Capitulo 1

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– Vamos nena, déjate llevar. – su asquerosa voz me hace apretar los puños con ira.

El bosque está oscuro y lo único que se logra escuchar es el ruido de la hebilla del cinturón de Bob subir el ritmo junto con sus embestidas, apreté mi mandíbula lo más que pude y mi respiración se agita con cada bocanada de aire que tomo para no vomitar. Un último gruñido se escapó de sus labios y de un fuerte empujon me alejo de él mientras arreglaba su pantalón.

– Lo hiciste bien princesa. – me dió una última mirada llena de lujuria y se alejó dejándome con el nudo en la garganta.

Algunas lágrimas se escapaban de mi y mientras la loca idea de escapar se cruzaba por mi mente la voz de Larry llamándome me distrae.

– Vamos, es hora de volver al campamento. – dice tomandome con violencia del brazo.

Me arrastró todo el camino de regreso al precario campamento en el que estábamos hace ya tres días. Las risas de esos cinco hombres resuena por todo el bosque sin importarles que en cualquier momento pueda aparecer una de esas cosas y atacarnos sin previo aviso. Mentiría si dijera que no fantasie infinidades de veces con el día que seríamos atacados por una horda tan grande que ninguno de nosotros sobreviviría, pero nunca pasa y mi tortura no termina.

Busco con la mirada a mi hermana la cual está a un lado de Ian, el líder, con los ojos cerrados, durmiendo como si nada malo pasará a nuestro alrededor. Siempre intenté mantenerla a salvo de todo hasta que, hace unos meses, estos tipos  nos secuestraron mientras intentabamos salvar al grupo con el que estuvimos desde el principio.

– Princesa, descansa que mañana tendrás trabajo. – su sonrisa lasciva me lleno de terror.

Ya sabía muy bien a lo que se refería con "trabajo" y no me agradaba la idea. Me recosté en un tronco y cerré mis ojos intentando dormir, los gritos de mi hermana me despertaron haciendo que levante mi cuerpo por inercia.

– No, no. Déjala, por favor. – mi voz llena de miedo se dejó oir por primera vez en días.

– Oh princesita, pensé que jamás oiria tu voz de nuevo. – Ian se acerca a mi con una sonrisa burlona y mi hermana tomada del cabello.

– Por favor Ian, por favor. – la última palabra sale en un susurro lastimero intentando hacerlo entrar en razón.

– Pequeña, sabes que no puedo resistirme a esa carita tuya. – suelta a mi hermana empujándola al suelo.

Me toma de ambos brazos y me acerca a su pecho mientras con una mano acaricia mi cabello con la otra me aprieta de la cintura.

– Princesa, quiero que hables conmigo, no me gusta que estés callada tantos días. – oigo como su voz resuena en mis oídos.

– Lo siento señor, no volverá a pasar. Pero por favor, no lastime a mi hermana. – digo en susurros entrecortados.

– Sabes que yo no controlo eso, pero tranquila, me encargaré que estos idiotas no se pasen. – me separa unos centímetros y ladea una sonrisa.

Algunas lágrimas se escapan por mis mejillas y un nudo de emociones se instala en mi garganta, se escucha el crujir de alguna ramas y unos segundos después algunos gruñidos se acercan a donde estamos. Ian me alejó con delicadeza y caminó directo al asqueroso cuerpo que estaba cada vez más cerca de nosotros, tomo con seguridad su machete y lo clavo sin titubear en medio de los ojos del putrefacto cuerpo que calló inmóvil frente a él, con una sonrisa triunfante se volteó a verme.

— Ves princesa, te protejo de los podridos. —

— Si señor, se lo agradezco. — susurro.

Tenía que admitir que de esos cinco tipos el que mejor me trataba era Ian, tendría unos treinta y tantos, alto y fornido, con el cabello corto, negro como la noche y con sus ojos color miel transmitía toda la maldad que yacía en su interior. Era como su puta exclusiva, pero sin ser exclusiva. Siempre decía que si fuera por él no me compartiría pero que sus hombres también necesitaban estar satisfechos y ya que no dejaba que casi nunca toquen a mi hermana debía competirme con el resto.

Ian se alejó de mi ordenandome que duerma un poco mientras él y Bob hacían guardia, mi hermana se arrastró hacia mí y me abrazó con todas sus fuerzas.

— Sarah no podemos seguir así, tenemos que hacer algo. — susurró en mi oído.

— Callate, van a oírte. — bese su frente y le sonreí. — Duerme, necesitas descansar. —

Conseguí dormir una cuantas horas hasta que desperté sobresaltada por el ruido de las ramas quebrarse, mire hacia todos lados pero me relaje al no escuchar nada más, tal vez haya sido alguna ardilla. Apenas estaba amaneciendo y el unico despierto era Enrique, un latino cuarentón con una gran barba gris y ojos azules, me observo por un momento y volteo la vista al frente, a mi lado estaba Mía, mi hermana, durmiendo con su expresión contrariada, tal vez estaba soñando. Me levanté del suelo y limpie mi trasero con las manos, camine hacia Enrique y le indique que tenía que ir al baño, asintió hacia mí y me alejé rápidamente unos cuantos metros.
Cuando volví al campamento ya todos estaban despiertos, Ian me miro con su sonrisa libidinosa y Larry sonrió hacia mi.

— No la miren así, hoy es mi turno. — dijo Robert desde su lugar.

La sonrisa de Ian se borró dejando una mueca molesta dirigida a Robert quien se levantó de su lugar y caminó hacia mi.

— ¿O no princesa? — me tomó de la cintura y me atrajo hacia el.

[...]

Sentía sus labios rozar los míos y su respiración chocar en mi rostro, envolvía mis piernas en su cintura mientras el apretaba mi trasero para hacer sus embestidas más fuertes, la corteza del árbol estaba lastimando mi espalda pero no podía quejarme o me ganaría una paliza de parte de Robert, era el más joven de ellos, tendría unos veinte años, rubio y carilindo, pero muy temperamental. Sus gruñidos en mi oído me indicaban que pronto acabaría y me dejaría caer  de una vez, ya no podía soportarlo más, con una última embestida salió de mi interior soltandome al suelo.
Un arbusto se movió y una pequeña cabellera rubia y sucia apareció frente a nosotros, era una niña de no más de diez u once años, estaba débil y lloraba.

— Pero mira que tenemos aquí... — dijo Robert acercándose a la niña.

— Robert. — lo llamé con miedo.

— ¡Callate! — me dió una mirada de advertencia y siguió caminando hacia la niña. — Hola linda, ¿Como te llamas? — le pregunto pasando un brazo por sus hombros.

— So... Soy Sofía. — la niña estaba completamente asustada.

— Bien Sofía, ven con nosotros. — dijo y la guío hacía mi.

— Robert, por favor, no hagas esto. Es solo una niña. — la abracé por los hombros.

— Por eso mismo ¿pretendes que la dejemos aquí sola? Qué mala persona eres. — finje indignación y continúa su camino.

Estuvimos en silencio toda la vuelta hasta el campamento, Sofía me miraba de vez en cuando con algunas lágrimas y eso me partía el corazón, acariciaba sus brazos para intentar calmarla y darle un poco de tranquilidad mientras sentía como temblaba bajo mis manos.

— Miren lo que encontramos en el bosque la princesita y yo. — la voz de Robert sobresalta a casi todos.

— ¿Pero que demonios? — dice Ian con una extraña mueca. — ¿Porque sigues trayendo más bocas que alimentar? — su tono molesto hace que Robert se incomode.

— Vamos Ian, ella podrá ganarse su plato. — sonríe de lado e intenta acercarse a la niña.

— No la toques. — le digo entre dientes.

— A mi no me hables asi zorra. — elevó su mano para golpearme pero Ian lo interrumpió.

— ¿De que formas piensas que puede ganarse su plato? ¿Cuántos años tiene, doce? — hace ademanes con las manos, molesto con la situación.

— Ian, tal vez pueda lavar la ropa o cocinar, no podemos dejarla sola, está muy débil. — digo en un hilo de voz esperando la peor respuesta de todas.

— Tal vez... — dijo y se marchó dejándome estática en mi lugar.

Hola bellezas! Espero que les guste este nuevo proyecto! No se olviden dejar sus estrellitas y comentarios 😘😘😘😘 
En multimedia *Sarah*

       *TeamDixon*

Esperanza //*Daryl Dixon* [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora