Una noche de lluvia en Nueva York, un chico corría por las calles para llegar a un seguro en el que podría quedarse durante lo que quedaba de lluvia. Entró a un museo, un museo de arte. Lleno de pinturas y esculturas bellísimas. El joven nunca había entrado a un museo, y le sorprendía que fuera de noche.
El chico caminó, sorprendido por tanto talento junto, se cuestionó como era posible que las personas sean capaces de crear tales bellezas. El chico caminó por toda el recinto, admirando todo lo que veía, sorprendiéndose y envidiando cada centímetro de cada ejemplar de arte que había en el lugar. Las luces sólo se enfocaban en cada pintura, el lugar en sí estaba oscuro. El muchacho se preguntó por qué el museo estaba abierto a esas altas horas de la noche.
Su nombre era Corbyn, y estaba metido en problemas.
El chico sintió un ruido esa noche, se alteró en seguida, preguntando con una pizca de desesperación quién se encontraba en el lugar, Corbyn sabía que no estaba solo. Una chica, una muchacha más o menos de su misma edad estaba vestida de guardia y tenía un café en sus manos.
"—¿Quién eres tú?."—preguntó el chico.
"—Es como obvio que soy la guardia de este museo. Yo debería preguntarte a ti, chico. ¿Qué haces aquí?."
Corbyn sonrió de lado, la chica se creía ruda, pero no conocía a Corbyn Besson.
Y él tampoco la conocía a ella.
"—Estaba tratando de escapar de la lluvia."—mintió.
"—¿Que haces en Nueva York tan tarde?."
"—Disculpa, mamá. Intentaré no entrar a museos abiertos durante la noche."
La chica no sonrió.
"—Corbyn Besson a tus servicios, señorita."—el chico hizo una reverencia al frente de la chica y levantó la cabeza con mirada pícara.
"—No creí haberte preguntado tu nombre."
Corbyn rió sarcásticamente.
"—Créeme, querías saberlo."
La chica hizo una reverencia.
"—Afrodita, guardia del museo."
Corbyn miró a la chica por primera vez con detenimiento. Ella llevaba el nombre de la diosa del amor.