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Cuatro años antes

El estaba mirándome con el semblante serio y los labios apretados en una fina línea rojiza. Sus dedos estaban sobre las teclas, quitas, y en la pantalla titilaba la última palabra que mis labios reprodujeron al contar mi historia.

-¿No va a escribir lo que le dije? -pregunte, mirando la pantalla, rápido, y luego de nuevo su cara.

Sus hombros estanban tensos. El estaba asustado.

-Dije que mí novio, Trevor Johnson, me golpeo. Quiero denunciar...

-Escuche lo que dijo. -interrumpio.

Rapida, adivinando lo que buscaba, saque mi teléfono y empecé a buscar nuestras fotos personales como una prueba de que estaba diciendo la verdad. Casi me abalance sobre su escritorio para mostrar las imágenes pero el corrio la cara y se puso a revisar a su alrededor, aproximándose a mi un poco más cerca.

-¿Trevor Johnson? -repitio -¿El hijo del juez Alexandro Johnson?

Mis hombros cayeron, mis dedos temblaron contra mi teléfono y este se cayo sobre la madera de caoba.

-¿Es el músico ese?

Era como si estuviera viendo mi peor pesadilla cobrar vida en este momento. Por supuesto, el sabía quién era su papá. Levante mi teléfono con la mano temblando, retrocedí y apoye mi espalda contra la silla.

No era la primera vez. No, de hecho era la quinta. Siempre que decía su nombre la importancia de su profesión y si no la de su padre. Era casi como estuviera atado a mi irrevocablemente. Su apellido era tan importante que mi persona se volvia nada, se reducía a la nada misma, y mi bien estar físico era menos que al resto.

"El hijo del juez".

-Si, su papá es Alexandro Johnson. -respondi, cruzando mis dedos sobre mis piernas, con la vista al suelo.

Me merezco esto. Es mi culpa. No debería haberlo intentado.

-Señorita, el padre de su novio es alguien muy importante. Debería reconsiderar hacer esta denuncia. -mi pulgar estaba sangrando debajo de la uña que clave a su costado. -¿Porque no intenta hablar con su novio y se arreglan? No hay nada como una buena charla para arreglar los problemas de pareja. Inténtelo.

Esa frase... No era la primera vez que la escuchaba.

Todos parecían saber que era lo mejor para mi y para Trevor. Sus consejos siempre favorecían a Trevor y me dejaban en un lugar vacio, solitario.

Apoye las manos debajo de mi silla plástica, apoye las puntas de mis pies sobre el suelo y me incline adelante.

-No me iré de aquí hasta que me tome la denuncia. Quiero una orden de alejamiento para Trevor Johnson.

Sentía un profundo dolor en la parte baja de mi espalda cada vez que me movia. Estaba casi segura que cuándo tuviera que levantarme iba a tener que ayudarme alguien para ponerme de pie ya que no me encontraba en condiciones de hacerlo por mis propios medios. Y una vez que estuviese de pie, tendría que ver la forma en que haría para poder llegar hacia esa puerta. Estaba muy adolorida. Cada segundo respirando era casi una sentencia de muerte.

El policía se quedo mirando mi cara en silencio. Mis palabras solamente sirvieron para asustarlo un poquito más.

"¿Acaso, nadie ve el estado en el que me encuentro?"

Tal vez si soy invisible.

-El me pego ¿Porque no puede hacer nada? -exclame, temblando por el llanto -¡Ustedes estan para protegernos!

Las personas pasaban a mi alrededor, entrando y saliendo, y cada silla era ocupada por una persona distinta cada medía hora. Los oficiales vestidos de azul iban de aqui para allá, con pilas de papeles en sus manos, mientras que otros se quedaban charlando cómodamente con sus demás compañeros. El bullicio ensordecedor era cada vez más irritante. Escuche las quejas de los recientes presos insultando a la ley, a los recién salidos insultando la injusta noche que pasaron dentro y a otros haciendo promesas de que jamás volverían y que apartir de ese entonces serían buenos.

El policía miro hacía atrás y luego a mí. Note que una persona nos mirada atraves de un vidrio. Nunca me sentí tan juzgada en toda mi vida. La forma en la que estaba mirandome era casi como si fuera la criminal y que era una de las que tuviera que estar dentro de una celda también.

"Trevor se va a enterar"

Empezó a escribir nuevamente en la computadora, pidiendome antes que le volviera a relatar lo sucedido, y después me pidio mis datos personales. El miraba de vez en cuándo a aquella persona, aquel que todavía no nos quitaba la vista de encima, y cuando termine me dijo que ya me podía ir. No dijo que iban a llamar por cualquier cosa. Solamente...

-Puede retirarse. Gracias por su colaboración.

Se levantó y se fue.

De mi garganta surgieron unos sonidos estrangulados, terribles sonidos agonizantes, y me cubre la boca para tratar de tapar el maldito llanto. Tire de la manga de mi remera para secarme las lagrimas e intente respirar hondo. Era humillante. Me sentía como una mierda. Mi vida era insignificante.







Cuando al fin me pude poner de pie y sali de la estación de policía vi a un bonito jaguar de color negro estacionado al borde de la calle de enfrente. Estaba apoyado contra la puerta del copiloto, con un saco color negro azabache, unos zapatos brillosos y su cabello perfectamente peinado. Nuestro ojos se encontraron.

Afloje mi mano, que se agarraba a mi brazo derecho, y le mire. Estaba furioso. Su ira iba creciendo lentamente pero lo ocultaba bajo una mascara de frialdad que mantenía desde el día que nos conocimos. Se enderezó. Era casi como si escuchará decirme que tarde demasiado en salir. Cruzo los brazos, me hizo un gesto para que fuera hacía el y rodeo su auto.

"No, no voy a ir"

Trate de darme vuelta pero el sonido de su voz rompiendo la noche me detuvo:

-¡Claire!

Cerre los ojos.

Sentí como su mano se cerro en mi brazo y tiro de mi hacia el. El recuerdo de su última amenaza todavía vivía en mi mente. Le mire. Su cara aterciopelada, sin rastros de acné en la adolescencia, se enfrento con el mio, ensangrentada, arruinada.

-Alexandro.

-¿Acaso, tienes la menor idea de lo que le hiciste a mi hijo?

-El me pego, Señor.

-El no te pego. -su dedo golpeó la cien de mi cabeza -repitetelo. El no te pego. ¿Cuántas veces tengo que decirtelo? No te pego.

Lo siento, lo siento.

Intente forcejear contra el para soltarme pero era como un animal acorralado. No existía escapé. Era un animal que iban a asesinar y que colgarían su cabeza sobre una chimenea.

-vamos a casa antes de que se te ocurra hacer otra idiotez.

-No, no quiero ir con el. -dije tratando de que me soltara -Dejeme ir. No quiero.

¿Porque no me dejan en paz?

Estaba tan cerca de deshacerse de mi. El nunca sintió agrado por mi. ¿Porque?

Me empujo dentro de su auto, cerro la puerta con un estruendo y, una vez dentro, me agarro del cuello.

-Escuchame bien, Claire. -su voz era helada. -Si vuelves a hacer una estupidez como está voy a hacer lo imposible para terminar contigo. ¿Lo entiendes? Tengo todo a mi favor para hacer que tu vida se vuelva un infierno.

Jamás entendí porque no me dejo ir.

Mi Obsesión EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora