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El capítulo 61 será el final de la segunda parte.



– ¿Te acostaste con el? – Pregunto de espaldas a mí, cerrando el cierre de su maleta.

No me había hablado en todo el camino de vuelta al hotel.

– ¿Cómo? No, por supuesto que no.

Negué asustada por su reacción, mientras retrocedía.

– ¿No? – Repitió. Trevor se dio la vuelta y me miro con dureza. No tenia ninguna duda que mi palabra no bastaría para librarme de este problema en el que estaba metida.

Sostuve mis ojos en el, mientras continuaba retrocediendo. Estaba enojándose cada vez más y eso me tenia aterrada porque cuando lo hacia era peligroso para mi.

– No me acosté con Kash, Trevor. Yo no te haría eso.

Pero con Jared si.

Sus ojos refulgieron, desconfiados, y comenzó a avanzar sobre mi con una expresión sombría. Una vez más, estaba teniendo esa sensación de que lo sabia. Sabia de mi traición, de todas mis traiciones. Trevor se detuvo a un metro de mi y su mirada se volvió casi salvaje.

¿Qué hiciste Kash?

– Ahora entiendo porque tenias tanto interés en salir corriendo cuando Parker te llamaba. – Para ver a Kash.

La forma en la que me estaba mirando me hacia sentir sucia. Me recorrió con la mirada, deteniéndose en el escote de mi remera, y estiro su mano para tocarme la mejilla.

– Eso no es cierto. – Respondí, empujando su mano.

– Pensé que era John – Siguió hablando, solo. Acusándome de cosas que no pasaron – Pero a ti te va cualquiera.

– Trevor, no es así. Nunca tuve nada con Kash ni con John. – Apoye mi mano en el pecho, donde estaba mi corazón, y di otro paso atrás – Solo estaba haciendo mi trabajo.

Pero tal como supuse, no me creía. Lo vi en sus ojos verdes, como esmeraldas, desconfiando de mi y dándole poco valor a mi palabra. Y tal vez me lo merecía.  Sin importar mi lealtad por casi seis años, mi pecado desde hace dos meses impedían que me quejara.

No tienes ningún derecho a quejarte. Lo que hiciste no tiene perdón.

– ¿Y porque Kash dijo todo eso?

– ¡Estaba borracho!

Creí que teníamos algo mejor que un bullicio pasajero, que una canción de cuatro minutos, pero cuando quedo el silencio, cuando todo termino, nos quedamos solos y no hubo nada que nos conectara.

– Mentirosa.

En ese momento se movió y yo me lance corriendo al baño. Llegue a la puerta y me apresure a cerrarla con la llave.

– ¡Ábreme la puerta! – Grito.

– Trevor, hablemos – Le rogué, tratando de razonar con el.

– ¡No te iras a ningún lado! – Respondió desde el otro lado -¡No me vas a seguir tratando por idiota!

– Por favor, hablemos, Trevor. – ¡Entre Kash y yo no paso nada, Trevor! ¿Acaso no viste que estuvo diciendo tonterías toda la noche? – Por favor, solo fue una casualidad – Le suplique llorando.

Los golpes en la puerta se volvieron cada vez más insistentes. El picaporte se sacudía violento al lado de mi cuerpo, trabando el acceso hacia mi. Apoye mi mano sobre la madera blanca y cerré los ojos.

– Voy a contar hasta tres, Claire – Anuncio.

Trague y respire profundamente. Toda esta situación me hacia recordar a aquel día en el que trate de huir de el del festival de Sommer Ends y Jared me ayudo a salir de ahí para que no me atrapara. Trevor me vio con uno de sus fanáticos y lo mal interpreto todo, enojándose conmigo.

Estábamos tan bien…

– ¡Uno!

Tironee de mis dedos y pase la uña por mi pulgar, de arriba abajo.

– ¡Dos!

Y, muy despacio, fui retrocediendo.

– Fui amable… No hice nada…

– Tres…

No seas amable con el… No seas amable con nadie. El se enoja si eres buena con otros ¿Por qué no estableciste un limite como el quería?

Quede mirando la puerta, asustada, y fui retrocediendo más hasta que mi espalda choco contra el mármol del lavamanos. La puerta temblaba con cada patada, resistiendo lo máximo de su capacidad hasta que no pudo más y termino cediendo. Trevor entro, furioso, y me encogí en mi lugar, levantando mis manos para que no avanzara.

