Corbyn corría por las calles de Nueva York en una noche del viernes. Estaba lloviendo, como el día que conoció a Afrodita. Todo volvía a él, absolutamente todo estaba volviendo a él. El chico corría y corría sin rumbo, como si eso le ayudaría a olvidar las palabras de Afrodita, su forma de mirarlo, tan anexa a lo que se amaban mutuamente la noche anterior.
Corbyn ya sabía donde ir, iría al museo. No trabajó esa noche, pero no significaba que Afrodita no estuviera ahí, o eso le decían sus pensamientos.
Y si estaba, y si la vio, y ella también lo vio a él.
"—¿Qué mierda haces aquí?."—preguntó molesta al verlo.
"—Afrodita, en serio tengo que hablar contigo."
"—Yo no, no lo necesito."
Corbyn tragó saliva.
"—Por favor, déjame decirte mi verdad."
"—¿Qué tiene de diferente tú verdad con la que escuché por todos lados?."
"—Mi verdad es la única que sí es real, por que yo fui quién vivió todo eso."
Afrodita se cruzó de brazos, escuchando.
"—Mis padres murieron, mi hermana no pudo quedarse conmigo, nadie me contesta en mis entrevistas contratándome, y a nadie le interesa nada que tenga que ver conmigo, era la única manera en la que podía seguir sobreviviendo cada día durante dos años. Bajé quince kilos y ahg, es jodido, Afrodita."
La chica rodó los ojos, no creyendo una miserable palabra.
"—Corbyn, lamento todo lo que te pasó, pero esa no era la manera de seguir adelante."
Corbyn comenzó a desesperarse.
"—¿Qué quieres que hiciera, eh? Tenía 16 años, perdí absolutamente todo, y no sabía que hacer conmigo, apenas tengo dieciocho, ni siquiera los cumplo aún, pero Afrodita, yo no tenía más opciones."
"—Corbyn, siempre hay opciones."
Corbyn se volteó dispuesto a irse, no seguiría lastimándose a sí mismo, recordando todo, viviendolo denuevo, sólo por hacerle saber a esa chica que no era culpable de lo que vivió.
"—No hables por hablar, Afrodita. Tú no viviste lo que yo durante dos años, tú no estuviste en mi lugar durante dos años, no estuviste comiendo una vez cada dos días, no perdiste a tu hermana menor por ser un ladrón, no lloraste lo que yo, no dormiste en la calle, no tuviste la necesidad de hacerlo. Tú sólo eres una guardia indignada por haber conocido a una persona que tiene una vida peor que la tuya."
Afrodita suavizó su expresión, sus ojos se cristalizaron.
"—Corbyn, no quería que te sintieras de esa manera."
"—Escúchame, Afrodita."
La chica asintió, apretando sus labios para contener las lágrimas.
"—Vine aquí por que creí que podía arreglar las cosas contigo de alguna manera. Por que lo último que quiero en el mundo es que me dejes por una idea errónea sobre mí. Pero me acabo de dar cuenta de que no son ideas erróneas, es mi reputación. Y me acabo de dar cuenta de que no merezco que seas algo mío, que no merezco que llores ahora por esto."—sus ojos comenzaron a cristalizarse y su voz a cortarse—."En resumen, no merezco nada que venga de ti. Por que no son ideas erróneas, es el resumen de lo que fueron mis últimos dos años de vida. Pero tú fuiste un pequeño todo dentro de mí, y lo sigues siendo. Lástima de que no estarás con un "maldito ladrón."
La chica comenzó a sentirse mal, sus lágrimas corrían por sus mejillas.
"—Viniste aquí para hacerme sentir mejor."—dijo.
"—Y eso no es lo que estoy haciendo exactamente."
"—Pero me haces feliz."
"—Pero no debería ser así."
"—¿Qué quieres decir?."
Corbyn se acercó.
"—Quiero decir, que sé que estás molesta, sé que estoy muy cerca, sé que no quieres volver a verme, pero estoy parado frente a ti, diciéndote que no te culpo."
La chica apartó la vista, pensando en lo que sucedía.
Corbyn aceptó la culpa, haciéndose daño, pero cuidando a esa chica de él mismo.
De su propio peligro.
Corbyn había preferido lastimarse, había elegido sus lágrimas, su dolor, su sufrimiento, para evitar ser algo que Afrodita no se merecía. Había aceptado su opinión y dejado que ella dejara de ser parte de él, para ser su rival, para que ella supiera la verdad, pero no cambiara de opinión. Eran las primeras impresiones las que hacían que la gente se acercara a Corbyn, pero con su reputación, nadie se acercaría a él, todos le temían, y él no le temía a nadie. Pero Corbyn Besson se encontró pensando en qué sí le tenía miedo a algo. Le tenía miedo a afrontar su verdad, a saber quién era, a saber de qué era capaz. Y de que el mundo lo supiera, de que Afrodita lo supiera, de ser olvidado, de nunca tener amor, de seguir siendo un mal nacido para la sociedad.
A Corbyn le asustaba su día a día, por que cada día era una nueva posibilidad de ser descubierto.
Pero ya había sido suficiente miedo, suficientes secretos, suficiente felicidad. Él no merecía esa felicidad.
"—Vete."
Corbyn bajó la mirada, y no supo por qué lo hizo. Realmente ella estaba en todo su derecho de odiarlo.
"—Adiós."
La chica seguía mirando el suelo. No lo miró, sólo se quedó con los ojos abiertos mirando el suelo.
"—Buenas noches, Corbyn Besson."
Corbyn salió del museo, haciendo sonar la puerta del museo mientras se cerraba al compás de las gotas de lluvia llenando su chaqueta en una plena oscuridad.
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holis! como están? Espero que bien
Pues es primera vez que hago una nota de autor, creo 😂 y pues es para decirles que muchas, muchas, muchas gracias por el 1K de leídos, literal es primera vez que llego a tantos lectores, y pues muchas gracias por eso, significa todo para mí ❤Pues se acerca el final, y todo está tenso, quizás no pueda actualizar muy seguido ya que estoy escribiendo muchas historias juntas y ya entre a la escuela, así que mi tiempo se reduce, pero bueno, nos leemos luego! ❤
—colysaurio.