Partida y viaje

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Seis años más tarde de que Luned encontrase su varita, Harry Potter despedía a sus hijos en el andén nueve y tres cuartos, viendo la delgada cara de su hijo mediano, Albus, alejarse en el expreso que le llevaría a su primer año en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

La sonrisa de Albus no se podía disimular. Movía la pierna de arriba abajo seguidamente, nervioso. Quedaba un largo camino aún, pero la excitación podía con él. El tren giró una esquina, y la estación desapareció a lo lejos.

—Será mejor que busquemos un compartimento —dijo Rose, su prima.

Albus asintió. Ambos niños cogieron sus baúles y comenzaron la búsqueda por el pasillo de su derecha. James, el hermano mayor de Albus, hacía rato que se había ido en busca de sus amigos, dejando a su hermano y a su prima solos.

Casi todos los compartimentos estaban llenos, hasta que encontraron uno totalmente vacío.

—Mira, Al, aquí no hay nadie.

Rose abrió la puerta y entró primera. Dejó el baúl en el portaequipajes y se sentó mientras Albus colocaba su propio baúl también en el portaequipajes. Se sentó frente a Rose, y suspiró. Desvió la vista hacia la ventana, y observó el paisaje.

—¿Cómo estás? —le preguntó Rose. Él la miró, sin saber muy bien a qué se refería con esa pregunta—. ¿Nervioso?

—Ah, sí —Albus no supo si preguntárselo, pero al final se decantó por hacerlo—. ¿Qué crees que dirían mis padres si el Sombrero Seleccionador me pusiese en Slytherin?

—¿Tío Harry y tía Ginny? No creo que pasase nada importante. Llevas mucho tiempo preocupado por eso, Albus. No renegarán de ti, tranquilo.

—Ya, pero...

—Creo que yo soy la que más preocupada debería estar. ¿Has oído a mi padre antes? No creo que fuese broma lo que le dijo a Hugo —Rose miró al suelo, preocupada.

Albus recordó lo que su tío Ron, el padre de Rose, le había dicho al hermano de esta, Hugo: «No quiero que te sientas presionado, pero si no te ponen en Gryffindor, te desheredo».

—Tienes razón. Lo siento. Pero tía Hermione no dejará que tío Ron haga eso. Y si ella no puede convencerle, mis padres la ayudarán.

—Sí, claro —miró a su primo, y le dedicó una sonrisa—. ¿Te imaginas que los dos quedamos en Slytherin? —bromeó, sin estar muy segura si era algo gracioso o preocupante.

—Tío Ron nos mataría a los dos —dijo Albus, siguiéndole la broma a Rose—. Pero tú no quedarás en Slytherin. Creo que puedes quedar en Ravenclaw.

—A lo mejor si quedara en Ravenclaw mi padre no estaría tan decepcionado...

—Creo que no estaría tan orgulloso como si quedases en Gryffindor, pero estaría contento.

—A mí tampoco me molestaría quedar en Ravenclaw. ¿Sabes qué? Me he leído todos los libros de texto que necesitamos para clases.

—Sí, ya lo has dicho. Tres veces cada uno.

—Sí...

Un sonido interrumpió a Rose. Una chica de la misma edad que Albus y Rose, con expresión desesperada, se asomó por la puerta abierta del compartimento. Tenía el pelo largo, moreno y liso, y también llevaba ya la túnica de Hogwarts puesta, como Rose. Tenía los ojos castaños y grandes, y tenía una pequeña cicatriz bajo la oreja derecha.

—Perdón, pero, ¿sabéis si hay algún compartimento vacío? —preguntó la chica, con voz dulce y amable.

—No lo sé —dijo Albus, mirándola. Se fijó que la niña tenía los dientes un poco echados para delante, y un colmillo se le montaba en el diente de delante—. Este es el único que hemos encontrado nosotros que estuviese vacío.

Albus Potter y el legado de MorganaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora