coche y conduce hasta algún lugar. Una vez en algún sitio, que no puedo ver ni reconocer ya que llevo los ojos tapados, camino de su mano durante unos diez minutos. Y tras pasar otros 20 minutos más sentada en un banco, supongo, se acerca a mí. 

- Me gustaría que tardases más tiempo en descubrir la sorpresa, pero no puedo. No me queda otra, así que, voy a quitarte la venda y podrás entenderlo todo. -me da un beso- ¿Estás lista? 

- Sí, tengo muchas ganas de saber qué tramas. -digo riendo. 

- Bien, allá voy. -pone sus manos sobre el pañuelo- Estoy yo más nervioso que tú. -confiesa tímido. 

- Tranquilo, seguro que me encanta tu sorpresa. No te preocupes y suéltame esto ya, por favor. 

Me suelta la tela de mi cara y consigo verle a él y todo a mi alrededor. 

- ¿Un aeropuerto? -Marco afirma nervioso por mi reacción- ¿Adónde vamos? -pregunto curiosa. 

- Mira, -me señala el panel de los próximos vuelos- a Mallorca. Quiero que conozcas mi casa, que veas mis playas favoritas y mis rincones secretos. 

- ¡Me encanta! -le abrazo- Estoy deseando que me enseñes todo. Que me cuentes todo lo que has vivido allí. Quiero verte sonreír mientras eres feliz por recordar todo y ser feliz al verte a ti así. 

- ¿Te  he dicho ya que te quiero? -me besa contento- Ahora tenemos que darnos prisa, hay que pasar el control. 

- Por cierto, ¿y las maletas? -pregunto preocupada. Yo no me he preparado nada. 

- De eso no te preocupes, -me señala una maleta- ya me he encargado de meterte ropa. ¡Espero que te guste! Y por cierto, Nasi está en buenas manos mientras no estemos aquí.  

- Seguro que sí. -le beso- Muchas gracias. 

Nos dirigimos a pasar el control y a la puerta de embarque. Tengo muchas ganas de llegar. 

Justo antes de entrar al avión, le cojo la mano a Marco y le miro seria. 

- ¿Pasa algo? -pregunta asustado. 

- Digamos que los aviones y yo no nos llevamos muy bien. -confieso algo avergonzada- Y me dan muchísimo respeto. 

- Tranquila, verás como no pasa nada. -me abraza para tranquilizarme- Además, en apenas un par de horas estaremos allí. Ya verás. -me da la mano- Ahora, vamos a subir. 

Nos sentamos en el avión y le miro preocupada. No quiero asustarle pero no me hacen nada de gracia. 

El vuelo se me pasa rápido. Marco tenía razón. 

Una vez llegamos al aeropuerto de Mallorca, Igor está allí pare recogernos. 

- ¡Hola! -nos saluda contento al vernos-. ¿Qué tal el viaje? 

- Bien, ¿verdad? -afirma Marco sonriendo mientras me mira. - ¿Tú qué tal?

- Muy bien, ¡disfrutando de unos días de descanso! -mi cuñado me abraza. - Vamos a darnos prisa, papá nos espera para comer. 

Llegamos a un bonito restaurante justo delante de la playa. Es precioso. Y allí está Gilberto esperándonos para comer. Le saludamos nada más llegar y nos sentamos. Hablamos durante toda la comida de lo que hacemos en Madrid, qué tal le va a Marco en el equipo, sobre mi trabajo, sobre Nasi... Ellos nos cuentan lo que han hecho estos días en la isla.. 

- Carol y yo iremos más tarde a casa. -anuncia Marco cuando estamos saliendo del restaurante- Quiero enseñarle los bonitos lugares de Mallorca. 

- Está bien, -afirma Gilberto- pasarlo bien. -Mira a su otro hijo- ¿Tú también vas a salir? 

- Sí, no volveré muy tarde. -confirma Igor. 

Marco y yo caminamos por el paseo marítimo y nos acercamos al puerto.

- Es bonito, ¿verdad? -pregunta él.

- Es precioso. -confirmo. 

- Aquí venía yo de vacaciones con mis padres y mi hermano. Que pena que ya no podamos volver a estar todos. 

- Tranquilo, cariño. -le abrazo- Estoy segura que siempre está contigo. 

- Ven, quiero enseñarte algo. -me coge de la mano y me lleva con él. 

Después de caminar unos 20 minutos, estamos ante una preciosa cala. Las olas están muy tranquilas y las vistas son maravillosas.

- Esta es mi favorita. -confiesa Marco. 

- Creo que a partir de ahora, la mía también. -le digo mientras le beso. 

Nos sentamos en la arena. Apoyo mi cabeza en su hombro. Hablamos de todo un poco. Nos da por pensar. Y me encanta este momento. 

- Nunca me habría imaginado estar aquí, así, con ninguna chica. 

- Pues, aquí estamos. -digo riendo. Él sonríe. 

- Eres especial, yo no suelo decir estas cosas. Apenas llevamos tiempo pero, estoy seguro que eres la indicada. Da igual todo lo que venga, lo superaremos. Te lo aseguro. 

- Siempre voy a estar aquí, te lo prometo. -le abrazo- Gracias por hacerme la vida más bonita. 

- Vamos a casa, quiero que la veas. 

Una vez en casa, me la muestra junto a su padre. Y una vez delante de las habitaciones, Marco me enseña la suya. 

- Mi habitación. -dice mientras me invita a entrar. 

- ¡Me encanta el color! -exclamo al entrar. 

Miro las fotos que tiene colgadas, sale él de pequeño. Era precioso. 

- ¿Esta es tu madre? -le pregunto mirando una foto. 

- Sí. -afirma mientras me abrazo. 

Estamos hablando cuando Gilberto nos llama. 

- ¡Marco, ven! Alguien pregunta por ti.  

Mi pequeña casualidad - Marco AsensioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora