El despertar

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~ 3.4 mil palabras

Mi primer matrimonio fue un total fracaso.
La razón no tiene demasiada ciencia, de hecho no funcionó por una razón bastante simple: Ella era... bueno,... una ella. Yo soy gay.

Yo la amaba de verdad, en la manera en la que se ama a una mejor amiga, yo era feliz con eso pero ella buscaba algo más en mí. Cuando me propuso tener una relación romántica una semana antes de nuestro primer día de universidad, simplemente no supe negarme.

Aún recuerdo ese día. Ambos fuimos aceptados en la misma universidad y recuerdo lo felices que éramos de pensar que no tendríamos que separarnos. Yo viviría en la casa de la fraternidad - Δμ (DeltaMiu), igual que en su tiempo lo hizo mi padre - y ella había rentado una habitación compartida a las afueras del campus; ese día yo la ayudaba a instalarse en la habitación, cargando cajas y demás, para cuando acabamos de organizar todo estábamos exhaustos y ordenamos una pizza. La comíamos entre risas y comentarios sobre lo que esperábamos de nuestra vida universitaria cuando de repente comenzó con su confesión: "No te dije esto antes porque creí que nos distanciaríamos luego de la graduación" - me dijo, seria - "Pero el que estemos aquí juntos me hace pensar que es el destino, y puede parecer de la nada pero para mi no lo es, he sentido esto por mucho tiempo... Minseok, me gustas" - terminó, dejándome en blanco sin saber qué responder. No había respuesta correcta en ese entonces, no podía simplemente rechazarla, decirle que no la quiero sin darle una razón, le habría roto el corazón.

Es patético, quizá, que como universitario aún fuera virgen de todo: Tenía cero experiencia tanto con hombres como con mujeres así que solo asumí, por canon social, que debían gustarme las mujeres, jamás me lo cuestioné ni me preocupé por experimentar.

El que ella me robó ese día mientras la miraba estupefacto sin saber qué hacer, fue mi primer beso. Fue uno tímido y fugaz, al menos esas fueron mis excusas para justificar porqué el rozar de sus labios no me provocó reacción alguna.

No fue sino hasta mi tercer semestre, ya con un año y medio de relación a cuestas que un beso igual de tímido y fugaz, robado de mis labios por otro chico en un infantil juego de verdad o reto me hizo entender que aquellas circunstancias no tenían la culpa, porque tan efímero y suave como fue aquel beso, provocó en mí sensaciones que ni los más sucios y pasionales besos de mi esposa jamás pudieron incitar.

Ahora podría decirle con confianza que no la quiero de esa manera porque no me atraen las mujeres, pero como al inicio no lo sabía, solo dejé que me llevara la corriente. Acepté ser su novio y aunque la relación no tenía pero - seguíamos llevándonos igual de bien y pasándolo ameno juntos como cuando éramos amigos -, se sentía mal el no sentir amor por ella cuando sabía el mucho que ella me tenía a mi.

Odiaba mentirle en la cara y decirle "yo también te amo" cuando nunca fue verdad. Aunque ella fue una estupenda novia, algo me comía por dentro, algo me decía que no estaba bien.

Luego de ese beso, no quedé convencido. No me autoproclamé homosexual de la noche a la mañana porque no era posible, nunca fue una opción, jamás consideré que esa fuera la respuesta y un pequeño beso no me haría cambiar de parecer.

Así que seguí con esa farsa de relación seis meses más. Eran las festividades de Chuseok y lo celebramos en mi casa. "Deberían casarse al terminar la universidad" - dijo mi madre esa noche en la mesa - "hacerlo antes sería irresponsable, los estudios son primero" - lo dijo con tanta convicción, como si fuera un hecho que nos casaríamos y solo quedara discutir el cuando. Me di cuenta entonces que había llegado demasiado lejos pero no pude objetar, no después de ver la sonrisa en el rostro de mi entonces novia, pero ante todo, mi mejor amiga.

Destroy you [Xiuhan/Lumin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora