Chapter 18

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Afrodita tomó ese papel entre sus manos y lo miró una y otra vez, pensando y armando todo lo que pasaba por su cabeza como un rompecabezas, como un matemático resolviendo un problema más que difícil. Corbyn pensaba con la respiración agitada en que si lo que había hecho era lo correcto, que sí en verdad necesitaba una primera cita, que sí de verdad necesitaba a Afrodita.

Ella sonrió arrugando la nariz y ya era razón suficiente para responder esa pregunta.

El dolor que ella había provocado había echo a Corbyn más fuerte.

Afrodita escribió algo en la libreta, y lo dejó en el césped verde de el instituto, sin siquiera mirar su alrededor, sin ni una mísera señal de sospechar que Corbyn estaba a apenas unos metros, observando cada movimiento que daba. Y el tampoco dijo nada.

Quizás ese silencio arregló los problemas más rápido que unas palabras que podrían haber intercambiado, llenos de nerviosismo, llenos de ganas de decir miles de palabras que en ese instante se quedó en eso, en ese silencio, en esa espera, y en esa respuesta.

Afrodita sabía muy bien que Corbyn no podía pelear con sus propios sentimientos, por que esta vez ellos se apoderaban de cada centímetro de su cuerpo, de su corazón, de todo de él. Lo que sentía por ella llegó a ser tan fuerte, que Corbyn se sintió muerto, por que la única manera de sentirse vivo era teniendo a Afrodita a su lado.

Corbyn caminó a la libreta, en silencio, nervioso, pensando en todas las opciones que la chica que había estado ahí hace menos de cinco minutos, cuándo se fue, cuándo apretó esa misma libreta contra su pecho, cuándo Corbyn ocupó su astucia para amarla. 

"Eres un idiota, Besson. Pero te quiero como se quieren las cosas que no deben quererse. Perdonado, pero te quiero ver hoy en el museo a las cinco, después de la escuela, tenemos que hablar de eso aún. Y sí, si quiero salir contigo"

El muchacho sonrió, feliz de haber recibido ese perdón quetanto había esperado, recibiendo todo el amor que aunque no se mereciera, anhelaba.

Entonces lo entendió, entendió todo. No necesitaba nada más que cumplir un sueño que llevaba como nombre un nuevo comienzo, y su pasado estaría ahí siempre, pero él no necesitaba rebobinar sus errores, si no opacarlos, sacarlos de su reputación, como la basura, como los juguetes rotos, como los corazones rotos. Corbyn supo ahí que sólo era ella quién podía romper su corazón, destrozarlo, descuartizarlo, y luego armarlo como si nunca hubiera recibido un rasguño. 

La vida tiene distintas maneras de oprimir nuestros sueños, tiene dificultades y está lleno de problemas, pero son las acciones de todos las que te hacen más débil o más fuertes, y Corbyn se negó a seguir siendo débil, vulnerable por dentro, pero fuerte por fuera para todos, intimidante y totalmente malo, pero no era malo, él sólo era una mala pasada en la vida. 

Nunca es tarde para perdonarse a sí mismo, nunca es tarde para comenzar otra vez, y nunca es tarde para reconocer los errores anteriormente cometidos. Es la disposición, la consciencia, y una Afrodita en la vida de todos lo que tarda en llegar.

Corbyn llegó a la casa de Jack sonriendo embobado por sus pensamientos, por sus razones de estar enamorado, y como esa era la cura de todas las penas que había vivido.  

Los chicos supieron que sucedía apenas lo vieron, y lo ayudaron a prepararse con su guión de chico perfecto para alguien tan perfecta como la chica que lo esperaría entrando al museo un par de horas después. 

"—Ella necesita lo mejor de mí."—dijo.

"—Pero si tú eres lo mejor siendo tú."—dijo Zach.

"—Eso es verdad."—ayudó Jonah.

"—Yo podría darle todo mi corazón."—admitió.

"—Entonces sólo dáselo."—intervino Daniel.

Y eran las palabras más simples pero sabias que había escuchado.

El chico tomó su móvil, y se fue al museo.

No tardó mucho en llegar, y cuándo lo hizo, Afrodita estaba sentada en el vestíbulo como siempre, tan hermosa y resplandeciente como solía ser a los ojos de Corbyn.

"—Hola, Besson."

"—Afrodita."

"—El jefe me llamó y me dijo que hoy terminamos una hora antes."

"—Lo sé."

Y sí lo sabía, y si había planeado algo.

"—¿Quieres tener una primera cita?

Ella sonrió, y cuándo lo hizo su nariz se arrugó un poco, y eso la hizo ver tan hermosa, tan jodidamente hermosa.

"—Claro."

El turno pasó más rápido de lo que Corbyn hubiera deseado.

"—¿Vamos al tejado?."

"—¿Tienes algo con las alturas?."—preguntó riendo.

"—Quizás."—respondió el chico sonriendo.

Se sentaron en el tejado, con las piernas colgando, mirando el cielo, las estrellas, las luces, juntos. Felices, sin necesidad de hablar sobre nada, se tenían, y eso importaba.

"—Quizás hablaremos de esto algún día."—dijo la chica.

"—¿Por qué no ahora?."

"—Por que te estoy disfrutando."

"—¿En serio?."

"—Ajá."

Corbyn pasó su brazo por los hombros de la chica y ella apoyó su cabeza en su hombro.

"—Te quiero, Besson."

Él sonrió al mundo, a su cuidad, a ella, él sonrió por ella.

"—Te quiero mucho más, Afrodita."

aphrodite. » corbyn bessonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora