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–Llegas tarde –Es lo primero que dice al contestar – ¿Dónde estás?

Era acción de gracias y mamá iba a hacer su habitual cena anual. Toda la familia se reuniría en casa para pasarlos todos juntos, de parte de ambos lados, por una sola noche en el año hasta que tuvieran que volver a verse en el siguiente.

–Estoy en eso –Murmuro sonrojada, tratando de cerrar el cierre de mi abrigo –Ya llego en diez minutos.

Pero eso es mentira porque ni siquiera me peine y no sé dónde deje las llaves del auto. Cuando entre en mi auto ya era tan tarde y tenía tantos mensajes en mi teléfono de mis padres que no podía ignorarlo. Ambos debían estar muy enojados.

–Claire, entra rápido –Dijo papá apenas me vio, empujándome adentro para que pasara –Tu mamá está en la cocina preparando algo.

–Pero ella no sabe cocinar.

Entre en la cocina para

–El otro día el vecino me felicito por que al parecer tienes planes de boda con ese imbécil –Continuo mientras con furia cortaba la carne. Aunque estuviera mirando lo que hacía ella cortaba todo al azar arruinando todo –Me dijo que debía sentirme orgullosa ¿Orgullosa? Como si me pudiera poner orgullosa de que mi princesa salga con alguien así –Tomo aire furiosa antes de seguir con más furia –Fue por el ¿Cierto?

–Mamá...

Hablaba de la mudanza y del departamento que me compro para que me fuera a vivir cuando Trevor empezó a acosarme.

–Encima te atreves a llegar tarde –Reprocho, con los ojos brillantes.

–Hago lo que puedo...

– ¿Te pego? –Pregunto de repente.

Nunca vi a mi mamá triste por algo que yo hubiera hecho. Siempre fui tan cuidadosa con todo lo que hacía para no molestarla. Quizás fuéramos madre e hija pero entre nosotros existía un mundo de diferencia y siempre trate de hacer lo que pudiera para que nuestra relación fuera por lo menos amistosa.

Hoy sin embargo, después de tanto, finalmente logre decepcionarla. Le mentí y le oculte la verdadera razón de porque estaba haciendo las cosas.

–¿De dónde sacas esas cosas, mamá? –Pregunto con voz baja para que nadie que pase nos oiga –No, no... eso...

Mamá tiene una de esas miradas tan fieras que nunca pude mentirle porque, en realidad, nunca tuve la oportunidad. Siempre se me olvidaban las palabras que podía decirle y terminaba confesando la verdad. Humedecí mi labio con la lengua y mire hacia otro lado mientras balbucee algo que ni yo misma entendí.

–Te pego –No era una pregunta. Estaba muy segura de que fue eso lo que sucedió. La mire para verla y vi que tenía los ojos húmedos –Y tú lo encubres.

– ¡No!

–Y me mentiste dos veces.

¿Dos veces?

–No, solo te mentí en cuanto al departamento...

– ¿El departamento? –Rodeo la mesada – ¿Me mentiste sobre el departamento?

– ¿De que estabas hablando, Mamá?

–Hablo de aquella vez que te llame y me dijiste que no pudiste responderme por x cosa y ahora, en este momento, al decirme que el n te golpeo cuando es claro que estas asustada por solo decir su nombre.

Ah... se refería a eso y no al departamento. Todo este tiempo estuvo hablando de los cabos que ella misma resolvió y no de cómo le mentí.

– ¿Sigues viendo a ese hijo de puta, Claire? –Me cuestiono enfadada.

Mi Obsesión EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora