Zach comenzó a sentirse mejor desde que Corbyn le había dado esa charla a Chloe, era como si su amigo le hubiera quitado un peso de encima. Y el se sentía bien, hoy comenzaría en el trabajo y se encontró mirándose en el espejo, cuestionándose si realmente se veía bien, si le darían su traje de guardia y si se vería bien con él.
"—Te verás bien con el traje, Corbyn." —dijo Jack.
"—Sí, a ti todo se te ve bien." —dijo Jonah.
Jack y Jonah estaban con él, los otros chicos habían ido a comprar los cuadernos y libretas que Corbyn ocuparía para la escuela. Corbyn estaba nervioso, realmente lo estaba. Para él era difícil cambiar de bando de esa manera, de robar a ser de las personas que atrapan a los ladrones. Afrodita era de esas chicas versión Corbyn. Era sarcástica, egocéntrica y muy astuta, y Corbyn también lo era. Pero Corbyn sabía que ella lo era mucho más, ella podía deducir todas las acciones de Corbyn, ella pudo saber que él no corría de la lluvia esa noche, él hacía otra cosa. Y si el chico le permitía conocerlo de verdad, no hay ninguna duda de que ella sabrá todos sus secretos.
"—¿Qué estás pensando tanto, Besson?."
"—Seguro es en Afrodita." —afirmó Jonah.
"—Sí es en ella, pero no algo realmente positivo."
"—Me encanta el drama." —dijo Jack.
"—Cuéntanos." —exigió su otro amigo.
"—La noche que conocí a Afrodita, ella, con sólo verme vestido y mi manera de mirarla, pudo saber que andaba por ahí cerca, que no corría por la lluvia y que tenía algo entre manos."
"—¿Pero no te revisó, o sí?."
"—No, no lo hizo. Y lo agradezco, ese móvil que tenía en mis bolsillos acababa de ser robado."
"—Hablando de tu móvil." —dijo Jack—."Zach ya creó tu Instagram."
"—Luego me enseñan cómo funciona, me iré a arreglar un poco más."
"—Este Corbyn está ansioso."
"—Lo estoy." —admitió.
"—¿A qué hora comienza tu turno?."—preguntó Jack.
"—A las tres."
"—Son las 2:30 P.M."—dijo Jonah.
" —Salimos en diez minutos."
En esos diez minutos, Corbyn verificó cada centímetro de su ser para saber si estaba adecuado, supuso que Afrodita estaría esperándolo, para darle sus instrucciones de trabajo y darle el traje.
Y así fue.
Cuando Corbyn llegó, Afrodita se encontraba vestida con una sudadera gris y unos pantalones negros, tenía el cabello recogido en una cola de caballo y se veía como si viniera saliendo de su casa hacia la casa de una amiga.
"—Hola Besson."
"—Hey, Afrodita."
"—Okay estoy un poco apurada. Aquí tienes el armamento y tu traje, espero que sea de tu talla." —habló muy rápido.
"—Entiendo, entiendo."
"—Tu turno es hasta la media noche ya que hoy es viernes, los lunes y miércoles es hasta las 9 P.M y luego cierras el museo, mañana también nos quedamos hasta la media noche. Espero que tengas suficiente tiempo para llegar de la escuela y comer algo, para llegar aquí a las tres todos los lunes, miércoles y viernes."
"—Tranquila, el tiempo me sobrará."
Ella sonrió, más calmada.
"—Gracias, Besson."
"—No es nada, Afrodita."
"—Bueno, ahora te dejo, tengo que ir a visitar a una amiga."
Exactamente como Corbyn lo había supuesto, ella iría a la casa de una amiga.
"—Eso creí."
"—¿Es en serio?."
"—Es obvio, estás vestida para nada formal y llevas tu móvil en la mano, como si te hubieras venido corriendo hacia aquí, y así también te irás."
"—Excelente. Tú astucia está progresando enormemente."
"—Siempre la he tenido, chica." —guiñó el ojo.
"—Nunca serás más astuto que yo, rubio."
"—Quizás algún día lo sea."
"—Lo dudo."
"—No necesito saber que dudas de mis capacidades, sólo sorprendete."
"—Sorpréndeme."
"—Hecho."
"—Genial." —dijo levantando la ceja izquierda.
"—Tus métodos de conquista son halagadores, Afrodita."
"—Lo mismo digo, Besson."
"—Adiós." —dijo, haciendo una referencia.
"—Nos vemos." —dijo, recibiéndola con una sonrisa juguetona.
Corbyn podría comprobarle al mundo que la clave del éxito para chicas como Afrodita era la ironía y el sarcasmo.
El chico ingresó al museo, se cambió y comenzó a ver como miles de personas entraban y salían del museo, algunas satisfechas por toda el arte y otras yéndose desconformes con el lugar.
Corbyn se preguntó que como era posible que hubieran personas que creyeran que ese museo no era lo suficientemente artístico como para irse tan insatisfechos. Ese museo estaba lleno de todo tipo de esculturas, pinturas y descripciones de dioses y diosas. Corbyn dejó pasar la tarde sonriendo a todas las personas que entraban al museo, contestando dudas y siendo el muchacho más amable de todos los tiempos. Le gustó bastante trabajar allí, le gustó sentirse un chico normal que trabajaba para arreglar su vida.
Después de todo nadie en el mundo es tan malo.
Aveces los problemas de la gente hace que el mundo le haga pruebas a ellos mismos, para que sepan salir de sus propias desgracias y se dispongan a algo mejor.
Corbyn se paseó esa media noche por el museo, sólo notorio por las luces que iluminaban las obras de arte. Corbyn leyó las descripciones de los dioses griegos, buscando específicamente la de la diosa Afrodita.
"Para la antigua civilización griega, Afrodita, era la diosa del amor, de la belleza, de la lujuria, la reproducción y la sexualidad; si bien en la cultura moderna popular ha querido reducir y limitar el alcance de Afrodita únicamente al amor, para los griegos, como bien señalamos líneas arriba, Afrodita, era algo más y el amor no se circunscribía al amor romántico, sino a la atracción física y sexual."
Corbyn rió, Afrodita también era el nombre de la diosa del sexo, pero prefería tomarlo en el sentido más sano.
Afrodita era la diosa del amor.