Ese día, Afrodita y Corbyn salieron después de la escuela, fueron a pasear por cualquier lugar, Afrodita no tenía que trabajar hoy. Dijo que el guardia principal había vuelto de su licencia y que éste trabajaba lunes, martes y miércoles. Por ende él estaría trabajando el viernes sin compañía, y el sábado con ella, y aunque fuera menos paga, de todas maneras era mejor, tenía tres días de la semana para disfrutar a sus amigos, y a ella.
"—Y dime sobre ti, Afrodita."—propuso mientras la miraba con atención.
"—Pues vivo sola, me mudé de mi casa desde hace un tiempo, tengo un perro llamado Alex y pues me encanta ser guardia."
"—Interesante. Pero cuáles son tus intereses, qué quieres estudiar y en qué quieres convertirte, ese tipo de cosas."
"—Vivía con mi padre, pues el tenía otra hija, llamada Hailee. Yo nunca supe de su existencia hasta dos años atrás, cuando quise venir a estudiar aquí, y cuándo vine, resulta que teníamos el mismo apellido y el mismo padre. Al hombre no le duró mucho su secreto."
"—¿Te sentiste muy mal?."
"—Realmente fue el peor sentimiento que tuve albergado en mi corazón por bastante tiempo."
"—¿Cuánto tiempo?."
"—Un año más menos, y casi a finales del año anterior comencé como guardia y con mucho esfuerzo de horas extras y trabajo de semanas completas, pude comprarme un pequeño apartamento por aquí cerca, y de a poco estoy arreglando mi hogar."
"—Me gustaría visitarlo algún día."—admitió el chico.
"—Quizás algún día irás y verás el tipo de casa juvenil que tengo."
"—Esa es la idea."
"—Aveces eres muy idiota y sarcástico, pero otras veces eres el chico más tierno que he logrado conocer."
"—Y tú eres la chica más bonita que mis ojos han visto en mis cortos diecisiete años."
"—Estás loco."
"—Ahora responde, ¿Que quisieras estudiar?."
"—Ya lo preguntaste."
"—Pero no me respondiste."
Afrodita sonrió.
"—Me gustaría estudiar algo relacionado con historia, me encanta la mitología Griega y cómo se relaciona con lo poco que tenemos de su hermosa cultura."
"—Zeus ya estaría tirándole rayos a todos de saber que desperdiciaríamos todo lo que han hecho para mejorar nuestro mundo, sus avances y tecnologías."
"—Atena te daría un grito de aprobación."—bromeó.
"—Hades me amaría."
"—Oh, claro. Mírate, eres el claro ejemplo del mal."
Pero Corbyn si había sido el claro ejemplo del mal, y lo había sido por mi hoja tiempo, hasta que la conoció.
Ese momento en el que Corbyn se dio cuenta de que Afrodita lo había sacado de todo lo malo, y también la coincidencia de encontrarse con sus amigos el día siguiente, es como cambió todo en él. Y se permitió notar sus mariposas en el estómago.
"—Afrodita te besaría."
"—Quiero pensar que te nombraste a ti misma en tercera persona."
"—¿Entonces yo quiero besarte?."
"—¿Eso importa?, Yo si quiero hacerlo."
Y sin esperar ninguna respuesta, ni de ella ni de su mente, Corbyn la besó.
Ella le siguió el beso, el comenzaba a sentir como su corazón era capaz de salirse de su cuerpo sólo para dárselo a ella, y como su cuerpo y alma enteros añoraban ese momento como un deseo, de esos que se piden a las estrellas fugaces sin ninguna esperanza de que este de valla a cumplir. Pero el deseo de Corbyn si se cumplió, y no por que ellos fueran dos chicos totalmente iguales, si no que los dos habían vivido cosas difíciles, y los dos se merecían ese beso.
"—Besas bien, Besson."
"—¿En serio?."
Afrodita lo pensó un momento, ellos seguían pegados, las manos de Corbyn en sus caderas y las de ellas entre sus hombros.
"—No lo sé, creo que debo estar segura."
Y ahora ella lo besó, y Corbyn le podría asegurar a cada una de las personas que están leyendo esto, que fue aún más mágico que el otro. Así consistían los besos de Afrodita, uno nuevo más mágico que el anterior, más perfecto.
"—Estamos haciendo las cosas mal."—dijo la chica.
"—¿Qué? ¿Porqué?."
"—Los chicos normales suelen no lo sé, salir una primera vez, besarse, salir una segunda vez, besarse de nuevo, luego conocer sus vidas, besarse una vez más, y luego si de verdad sienten algo uno por otro comienzan a preguntarse que harán después."
"—¿Y que hacemos nosotros?."
"—Conocer nuestras vidas, trabajar juntos, coquetearnos, gustarnos y besarnos como último, la única cita que tuvimos fue ayer, y creo que fue la cita más improvisada que he asistido nunca."
"—Entonces es mejor que hagamos las cosas al revés."
"—¿Por qué?."
"—Por que a lo largo del conocimiento de la pareja, se besan tres veces, y ahora puedo darte tres besos por que no tuvimos dos citas donde tendría que habertelos dado."
"—Adoro que seas así."
"—Y yo te adoro a ti."
Y ellos se besaron una vez más, sonriendo en los labios del otro y queriendo que ese beso nunca acabara.
"—Creo que nunca me has pedido una cita."—dijo ella.
"—Nuestras citas serán así, sin necesidad de tener que perdirtelas."
"—¿Cuándo me pedirás una cita normal?."
"—Cuándo yo sea normal."
"—Eres genial, Besson."
"—Tu eres genial, Afrodita."
Ella sonrió.
"—Me gustas, Afrodita."—declaró por fin.
"—Tú también me gustas, idiota."
"—Que linda manera de tratarme."
"—Que linda manera de reclamarme."
Los dos sonrieron, ya estaban unidos, después de todo en algún momento eso debía pasar.