Espera…

– Trevor, espera. Te lo puedo explicar…

Su mano se cerro en mi cabello y me arrastro detrás de el, llevándome dentro de la habitación. Intente agarrarme del marco de la puerta para resistirme pero no fue de mucha ayuda.

– ¿Desde cuando llevas engañándome con Kash, Claire? – Me pregunto dándome vuelta para que lo mirara a la cara – ¿Con cuantos tipos llevas engañándome, Claire?

– ¡No lo hice, Trevor! – Lo empuje.

– Claro – Levanto una ceja y soltó una risotada – Tu nunca haces nada ¿Verdad, Claire? ¡Siempre eres inocente!

– ¡No puedo creer que confíes en lo que digan todos menos yo!

Debería decirle que no fui infiel, reconocer mi error, y darle la oportunidad de saber si quería perdonarme o no… Aprovechar esta oportunidad para decirle toda la verdad de una vez.

– Estaba borracho ¿Cierto? – Inclino la cabeza – ¿Eso es todo?

– ¡SI!

Puso una mano en mi mejilla y me dio una suave palmada.

– ¿Y que me dices de John? – Empujo su dedo por el borde de mi escote y lo deslizo hacia abajo para mostrar mis pechos – Admítelo, Claire. Eres una provocadora.

Saque su mano de una palmada y me cubre el pecho. Hizo sonar como si lo que estuviera usando fuera muy revelador cuando no era así.

– Pero no puedo esperar mucho…antes de conocerme ya te vestías como una puta. Eras una maldita perra como tu amiguita….

– ¡Trevor! – Le pegue un cachetazo.

Por el, no me animaba a usar un vestido en los días más calurosos, por miedo a que se enfadara conmigo. Solo usaba ropa holgada, remeras de mangas largas y pantalones largos. Ya no usaba esmalte y deje de comprar maquillaje cuando dijo que era demasiado provocador para mi. ¿Ahora me decía puta?

– ¡No vuelvas a decirme puta!

Todo lo que hice por cinco años fue tratar de complacerlo para que estuviéramos bien. Hice que esos días tan duros se convirtieran en recuerdos con tal de poder ser feliz a su lado, dibuje una sonrisa permanente en mi cara para que el creyera que todo estaba bien como el lo quería.

– ¡Eso es lo que eres! – Rugió como un animal. Me agarro de la nuca y tiro de mi como si fuera una cosa – Eres una mujerzuela que no vale nada. Una puta sin valor que solo sabe abrirle las piernas al primer tipo que le pone en el camino, una zorra que se metió con mis amigos y que trata de cogerse a mi primo a la primera que le de la oportunidad. ¡Eres una mierda, Claire!

– ¡No!

Lo volví a empujar y le di otra cachetada.

– ¡No, Trevor!

¡Tiene razón! ¡Si, si lo engañaste!

– Si soy una mierda como dices ¿Por qué me sigues queriendo? – Trate de hacer oídos sordos a las voces que decían que me merecía todas sus palabras. – ¡Sigo aquí aunque me hiciste mierda, Trevor! ¡Sigo aquí! – Me golpee en el pecho -Sigo acá… aunque ya no tengo nada.

Por que soy una idiota que sigue a tu lado  por lo mucho que te ama.

Pero lo engañaste…

De golpe me agarro de los hombros y aplasto su boca sus labios sobre los míos. Trate de empujarlo pero me mordió en los labios y me metió la lengua en la boca. Con sus brazos me apreso contra su pecho, inmovilizándome, y me beso de una forma muy obscena. Cansada, le mordí la lengua hasta que me empujo y me soltó.

– ¡Suéltame! – Grite, asustada.

Retrocedí y mire la puerta. Las llaves estaban en mi bolso. Pero mi bolso estaba en la mesa de luz, detrás de Trevor.

Mire de nuevo a Trevor y lo vi acercarse a mi velozmente. Su puño me golpeo en la mejilla y caí al suelo, tropezando con mis propios pies, sobre la alfombra roja de la habitación del hotel.

– ¿Qué pasa, Claire? ¿Ya no te gusto?

Pase mi mano por mi mejilla.

Pude discernir en su expresión lo enojado que estaba. Su peligro. Me levante como pude del suelo, apoyando mis manos y mis rodillas, y salí corriendo hacia la puerta del baño.

Pero me atrapo.

Como siempre.

Sus manos me agarraron del pelo y me llevo arrastrando en dirección en la cama. Tire mis manos hacia atrás para tratar de sacarme sus manos de encima pero no lograba más que rozas mis dedos contra su piel. Caímos juntos sobre el colchón, el encima de mi y yo debajo de su cuerpo, y sentí como empezaba a tirar de mi ropa.

– ¡Espera! – Grite asustada, tratando de empujar su boca de mi mejilla. Podía ver claramente sus intenciones en sus ojos. – No quiero, no quiero…

Aunque se enojara siempre hizo caso…

Me apretó los brazos, subió mi remera y empezó a besarme en el vientre. Mis dos temblorosos, trataron de empujarlo por sus hombros, pero me mordió en los dedos y los empujo encima de mi cabeza.

– Volveré a ser tu mundo – dijo.

– Trevor, tengo miedo – Le suplique, tratando de que me soltara las manos. – Suéltame, por favor. No me lastimes.

– Creí que conmigo era suficiente pero al parecer estas tan necesitada de afecto que necesitas más atención.

Me quede petrificada. Tenia tanto miedo que no podía mirarle a la cara.

– Tu eres toda mi vida ¿De que hablas? – No me lastimes.

Mi corazón latía muy rápido, casi con dolor, y no dejaba de temblar. Sentía que mi corazón podía salirse de mi pecho y que me faltaba la respiración. Trate de resistirme mientras trataba de sacarme la remera, arañando y golpeándole. Sujeto mi cuello mientras sacaba mi corpiño.

– ¡No quiero! – Grite.

Su boca me mordió en el pecho y fue bajando por mi cuerpo con rudeza, marcándome por todos lados. Sacudí mi cuerpo para tratar de escapar por donde sea pero me dio vuelta y me puso boca abajo. Con una mano en mi nuca me mantuvo la cara contra la almohada. Me quede sin aire cuando sentí sus dedos buscando el botón de mi pantalón.

– ¡Trevor, no quiero! – Aullé llorando. – ¡Trevor, por favor no quiero!

Otra vez considere razonar con el. Tratar de convérselo de mi fidelidad, disculparme. Pero no estaba escuchándome. Mi voz no era lo suficiente fuerte para que el me oyera, para que yo tuviera lugar en su mundo.

– ¡Suéltame, Trevor!

No podía escapar. No podía irme a ningún lado.


– Si te acercas a alguien, te atreves a abandonarme o pensar en dejarme… Te voy a matar. Tu no puedes estar con otro, no puedes ser de otro. Me perteneces a mi. Solo conmigo puedes tener un futuro. ¿Entendido?

Me abrace a mi misma, fría, y asentí.

Encendió la luz y tuve que cerrar los ojos para protegemerme del repentino fogonazo. Corrió las cortinas de golpe y todo se lleno de luminosidad, mostrando el horror en todo su esplendor. Tire de la sabana encima de mi cabeza y me acosté en posición fetal. No quería ver.

Me encogí en la cama con un gesto de dolor cuando se inclino y me dio un beso en la cabeza. Sentí como ponía su mano en mi brazo desnudo y me acariciaba delicadamente.

– Solo eres mía, Claire.

Una vez que se fue todo se quedo en silencio finalmente. Solo así, una vez que ya no estaba, me permití llorar. El recuerdo relampagueo delante de mis ojos, consumiéndome viva.

Sentí de nuevo esa sensación de impotencia, de descontrol sobre mi misma, agazapado dentro de mi y dejándome sentir atrapada. Esa sensación de no poder hacer nada. La imagen de Trevor encima de mi, con su respiración en mi cara y sus manos tocándome por todos lados. Esos gritos sin sonidos y las manos que no podían moverse a ningún lado aunque yo lo pidiera.

Me agarre la cara con las dos manos y me golpee en la sien, tratando de borrarlo a la fuerza.

Entonces, lo sentí. Sentí cada una de mis heridas en mi cuerpo.

Sentí el frio en mi pecho.

Y me empecé a golpear con más fuerza en la cabeza.

Grite, gritos llenos de dolor que salían sin control de lo más profundo de mi ser, y me seguí golpeando con mis manos temblorosas, repudiándome, sintiéndome una mierda. Sintiendo vergüenza de mi propio cuerpo y sintiendo asco.

Grité tan fuerte hasta que mi interior se sintió vacío… y me sentí pequeña, insignificante.






Mi Obsesión EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora