La pequeña corría por el césped como loca, ella no iba a un parque desde hace mucho.
Corbyn llevaba la canasta de el picnic en una mano, y en la otra tomaba a Afrodita de la mano, quién iba sonriente, conforme, enamorada.
"—Se la pasará genial."—aseguró.
"—Claro que sí."—coincidió el rubio.
Los chicos pasaron la tarde hablando sentados en una manta en un parque, mientras la hermana pequeña de Corbyn se deslizaba en el césped feliz, jugando, mientras su hermano sentía el amor más grande por esas dos mujeres que tenía sólo para él, y que esperaba tener por siempre.
La pequeña llegó a su lado, cansada.
"—Hermanito, ¿Me das agua?."
"—Pero claro, pequeña flash."
Afrodita río.
"—Hermanita, ¿Quieres?."—preguntó la pequeña a la chica que descansaba en su brazo izquierdo en el hermoso césped.
"—¿Cómo me dijiste?."—preguntó la chica encantada.
"—Hermanita. Eres como mi hermana, ¿Puedo decirte así?."
Ella sonrió y miró a Corbyn con los ojos cristalizados.
"—Claro que si, sí puedes decirme así."
La pequeña abrazó a Afrodita, y Corbyn sonreía.
"—¿Sabes quién me llamó a decirles algo?."—dijo.
Las dos chicas lo miraron.
"—¿Quién?."—preguntaron al unísono.
Corbyn se acercó gateando a ellas.
"—El mounstro de las ¡Cosquillas!."
El chico comenzó a hacerle cosquillas a las dos chicas con una habilidad increíble. Luego las dejó acostadas en el césped, mirando el cielo.
Corbyn miró a Afrodita, y ella lo miró a él.
"—Te amo."—dijo el chico.
Su hermanita los miraba, tan maravillada por tanto amor junto.
Afrodita sonrió.
"—Aquí tenemos a Corbyn Besson conquistándome, con sus maneras infalibles de conquista. Quiero que sepas, rubio. Que te amo mucho más."
Y es así cómo termina esta historia, exactamente como debe terminar.